Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Palomas, fetidez e irrespeto

Nuestra libertad, se ha dicho muchas veces y de diversa forma, termina donde comienza la de nuestros semejantes. Un exceso de una parte siempre redunda en injusta disminución de la otra. Traigo a cuento la idea a partir de la carta de Samuel Rodríguez Torres, a nombre de él y su señora Alfreda Guzmán Pacheco (Ramón Matamoros No.8, La Maya, Santiago de Cuba), quienes ya no saben cómo y a quién quejarse por las afectaciones que le produce un palomar instalado en el techo de una vecina, a tres metros de su patio.

Por lo menos dos veces al día le llega la fetidez de excrementos de las aves a la anciana pareja. Se han quejado a Planificación Física, Higiene y Epidemiología, Poder Popular y Partido municipales, sin resultado alguno, refieren.

El día 21 de mayo último «era tanta la peste que mi esposa y yo nos presentamos en el Poder Popular municipal alrededor de las 11:45 a.m. ante Iría Esther Santos Guerra, secretaria del Consejo de la Administración Municipal y le pedimos que fueran a comprobar (…). Nos dijo que esperáramos en la casa. También nos quejamos con Lesyani, quien atiende salud en el Partido municipal; dijo que la Primera Secretaria debía autorizarla (a inspeccionar). Nadie fue.

La colombofilia, como cualquier otra pasión es hermosa y loable mientras no afecte a los que la rodean. ¿Por qué Samuel y Alfreda deben oler, sin practicarla, su peor parte?

Ayuda para este espirituano

José García Echevarría (2da. del Oeste No. 223 interior, entre 5ta. y 6ta., Rpto. Colón, Sancti Spíritus) anda desde 2014 en trámites para un subsidio. Con su casa apuntalada, en peligro de derrumbe; este adulto mayor, pensionado con chequera de 270 pesos y una enfermedad severa del corazón, se ha desgastado en carreras y aún no ve posibilidades por ninguna parte.

Cuenta el remitente haber acudido a varias instancias de la provincia y al Consejo de Estado, desde donde su caso fue nuevamente remitido al territorio yayabero. José vive en un pasillo y cuando llueve mucho el agua penetra peligrosamente.

Para colmo, hasta el lector han llegado ahora informaciones difusas sobre la posible no validez de inscripciones para subsidio que datan de años atrás, como la suya. Algo así como borrón y cuenta nueva en el asunto, lo cual, por supuesto, lo alarma sobremanera.

De su situación, evoca, también se han hecho eco medios periodísticos locales. Sin embargo, la cosa sigue en el mismo punto. ¿Cuándo le llegará la necesaria ayuda?

¿Amigo?

A nombre propio y de su hija escribe Germán Gómez Fuentes (Edif. 9, Apto. 34, Rpto. Caribe, Moa, Holguín), para contar que ella adquirió, al precio de 5.20 CUC, un servicio «Plan Amigos», de Etecsa, el pasado 21 de mayo; pero más que ahorro en llamadas de amistad, la joven, que estudia en un preuniversitario habanero, se llevó un enorme fiasco.

Resulta que de los 15 minutos y 30 días hábiles que incluye el mencionado servicio, ella pudo disfrutar muy poco, pues, según narra el papá, lo activó alrededor de las 9:00 a.m., y a las 6:00 p.m. del propio día la muchacha recibió        una notificación de que su plazo había expirado.

«Al llamar a Atención al Cliente le dijeron que seguro había sido un error de ella y todo quedó ahí», rememora el remitente. Pero para él, que debe costear el saldo de ese móvil de su pensión de jubilado, el cuento es un poco más largo.

¿Qué pueden esclarecer al respecto los representantes de la empresa? Si lo que se describe es exacto, ¿ante situaciones como esta cuáles opciones tienen los clientes para no verse afectados?

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