Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Palabras de padres

Santa palabra debe ser la advertencia de una madre, como Mayté Fonseca, vecina de Armando 119, en Santa Amalia, municipio capitalino de Arroyo Naranjo: el 6 de noviembre, su hija fue atropellada por un auto cuando intentaba cruzar la Calzada de 10 de Octubre, entre Paco y María Auxiliadora, para entrar en su escuela, la secundaria básica Carlos Pérez. Por suerte, apenas hubo golpes menores. Y los victimarios dejaron a la niña en la escuela, despidiéndose de ella y «haciendo pensar a los demás que eran familiares». Los profesores, muy preocupados, hicieron lo que les faltó en corazón a los del auto: la llevaron al policlínico, y se comprobó que no había males mayores. Mayté insiste en la importancia de un paso peatonal frente a esa escuela, porque por allí los vehículos transitan velozmente y dicha Calzada se ha vuelto muy peligrosa. Las estadísticas revelan que el 2007 cerrará con una disminución de los accidentes del tránsito, pero no nos confiemos: hay todavía orates y desmesurados al timón...

Desde calle 27, edificio 49, apartamento 25, Reparto Nuevo, en la localidad habanera de Artemisa, llega otra alerta, gracias a Raúl González, obrero ya jubilado del central Eduardo García Lavandero: en la pasada zafra hubo un descarrilamiento de un tren en el tramo de vía férrea entre Artemisa y ese ingenio, y se volcaron dos vagones cargados de caña. A un año del suceso, y vísperas del inicio de la actual contienda, aún permanecen allí, como un monumento a la insolencia y la insensibilidad económicas...

Molestos están los vecinos del reparto La Flora, en la ciudad de Pinar del Río. Lo cuenta Juan Carlos Pérez, residente en calle 26 de Noviembre 68, en ese barrio. Y el motivo es que consideran una arbitrariedad el cierre del acceso por la calle Obispo al mercado agropecuario sito en la avenida Rafael Ferro y la prohibición del estacionamiento de vehículos. «Si la medida es para evitar que algunos ciudadanos vendan ilegalmente carne de cerdo en zonas aledañas, en nuestro país existen autoridades facultadas para evitar esa actividad ilícita. ¿Cómo es posible que en un mercado tan visitado, las personas tengan que dar la vuelta por la avenida Rafael Ferro, la cual es tan peligrosa para los peatones por el tráfico de vehículos existente?», cuestiona Juan Carlos...

Desesperados están los padres de los internos y seminternos en el Hogar de Impedidos Físicos y Mentales Rubén Martínez Villena, sito en Carmen y Heredia, en la Víbora, municipio capitalino de 10 de Octubre. Me escribe Pura Esther Díaz, vecina de Acosta 458, entre Octava y Novena, en Lawton; y también suscriben la carta Mayté Navarro, Zenaida Valdés y Rafael Márquez. A finales de octubre pasado cerraron dicho hogar por problemas en la placa y filtraciones, y todavía no se sabe cuándo van a comenzar los trabajos de reparación del inmueble. Desde entonces, las madres de esos muchachos han dejado de trabajar para atenderlos en casa, y eso afecta severamente la economía de esas familias. Ya una vez cerraron el Hogar y estuvo así siete meses. Pura y los demás padres consideran que la reparación y mantenimiento de esas instituciones deben tener prioridad en cuanto a recursos y cronogramas, dada la difícil situación de esas familias y lo delicado del problema. Cuenta Pura que, en numerosas ocasiones, los reclamantes han intentado comunicarse con quienes atienden el asunto en la Dirección Provincial de Salud, y les ha sido imposible. A ciencia cierta no tienen respuestas, explicaciones, ni se sienten atendidos. ¿Cómo es posible que suceda esto, ante asunto tan sensible?...

El cariño es la mejor medicina, según Antonio Lorca, un septuagenario guantanamero que llegó muy mal al Hospital Agostinho Neto, de la ciudad del Guaso, y topó con la doctora Abrahana Cisneros, quien lo operó el pasado 12 de septiembre. «Desde ese día, confiesa, ella se ha convertido en mi ángel de la guardia. Me ha salvado la vida en dos ocasiones, y lo más asombroso es que, además del tratamiento médico, su mejor medicina es el amor y la dedicación que le profesa a cada paciente. Desde que entra a la sala y oímos su voz saludando cubículo por cubículo, uno siente que llega la alegría con ella. Yo la considero la mejor doctora del mundo».

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