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Sobran albañales, faltan respuestas

Juan Antonio González Castro (Edificio 48, Apto. 12, calle Rosales, entre 5ta. y 6ta., reparto Eléctrico, Arroyo Naranjo, La Habana), denuncia algo penoso: hace ya año y medio que los vecinos de ese inmueble y los del edificio 49 gestionan con las autoridades municipales para que se solucione una tupición del drenaje albañal que presentan, y hasta ahora nada han logrado.

Refiere el remitente que como resultado de esa situación se ha formado una laguna al fondo de esos dos edificios multifamiliares, donde proliferan roedores y otros tipos de insectos. Cuando llueve, esas aguas pútridas retroceden y brotan por las bañaderas y los vertederos de los apartamentos. Punto y aparte es el mal olor que les acompaña en este largo martirio.

Lo más grave es que en el edificio 48, con esa tupición las aguas albañales ya rodean el motor que bombea el agua potable.

Juan presentó una queja escrita a la directora del policlínico, quien envió un inspector, el cual se sorprendió notablemente de lo visto. No obstante, el vecino fue al Comité Municipal del Partido, donde lo reorientaron a las oficinas de Aguas de La Habana en el municipio. Allí tramitó su queja. Ya ha trascurrido más de un mes y hasta ahora nada se ha hecho.

Por su parte, Juana Guilarte Columbié (Calle 112 No. 7108, entre 71 y 83, Marianao, La Habana) hace más de seis meses tiene tupición en el baño y la cocina de su casa.

«Es una situación incómoda e insoportable —refiere la mujer, de 70 años, discapacitada, hipertensa y con glaucoma—. No puedo hacer mis necesidades fisiológicas ni bañarme donde corresponde, por la obstrucción de los registros de la fosa. Y cuando los vecinos de los altos descargan sus desechos, salen hasta por la tasa de mi baño, corriendo por el pasillo y saliendo por la sala de mi hogar. Como tengo que bañarme en la sala, y el agua sale a la calle, estoy a expensas de ser multada».

Precisa Juana que desde antes, en septiembre de 2018, de Saneamiento Básico mandaron el carro de destupición, servicio que ella pagó. Destupieron, y a la semana todo volvió a lo mismo. Le plantearon que la causa está en los registros de la calle, que están tupidos. Y la remitieron a Aguas de La Habana. «Desde entonces —afirma—, he asistido a todos los despachos cada jueves con el jefe territorial de Aguas de La Habana en Marianao, Amílcar, y con el técnico Osmany. Al no recibir respuesta de estos funcionarios, decidí hacer mi planteamiento en el Gobierno municipal, donde me dijeron que no está en sus manos resolver la situación».

Manifiesta la afectada que ante esa respuesta se dirigió a la Fiscalía municipal, y allí quien la atendió le respondió que si ella no tenía televisión y no escuchaba las noticias ni leía la prensa, que la capital está sumida en mucho trabajo y remodelaciones, y los casos de problemas menores debían esperar.

«Solo pido que me ayuden a agilizar esta situación que me está afectando hace más de seis meses. Si por mis medios pudiera resolver, no estaría molestando. Pero la tupición es en los registros de la calle y se necesita escombreo, pasar la manguera para destupir, limpiar y recoger los residuales de la fosa, dado que por esta zona pasa un riachuelo que, al llover, inunda toda la calle y las fosas revientan», concluye Juana.

Por muchos problemas económicos y de recursos que nos afecten, no concibo que haya familias rodeadas de esos nauseabundos detritus durante tan prolongado tiempo, con peligro para su salud, y que no obtengan una respuesta oportuna y eficaz. 

 

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