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El taller, sin otra opción

Aún cuando para la protección al consumidor se han implementado normas, estas supeditan sobremanera al cliente en una especie de ley del embudo desventajosa para este y cómoda para los ofertantes, en cuanto a los procedimientos de la garantía. Eso, cuando hay garantía.

Con grandes sacrificios luego de una misión profesional en el exterior, la doctora Daisy Marten Maren compró el 12 de abril pasado un refrigerador marca Mabe por valor de 7 995 CUP y garantía de tres años, en una tienda de la Cadena Caribe sita en Trocha y Carretera del Morro, en esa ciudad. Y no sabía lo que le esperaba…

A los nueve días de la adquisición, ya el equipo no funcionaba. Lo reportó, y no fue hasta el 24 de mayo que lo recogieron para trasladarlo al taller de garantía correspondiente, donde finalmente le informaron que el compresor estaba dañado.

Como consumidora, Daisy está muy disgustada por haber adquirido un serio problema con un equipo tan costoso, y no precisamente un lujo en Cuba. Solicitó que le devolvieran el dinero, pero el procedimiento es atender el refrigerador en ese taller. Lo peor, según su visión de cubana urgida, es que para devolverle el importe de su compra, tendría que entrar a dicho taller el equipo por dos veces más a causa de roturas… ¡para entonces descartarlo y hacerle justicia a su bolsillo!

Ella espera una respuesta bien fundamentada de la Cadena de Tiendas Caribe allá en su hogar, en Trocha 57, altos, entre Cortes y Carlos Dubois, Santiago de Cuba.

Y Milagros Fernández Ledesma (Joaquín Agüero 147 A, entre José Mora y Mariana Grajales, Gibara, Holguín) compró el pasado 12 de mayo un ventilador marca RCA, de pedestal, en la tienda La Sirenita de esa ciudad, perteneciente a la Cadena Caribe. A solo siete días, ¡a sudar!, el equipo, que le costó 49.95 CUC, se averió.

La cliente se personó en la tienda. Le recogieron el ventilador, y por la garantía establecida lo enviaron a el correspondiente taller de reparaciones en Holguín; «donde yo no sé lo que sucedió, si en realidad le repararon el motor, si le cambiaron una pieza nueva por otra vieja, porque no estaba presente en el momento de la reparación», enfatiza.

Milagros piensa que tan rígida concepción debe cambiar, pues no está concebida en función del consumidor. «Lo correcto, dice, sería devolver el dinero al cliente o cambiar el equipo por uno nuevo; pues no compré un ventilador para tenerlo un mes en un taller, si no para usarlo, que bastante fuerte es la temperatura en Cuba».

El responsable nada ha hecho

Grechel Vigó Pérez (Calixto García no. 804, entre Prado y Aguilera, Guantánamo) cuenta que el 1ro. de julio de 2018 volaron desde el Sectorial Provincial de Cultura hasta su casa varias estructuras metálicas que provocaron derrumbe parcial de la misma, y su nena de un año de edad fue lesionada y tuvo que ser ingresada en el Hospital Pediátrico.

De inmediato, refiere, se personaron allí el Vicepresidente del Gobierno que atiende esos casos, el Director provincial de Cultura y otros funcionarios. Y acordaron darle solución urgente a los daños ocasionados.

Afirma Grechel que en septiembre de ese año, luego de varios encuentros con el Director provincial de Cultura, se dirigió a la Dirección de Vivienda, donde le orientaron que es precisamente el Sectorial de Cultura el que debe solucionar los daños.

Ya en abril de 2019, en despacho con el Director provincial de Cultura, este le comunicó que su caso estaba en el Gobierno, que para la siguiente semana iban a presentarlo al Consejo de la Administración Municipal (CAM) para asignar los materiales, y ellos, con una pequeña brigada, iban a acometer el trabajo.

El 3 de junio pasado, el padre de Grechel llamó a la secretaria del CAM, quien le dijo que allí no había ningún caso con ese nombre. Y hasta el sol de hoy no ha aparecido la respuesta que se esperaba.

La remitente envía la fotocopia de una carta de respuesta de la Directora municipal de Vivienda a su papá, de fecha 24 de septiembre de 2018, en la cual precisa que «el Sectorial Provincial de Cultura es el responsable de solucionarle las afectaciones producidas». Y en otra parte expresa: «le sugiero que le realice una reclamación al organismo que le provocó la afectación, que es el responsable de arreglar lo que provocó».

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