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¿Y qué si es infiel?

Si descubres que tu pareja es infiel y no lo esperabas, ¿qué vas a hacer con eso? ¿cuál será tu respuesta?

 

Autor:

Mileyda Menéndez Dávila

A veces tu corazón necesita más tiempo para aceptar lo que tu mente ya sabe.

Anónimo

La pregunta del título no es un desafío, sino un llamado a la reflexión. Si descubres que tu pareja es infiel y no lo esperabas, ¿qué vas a hacer con eso? Y si lo esperabas, incluso lo vaticinaste por un buen tiempo y ya tienes señales de confirmación, ¿cuál será tu respuesta?

Te advierto: este seriado incluye indicios de infidelidad detectable, a pedido del público que se enteró del debate en la peña del pasado 9 de marzo. ¡Pero no son ciento por ciento seguros! Ni siquiera si todos coinciden puedes dar por sentada una traición: pudiera tratarse de una fase de ajuste personal, o de un intento de sacudir la peligrosa pendiente rutinaria entre ustedes.

También te explico las diferentes infidelidades, según perfiles establecidos por expertos a partir de sitios virtuales para citas clandestinas. Y no es que un tipo duela más y otra menos, pero saberlo ayuda a entender la esencia del asunto: tu conducta no es causa del engaño. Esa pelota suele estar del otro lado de la malla.

¿Aún si descuidaste mucho la relación, o has traicionado primero, o te dieron muchos avisos que elegiste ignorar?  En casos así no cabe hablar de traición, sino de consecuencias, y eso es materia para otro artículo.

Desde la raíz

Como en todo lo que buscamos evitar, lo más importante de una infidelidad es conocer sus raíces y extirparlas a tiempo. La vía para lograrlo es poderosa: comunicación. Lamentablemente, su antónimo es la primera causa de engaño. La más común. Parejas que deciden seguir juntas después de un desliz descubierto comparten detalles en el proceso terapéutico que no revelaron antes: gustos, necesidades, quejas, antojos, fantasías, traumas...   

Las otras causas pueden resumirse en dos grupos: carencias y personalidad. En las primeras entran la falta de pasión o cariño; las necesidades materiales ignoradas por la otra parte; la distancia física o sicológica prolongada; la abstinencia por problemas de salud de la pareja; la sensación de desequilibrio entre lo dado y lo recibido en un plazo de tiempo.

En las segundas se incluye el narcisismo, algunos trastornos mentales (ansiedad, depresión, bipolaridad, hiperactividad); la adicción al sexo o al romance; las necesidades de autoafirmación para superar traumas y los cambios en el ciclo vital (fin de la adolescencia, crisis de la mediana edad, paternidad estrenada, nido vacío...).

Un tercer tipo de causas está presente en todas las traiciones al amor, no solo la infidelidad. Hablo de la crianza patriarcal que lleva a los varones a anotar rayas al tigre para alardear de ellas, por un lado, y por otro limita su capacidad de comprometerse reflexivamente en un vínculo y decir «no, gracias» a las tentaciones. 

A las ramas

De esas causas se derivan los cinco tipos básicos de infidelidad sistematizados por encuestas y análisis de perfiles. Algunos son más frecuentes en un género que en otro, pero por razones culturales, más que biológicas.

La más frecuente es la aventura, en la que se mezcla la adicción al golpe de hormonas desatado por lo nuevo (y lo prohibido) y la creencia de ser más exitosos y potentes mientras más personas conquistan. Abunda entre los hombres de cualquier edad y orientación sexual, y en mujeres jóvenes, y suelen ser de corta duración.

El segundo tipo es la infidelidad oportunista, en la que incurren por igual ambos géneros. Está relacionada con el ambiente, las circunstancias, incluso el anonimato. Pueden ser fugaces o marcar el inicio de una aventura.

El tercero es el del superhéroe (o heroína) que necesita una doble vida: un alter ego exitoso para fascinar a su amante (mientras no llega a conocerle) porque ya en casa es difícil que le sigan la rima a todos sus mitos.

Al cuarto tipo le llaman despertador, y puede no llegar a concretarse realmente como traición carnal. Tu pareja siente que le has perdido interés y procura sacudirte: habla de alguien para darte celos, cambia su apariencia y sus rutinas... Es como un juego, pero peligroso, porque las reacciones de la otra parte son impredecibles. Además, el sujeto atrapado en el rol de tercero puede sentirse manipulado o con derecho a más.

El quinto tipo es el abrelatas, provocado por mezquindad o miedo. La persona quiere acabar la relación y no da ese paso para no cargar con el peso de la ruptura ante la familia o amistades. Así elige portarse mal y aceptar el castigo en un juego de estereotipos doloroso para todos.

¿Y las señales? La próxima semana hablamos de eso. Primero plantéate si de verdad quieres saber si tu pareja es infiel y de qué tipo sería. Y sobre todo qué harás después, en caso de que lo confirmes.

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