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Les deben presentaciones

En Santa Cruz del Sur, Camagüey, en calle Oriente no. 11-A, entre G y H, Omar Miranda Hernández relata una saga «de engaño y maltratos».

Cuenta que al jubilarse a los 60 años, él y sus hermanos reunieron dinero para comprar un órgano de la llamada «música molida», tan popular por aquella zona limítrofe con Manzanillo, el reino de ese instrumento. Y comenzaron a presentarse en el municipio. Después se planteó que tenían que radicar un proyecto en el Centro Provincial de la Música, para ser evaluados por este y posteriormente enviarlo al Instituto Cubano de la Música, de manera que diera su visto bueno y los oficializara. Presentaron el proyecto y se aprobó.

No obstante, en octubre de 2013, en los carnavales de Santa Cruz, y aún ellos sin la resolución que los autorizaba, el entonces presidente del Gobierno municipal, Omar Pimentel López, junto a otros funcionarios, los instó a que amenizaran los carnavales. Omar le expresó que no podían hacerlo, pues aún no tenían la Resolución del Instituto Cubano de la Música. Y el presidente le dijo que en eso no había problema, cuando llegara la Resolución del Instituto él autorizaría pagarles.

Cinco meses después llegó la Resolución. Mandaron a facturar solo cuatro (14 000 pesos) de las ocho presentaciones que hicieron (28 000 pesos). «Hasta el sol de hoy no nos las han pagado, afirma. Así, me pasé cuatro años y medio detrás del Presidente del Gobierno. Y me decía que era un problema de Cultura, y la directora municipal de Cultura me decía que el Presidente tenía que dar la autorización».

Refiere que ya no están en sus cargos aquel presidente ni la directora de Cultura, pero la actual presidenta del Gobierno, entonces vicepresidenta, no asume el asunto.

«Somos un colectivo de seis músicos, apunta, y tenemos que pagar las contribuciones a la ONAT, la seguridad social. Y nos descuentan un porciento por estar insertados en el Centro de la Música. Tenemos otros gastos, como son los accesorios que nos mandamos a hacer, las piezas de cartón donde se pica la música. Y hoy por hoy todo eso es caro. Nos han engañado», concluye.

Le deben la jubilación

René Alfonso Diez Pérez (San Benigno 259, apto. 2, entre San Leonardo y Rodríguez, 10 de Octubre, La Habana) cumplió 65 años el 30 de octubre de 2018, y con los requisitos para jubilarse, aún no lo puede hacer.

Cuenta que el 17 de julio de 2018 solicitó su baja de la Facultad de Tecnología de la Salud (Fatesa), en Carvajal y Agua Dulce, municipio capitalino del Cerro, donde laboraba como profesor. Le fue aprobada, y recogió el expediente.

El 20 de agosto de 2018 comenzó a laborar en la Facultad de Ciencias Médicas Salvador Allende, como metodólogo del departamento de Extensión Universitaria. Y al revisar su expediente, la jefa de Recursos Humanos constató que en su tarjeta SNC 225, en la que consta lo laborado por el trabajador en su vida, desde 2012 hasta agosto de 2018 estaban mal promediados los días de cada mes, lo que retardaría su tiempo para la jubilación en un año.

René volvió ese día a Fatesa con su tarjeta y la entregó a la auxiliar de Contabilidad, explicándole. Septiembre, octubre y noviembre, y nada. A inicios de diciembre habló con la jefa de Contabilidad, quien le rogó esperar después del 10 de ese mes, día de pago, para actualizar la tarjeta.

«Esta es la fecha, me escribió René el pasado 4 de marzo, en que aún no se ha resuelto nada».

Y refería que en enero le explicó su situación a la secretaria de la Vicedecana de Servicios de Fatesa, para que la trasmitiera a esta última. Volvió a principios de febrero, y la respuesta de la Vicedecana fue que volviera a ver a la auxiliar de Contabilidad que le había atendido. Esta le informó que para resolver el problema, hace falta un documento que ella no tiene, y quien tiene que solucionar es la jefa de Contabilidad.

El 1ro. de marzo, René volvió, una vez más, a Fatesa, habló de nuevo con la jefa de Contabilidad, quien le dio la razón, pero le reiteró que no tenía el documento de marras y debía esperar a que lo resuelva, pues si le llenaba la tarjeta sin él, iba a quedar mal.

«Estoy en tiempo de jubilación, dice, y por mal trabajo de terceros no he podido presentarla. Llevo cinco meses esperando que esto se resuelva. Ya cumplí con mis obligaciones laborales y se están violando mis derechos como trabajador», concluye.

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