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Frente al espejo

Esa gran aventura...

«Cada domingo estudio la página de Opinión. Los comentarios del 19 de abril resultaron más interesantes que en otras ocasiones, especialmente Asignatura pendiente, de Juan Morales.

«Concuerdo con todo lo expuesto allí. Las lagunas que advertimos en el conocimiento de la Historia son el resultado de un trabajo deficitario en su enseñanza, llevada a cabo por el personal docente encargado de esa labor, la familia de los educandos, los medios masivos de difusión... que de todos es la tarea.

«Los rectores de esa labor somos los maestros, a quienes nos ha faltado maestría para impartir una historia creíble, real, con matices, despojada de una división facilista que nos ha presentado a nuestros protagonistas como buenos y malos. Si usted quiere saber cómo debe ser impartida la historia, entoces cuéntela como Ciro Bianchi o como se hace en algunos programas televisivos.

«Hay que dominar, en pareja medida, nuestra historia, nuestro idioma, nuestra cultura. Historia es también que los jóvenes escuchen y disfruten La tarde de Sindo Garay, sepan quién fue ese venerable anciano y no solo quién es el reguetonero de turno. Que conozcan a unos y otros. Eso no está en manos solo de nosotros los maestros. Es un ejemplo, pero insisto en que los encargados principales del dominio de nuestra Historia somos los docentes por el grado de especialización.

«Nadie puede recibir Historia con agrado si no se le explica como la gran novela, la gran aventura que es. Quien explique Historia tiene que hacerlo con sentimiento. Mostrar a Céspedes, o a Fidel, quedarse uno con 11 hombres y otro con siete; y el primero decir que bastan para hacer la independencia de Cuba, y el segundo expresar: “Ahora sí ganamos la guerra”. El secreto está en trasladar al estudiante a esos escenarios. Con sentirlo sinceramente se transmite.

«Por otra parte, estamos desaprovechando a protagonistas de nuestras últimas luchas. A veces esos hombres y mujeres están cerca y un maestro pretende explicar el tema ignorando que ese vecino es el indicado para hacerlo, pues “no se habla mal de aquello que se conoce bien”, según expresó José Martí, y también escribió —en la misma ocasión, el 18 de junio de 1875—: “Los conocimientos se fijan más en tanto se les da una forma más amena”.

«Nuestra historia tiene que ocupar un lugar especial. Me ha gustado lo escrito por oportuno y realista. Debo decirte, además, que Colón y sus hombres no vinieron en tres carabelas, sino en dos y una nao. Son detalles que hemos ido transmitiendo en forma equivocada». (Lic. Arístides Rondón Velázquez, historiador)

«Con relación al artículo ¿Suave veneno?, publicado el 19 de abril bajo la autoría de Haydée León, Lisván Lescaille y Hugo García, quisiera, en primer lugar, felicitarlos por su esfuerzo para tratar de esclarecer desde un punto de vista científico algo que viene sucediendo “por la libre” y disparatadamente desde hace algunos años.

«En segundo lugar, deseo alertarlos sobre lo siguiente: La ciencia es compleja y tiene muchas especialidades. Existen especialidades dentro de especialidades, y suele ocurrir que alguien con una especialidad opine libremente sobre otras, que no conoce en profundidad.

«Así, algunos de los criterios que se recogen en el reportaje de quienes no son especialistas en el tratamiento del cáncer no parecen muy sólidos e indican desconocimiento de la realidad. Pero quizá sí se les pudiera señalar a los periodistas que deberían haber entrevistado a quienes se dedican a curar e investigar sobre el cáncer en los centros oncológicos especializados. Y también sobre los venenos.

«¿Por qué? Ahí les van fragmentos de un mensaje del Doctor en Ciencias Biológicas Jorge V. Gavilondo Cowley —académico de la Academia de Ciencias de Cuba— que desprende contundencia por los cuatro costados... Sería bueno que también se hiciera llegar a la población esta información de un verdadero especialista, especialmente la parte que dice: “Y quizá lo más importante sea que lo que llamamos cáncer son 200 y más enfermedades distintas. Afectan grupos de edades diferentes, órganos diferentes, de uno u otro sexo, tienen evolución distinta y se tratan con medicamentos no siempre comunes. Los regímenes de terapia son tan complejos de un caso a otro que, incluso para un mismo tipo de tumor, es impensable a veces abordar pacientes diferentes con el mismo tipo de estrategia terapéutica. No hay medicinas universales para el ‘cáncer’.

«“La transformación de una célula normal en maligna implica decenas y quizá centenares de genes alterados, y procesos bioquímicos muchas veces redundantes cuyo conjunto casi único de tumor a tumor da como resultado que las células normales transformadas crezcan localmente sin control y luego aparezcan variantes capaces de diseminar. Las células tumorales son, además, genéticamente inestables, cambian a medida que se reproducen y las resultantes ya no son iguales que las precedentes. Pero al final, desafortunadamente, las células cancerosas siguen ‘pareciéndose’ demasiado a sus contrapartidas normales. Causarles daño irremediablemente daña también a algunos tejidos sanos, y es este delicado balance el que hay que proteger.

«“Esta es la compleja realidad a la que nos enfrentamos. A ningún investigador oncológico que se respete se le ocurriría en estos momentos decir que tiene una posible cura ‘universal’ para estas 200 y tantas enfermedades distintas, o decir prematuramente que lo que investiga va a ser totalmente inocuo para los tejidos normales del organismo, a menos que sencillamente no emplee dosis farmacológicamente activas”». (Doctor A. González Arias, Departamento Física Aplicada, Universidad de La Habana)

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