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La ultraderecha estadounidense arremete

Temprano comienzan a descorrer las cortinas del gran espectáculo electoral estadounidense. El mismísimo Presidente comenzó la carrera cuando dio a conocer a  través de Internet que estaba dispuesto a la reelección. Ahora inician su salida expresa a escena los que desde el Partido Republicano van en busca de la candidatura con el propósito de solidificar con la silla presidencial los avances que hicieran en el Congreso: van por todo…

Y entre los primeritos en anunciarse, un conocido personaje de entre lo más acérrimo de la ultraderecha, el ex presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gringrich, quien también utilizó la web como trampolín…

En febrero pasado se reunió en Washington el ala más conservadora del Partido Republicano, y por supuesto no estamos hablando de palomas, sino de puros pájaros de presa unidos en la llamada Conferencia Conservadora de Acción Política (CPAC): unas 10 000 personas asistentes les permitieron a los aspirantes medir sus fuerzas.

Ese cónclave fue inaugurado por la congresista Michele Bachmann, otra mujer de armas tomar que parece haberle quitado el cetro a Sarah Palin, la gobernadora de Alaska que fue candidata republicana a la vicepresidencia en las elecciones en que los demócratas prácticamente arrasaron y le dieron la Casa Blanca a Barack Obama, la que por cierto estuvo ausente de esa megareunión en Washington.

Luego, una encuesta publicada el 4 de mayo por la Universidad de Quinnipiac afirmó que en unas elecciones presidenciales, un 58 por ciento de los estadounidenses no votaría «nunca» por la Palin y tampoco por el multimillonario magnate de los medios de comunicación Donald Trump, un aspirante por su cuenta.

En cuanto a la Bachmann, está considerada ahora la estrella naciente del movimiento Tea Party, al punto que cuando el Presidente dio su discurso del Estado de la Unión el pasado enero, ella fue la elegida para rebatirlo.

Pero hasta ahora nada está dicho porque no son pocos los dispuestos a correr en una lid que costará buena cantidad de plata. Así se mencionan al ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty, el primero en lanzarse al ruedo en marzo, y los actuales gobernadores de Misisipi, Haley Barbour, y Mitch Daniels, de Indiana. Los hay también ex senadores como Rick Santorum y John Thune, y el congresista en ejercicio por Texas, Ron Paul, quien puede estar incentivado por aquello de «a la tercera va la vencida» y porque obtuvo el mayor número de votos en la reunión de los activistas conservadores del CPAC (30 por ciento a su favor).

Sin embargo, quizá el mejor situado en este momento sea el ex gobernador de Massachusetts, Mitt Romney, quien podría insistir en la pretensión de sentarse en la Oficina Oval como ya lo anunció en abril, pese a que en las primarias de 2008 perdió frente a John McCain. Romney se siente avalado por una encuesta de Rasmussen según la cual si se celebraran las elecciones ahora mismo obtendría nada menos que el 44 por ciento de los votos, mientras que el actual presidente Barack Obama solo llegaría al 42 por ciento.

Hay otros que tampoco cejan en sus pretensiones. Por ejemplo, John McCain camina por las zonas en guerra como si fuera ya el emperador del mundo. Estuvo con los libios declarados en rebeldía y después fue por Iraq, mientras que el ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, también se ha paseado por el Medio Oriente, incluido Israel.

Puntos para debatir en la agenda ultraconservadora hay de sobra: la intervención del Gobierno en la economía, la necesidad de reducir el déficit y los gastos sociales, también se plantean por disminuir los impuestos y sólidamente apoyan los principios del libre mercado.

Pero todavía debe correr mucha agua hasta el proceso de las primarias cuya cinta se corta en enero de 2012, solo que el dinero ya se gasta y también se recauda. Sin un buen capital, nada es posible en la «democracia» estadounidense donde de postularse ahora Abraham Lincoln jamás llegaría a la Presidencia. Romney, por ejemplo, aspira a 50 millones de dólares.

El flirteo con la candidatura apenas empieza y ya se dicen las frases rimbombantes, pero también con cierto tufillo a fascio: «Es hora de que pongamos a Estados Unidos de nuevo en el rumbo de la grandeza…»

Y por ese camino volvamos a Gingrich cuyo último libro —22 hasta ahora y este ya se oferta a un precio muy rebajado— tiene por título Para salvar a América: Deteniendo la secular-maquinaria socialista de Obama… En el volumen dice: «El peligro para América es mayor que cualquiera que haya sido soñado como posible luego de que ganáramos la Guerra Fría, y la Unión Soviética desapareciera en diciembre de 1991. Nosotros enfrentamos ahora una amenaza terrible aquí en casa. Estamos en una encrucijada: o salvamos a nuestro país o lo perdemos». Y esos son los miedos del imperio…

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