Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Argumentos de altura

Autor:

José Alejandro Rodríguez

Ya tiene su más elocuente defensor Dannelis Tousón, la muchacha que con todos los requisitos académicos, trayectoria estudiantil y vocación, no pudo acceder a la carrera de Medicina porque solo mide un metro y 34 centímetros de estatura.

El doctor Roberto Mederos me escribe desde Calzada de Buenos Aires 464, entre Florencia y Macedonia, en el municipio capitalino de Cerro, para dar un espaldarazo a la valiente joven de Vado del Yeso, en el municipio granmense Río Cauto, quien revelara aquí el pasado 16 de agosto que, teniendo 99,17 puntos de promedio general en la Vocacional Silberto Aroche, en Bayamo, no pudo optar por la carrera que le obsesiona, porque le esgrimieron resoluciones que lo establecen para personas de su estatura.

El doctor Mederos se manifiesta muy sensibilizado con la joven: «Ella desea ser médico, y al parecer tiene vocación para ello, y un magnífico expediente. Pensemos en Fidel y vamos a ayudarla. Démosle un voto de confianza a esa decidida muchacha, y estoy seguro y convencido de que no nos defraudará».

Y el argumento más rotundo es el propio doctor Mederos. Me confiesa que él mide apenas un metro y treinta centímetros, cuatro menos que Dannelis. Y si a ella la sometieron a siete intervenciones quirúrgicas en su infancia, a él de niño lo llevaron al quirófano en nueve ocasiones; y así y todo, es un discapacitado con grandes limitaciones motoras.

Pero nada le impidió —recalca— «que hiciera de mi vida algo útil y provechoso, para ayudar con mi trabajo y mis conocimientos a mi pueblo y a mi patria».

Nadie se fijó en su estatura cuando matriculó Medicina. Se graduó en 1969, y obtuvo su especialidad en 1975 con la calificación de cien puntos. Ejerció la carrera durante 33 años, y ocupó responsabilidades asistenciales, científicas y administrativas; asumió la docencia en el Instituto Superior de Ciencias Médicas (Facultad 2, Diez de Octubre), formando generaciones de facultativos que son orgullo de la Medicina cubana, aquí y en cualquier rincón del mundo.

Hoy, ya jubilado junto a su esposa, hijos y nietos, confiesa que «durante toda mi vida profesional y laboral, me he sentido muy satisfecho y realizado, sobre todo porque pude percibir el cariño, el reconocimiento, el prestigio y la admiración que con mi trabajo y ejemplo supe sembrar en mi pueblo, que es al fin y al cabo, el destinatario de nuestros esfuerzos y sacrificios».

«Fidel nos ha enseñado que sí se puede», sentencia el doctor. Y uno le agradece a este veterano que venga desde su merecido descanso a terciar por el sueño de la muchacha que tiene suficiente resolución para batallar contra inflexibles resoluciones. Qué estatura la del cubano.

Y si alguien dudara aún de hasta dónde llega la voluntad humana, ahora que redacto me llega un correo electrónico de la lectora María Adela Sánchez, cuya dirección digital es la@cmg.copextel.com.cu, con otro ejemplo loable.

Refiere ella que tiene una amiga, quien, producto de un accidente del tránsito cuando niña, perdió sus dos piernas. Y no dejó que el sufrimiento la anulara. Por su perseverancia, logró estudiar la carera de Estomatología, y hoy es una excelente y respetada profesional.

María Adela se solidariza con Dannelis y le aconseja que «no cese en su esfuerzo por hacerse una profesional al servicio de la Revolución».

La tercera carta la envía Lázaro Reyes López, vecino de calle Segunda, entre B y C, Bloque 5, apartamento B, en el reparto Hermanos Cruz, de la ciudad de Pinar del Río.

Lázaro refiere que, hasta el momento, es el primer cubano que padece la ataxia tipo 3, y es atendido directamente en el Centro de Investigaciones de la ciudad de Holguín, donde se tratan los aquejados con las distintas variantes de esa enfermedad.

«Tanto mi familia como yo —apunta— conocemos la dedicación de ese abnegado colectivo para mejorar las condiciones de vida de estos que tienen sus esperanzas en ellos. A Luis Velázquez, el director, al neurólogo Humberto, al biólogo Luisito y al resto del colectivo, mi más sincero y eterno agradecimiento».

¿Quién sabe si dentro de unos cuantos años haya que reflejar en esta sección una similar muestra de reconocimiento a una doctora de la provincia Granma llamada Dannelis Tousón?

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