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¿Es indomable El Dragón?

El 29 de agosto de 2018, Marbelis Acosta Laurencio denunció aquí los excesos sonoros del restaurante cabaret El Dragón, sito en Calle 26 esquina a 39, en Nueva Gerona, Isla de la Juventud. Contaba que de viernes a domingo, en el patio del mismo, se ponía música a todo volumen desde las cuatro de la tarde hasta las tres de la madrugada. Y cualquier otro día, si era alquilado por alguna entidad.

Precisó que las paredes de su casa retumbaban, que el DJ cantaba además con micrófono, incitando al público de adentro y de afuera a sumarse a aquella orgía sonora. Y cada cierto tiempo, una sirena sonaba. Y cuando escribió, hubo una reyerta pública, ante la cual intervino la Policía.

«Esto es de conocimiento del Gobierno municipal, los inspectores, Higiene y Epidemiología y el Citma, pero no tenemos ninguna solución», alertaba Marbelis.

El pasado 4 de enero, Cecilia Sánchez Valdés, directora de Organización, Control, Información y Análisis del Citma, envió respuesta de la delegación territorial de ese ministerio en la Isla de la Juventud, la cual declara con razón la queja.

Precisa que la Jefa de la Unidad de Medio Ambiente y especialistas de la misma, junto a un especialista de la Empresa Eléctrica, entidad poseedora de un sonómetro, visitaron a Marbelis, al centro demandado, y entrevistaron a familias vecinas. Con el equipo de medición confirmaron la afectación sonora; a más de que, ciertamente, se han registrado en El Dragón indisciplinas sociales.

Se determinó que se infringe lo establecido en el artículo 147 de la Ley 81 de Medio Ambiente de 1997, y la Norma Cubana 26 de 2012: Ruido en Zonas Habitables-Requisitos Higiénicos Sanitarios. Y se impuso a la dirección del centro de dichas infracciones, orientándole la toma de medidas para cumplir los parámetros establecidos en emisión de sonidos; y el monitoreo de los mismos.

El Citma, añade, sugirió al Gobierno municipal el control sistemático de las actividades allí, de conjunto con ese organismo, así como el seguimiento a la problemática, para que no se perjudique la población.

Aunque bastante morosa, agradezco la respuesta. Solo pregunto por qué, si tantas entidades conocían del daño sonoro, incluido el Gobierno municipal, el Citma no pudo atajar el problema antes, y no después de que se revelara públicamente en esta columna.

También llegó ayer una segunda carta de Marbelis, en la que narra interioridades de lo que sucedió después de publicada su queja el 29 de agosto: A la semana siguiente fueron dos inspectoras de Comercio, quienes la citaron en la unidad, en presencia del administrador y la económica.

Las inspectoras le tomaron declaración a Marbelis, quien la firmó. Ello generó careo con los administrativos. Y después de ese día, más nunca supo de las primeras, aunque continuó allí lo denunciado en su carta.

A partir del 10 de septiembre estuvieron los del Citma varias semanas midiendo los decibeles de las emisiones de audio dentro y fuera de la casa. Y concluyeron que estaban por encima de los parámetros establecidos. Le entregaron la respuesta el 9 de octubre, en la cual declaran la queja con lugar. Dicho documento Marbelis lo entregó al administrador del centro, con copia para el Gobierno municipal.

«Pero hasta la fecha todo continúa igual o peor, afirma. Ahora las fiestas de domingo terminan a las 4 a.m., con reyertas incluidas. Y los demás días de la semana, si es alquilado por alguna entidad u otra actividad del mismo centro.

«Y yo continúo llamando a la Policía a medianoche, que acude enseguida, señala. Pero desgraciadamente este asunto no es de un momento, es más de sensibilidad humana, de dar continuidad y ponerle interés a algo tan importante como la salud y la estabilidad emocional de una familia, que a pesar de los pesares tiene mucha confianza en la Revolución y en nuestros dirigentes. Pienso que todo no está perdido, y que por algunos indolentes no se va a empañar el brillo de nuestra Cuba socialista».

Concluye Marbelis con datos y argumentos elocuentes: Los decibeles establecidos para el día son 68, y en su casa estaban en 72, 75 y 86, según los muestreos. Y para la noche son 65: estaban en 74, 79 y 85. Con ella conviven dos adultos mayores, delicados de salud (uno con enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la otra con estenosis aórtica), y también su hija de siete años.

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