Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Amor en dosis exactas

El amor cura, pero también puede matar física o figurativamente, cuando se apodera de la mente y el cuerpo

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

Cuando te oigo reír no pienso en amor, pienso en libertad.

                                             Del libro Bitácora de almas

El amor cura, afirman muchos manuales, canciones y poemas desde el inicio de la historia humana. Y también puede matar, física o figurativamente. Sea química, emoción o fantasía, cuando se apodera de la mente y el cuerpo, los transforma.

Muchas investigaciones de las últimas décadas confirman efectos en la salud de quienes se interesan románticamente por otra persona, por lo general positivos, aunque también puede desembocar en conductas que dañan la vida íntima y social.

Desde un tímido intercambio de miradas hasta un acto sexual afectuoso, toda la exaltación se acompaña de un elevado flujo de neurotransmisores que desencadenan procesos fisiológicos, sobre todo en la fase inicial del apasionamiento, cuando hacemos «locuras» que satisfagan las ansias de estar unidos.

De cómo manejemos a nivel sicológico y cultural esa pasión depende que la experiencia sea sanadora o derive en proceso tóxico, adictivo, violento, con fecha de caducidad.

En términos generales, hacer el amor con la persona adecuada protege al organismo de enfermedades cardiovasculares, libera toxinas, reduce el colesterol, controla el peso corporal, mejora el humor y la actitud ante la vida, estabiliza el sueño y el metabolismo, protege el cerebro e incrementa la esperanza de vida, según demuestran institutos como el Kinsey y prestigiosas universidades de todos los continentes.

Vivenciar un buen amor ayuda también a la siquis: se superan problemas de autoestima, tristeza, depresión, fobias y trastornos compulsivos.
También da propósito a la vida, refuerza la confianza, hace expresar talentos y permite rebasar obstáculos intelectuales o físicos. 

Estar, o «caer» en un estado amoroso, como se dice en otras lenguas, implica entrar en sintonía con sentimientos nobles o mezquinos, escuchar la intuición, dedicar tiempo al cuerpo, respirar con mayor conciencia y trazar planes más allá de la satisfacción del sexo por simple descarga física.

Innumerables revistas se hacen eco de estudios sicológicos, neurológicos y de otras especialidades con decenas de miles de sujetos de varios países en quienes se ha medido qué ocurre en el cerebro y en parámetros fisiológicos mientras observan fotos de la persona que aman o si la tienen cerca, e incluso durante el acto de prodigarse caricias y placer sexual.

Como muestra testigo han usado imágenes, olores y situaciones de cercanía con otras personas, incluso que pudieran resultar atractivas al sujeto de prueba, y aunque siempre hay respuesta orgánica, es muy diferente a la obtenida cuando el experimento involucra a una persona que es o fue amada por dicho sujeto.

Estos resultados han dado pie a numerosas polémicas sobre si es posible amar a varias personas a la vez y qué efecto tiene en la salud mental reprimir o dar cauce a tales sentimientos más allá de su connotación social, ya que vivimos bajo reglas muy controvertidas acerca de con quién debemos emparejarnos para que los demás no se sientan incómodos o amenazados.

¿Solo sexo?    

La práctica sexual ha demostrado ser tan beneficiosa que bien pudiéramos repensarnos muchas de las restricciones que se le imponen y disfrutarla un poco más y por más tiempo en la vida.

Hoy se sabe que la liberación de hormonas y el ejercicio físico asociados al acto erótico incrementa el flujo sanguíneo y por ende el suministro de oxígeno y otras sustancias protectoras, por lo que ralentiza enfermedades degenerativas como las artrosis o las demencias seniles.

En universidades prestigiosas como las de Princeton y California confirmaron que un sexo sistemático y placentero protege el sistema nervioso del envejecimiento y hace crecer nuevas neuronas en estructuras esenciales del cerebro, como el hipocampo y el sistema límbico, lo cual mejora el acceso a los recuerdos, la concentración, el aprendizaje y la reacción ante los estímulos, recursos esenciales para asumir la vida con calidad física, sensación de felicidad y optimismo.

El sexo satisfactorio funciona como una recompensa natural para el organismo, y además libera endorfinas que actúan como analgésico natural. También es un agente motivador que eleva la respuesta del sistema inmunológico, controla el estrés y saca de estados depresivos; y otro beneficio es que ayuda a dormir, especialmente a los hombres, porque libera dopamina sin los efectos colaterales de las drogas de diseño.

Igualmente contribuye a proteger la próstata, los tejidos vaginales, los músculos pélvicos y otras estructuras de la zona, protegiendo a quien se mantiene sexualmente activo de malestares, incontinencias y otros eventos desagradables asociados a una vejez solitaria o reprimida.

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