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Foreign Affairs: Matar de inanición a los hambrientos

Autor:

Juventud Rebelde

Los biocombustibles pudieran tener efectos todavía más devastadores en el resto del mundo, sobre todo en los precios de los alimentos básicos. Si el precio del petróleo se mantiene elevado —lo que es probable— las personas más vulnerables a las subidas de precio provocadas por la fiebre de los biocombustibles serán las de los países afectados por la escasez de alimentos y de importaciones de petróleo. El riesgo es común para una buena parte del mundo subdesarrollado: en el 2005, según datos de la FAO, la mayoría de los 82 países de bajos ingresos afectados por el déficit de alimentos también constituyen importadores netos de petróleo.

Incluso los grandes exportadores de petróleo que invierten sus petrodólares en la compra de alimentos, como México, no pueden eludir las consecuencias de los incrementos de los precios de los alimentos. A finales del 2006, el precio de la harina para elaborar tortillas en México, que recibe el 80 por ciento de sus importaciones de maíz de los Estados Unidos, se duplicó en parte a causa del aumento de los precios del maíz estadounidense de 2.80 a 4.20 dólares la fanega en los últimos meses. (Los precios se elevaron pese a que las tortillas se elaboran fundamentalmente con el maíz blanco que se cultiva en México porque los consumidores industriales del maíz amarillo importado, que se emplea en la elaboración de piensos y alimentos procesados, comenzaron a comprar la variedad blanca más barata.) El repentino aumento se exacerbó a causa de la especulación y el acaparamiento. Puesto que alrededor de la mitad de los 107 millones de mexicanos viven en la pobreza y tienen en las tortillas su principal fuente de calorías, las protestas no se hicieron esperar...

El Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), en Washington, D.C., ha presentado estimados aleccionadores sobre la posible repercusión internacional de la creciente demanda de biocombustibles. Mark Rosegrant, director de una de las divisiones del IFPRI, y sus colegas prevén que en vista de que los precios del petróleo continúan aumentando, el crecimiento vertiginoso de la producción de biocombustibles elevará los precios del maíz en un 20 por ciento para el 2010 y en un 41 por ciento para 2020. Se pronostica de igual modo que los precios de las semillas oleaginosas, entre las que se incluyen la soya, la colza y el girasol, aumenten en un 26 por ciento para el 2010 y en un 76 por ciento para el 2020, y los precios del trigo en un 11 y en un 30 por ciento para el 2010 y el 2020, respectivamente. En las zonas más pobres de África subsahariana, Asia y América Latina, donde la yuca constituye un alimento básico, se espera que el precio crezca en un 33 por ciento para el 2010 y en un 135 por ciento para 2020...

La producción de etanol a partir de la yuca pudiese representar una seria amenaza a la seguridad alimentaria de los más pobres del mundo. La yuca (...) aporta un tercio de las necesidades calóricas de la población de África subsahariana y constituye el alimento básico de más de 200 millones de los habitantes más pobres de África...

Los participantes en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996 acordaron reducir la cifra de hambrientos crónicos en el mundo (...) de 823 millones en 1990 a cerca de 400 millones para el 2015. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos por las Naciones Unidas en el 2000 expresan el compromiso de reducir a la mitad la cantidad de desnutridos crónicos del mundo de un 16 por ciento en 1990 a un ocho por ciento para el 2015. No obstante, en términos realistas, es probable que la alternativa de los biocombustibles agrave el hambre mundial. Varios estudios de economistas del Banco Mundial y otras instituciones sugieren que el consumo de calorías entre los pobres del mundo disminuye aproximadamente un 0,5 por ciento cada vez que los precios promedio de los alimentos básicos más importantes se incrementan en un uno por ciento...

En una investigación sobre la seguridad alimentaria mundial que realizamos en el 2003, pronosticamos que de acuerdo con las tasas de crecimiento económico y demográfico, la cifra de hambrientos del mundo se reduciría en un 23 por ciento, casi 625 millones de personas, para el 2025, siempre que la productividad agrícola creciera de forma tal que se pudiesen mantener constantes los precios relativos de los alimentos. Sin embargo, si los demás factores no varían y se elevan los precios de los alimentos básicos a causa de la demanda de biocombustibles, como sugieren las proyecciones del IFPRI, la cantidad de personas que en el mundo no tienen su seguridad alimentaria garantizada aumentará a más de 16 millones cada vez que se incremente en un uno por ciento el precio real de los alimentos básicos...

Los más pobres del mundo ya invierten entre el 50 y el 80 por ciento de los ingresos totales de sus hogares en la compra de alimentos. Para los muchos que entre ellos son trabajadores agrícolas sin tierra o agricultores rurales de subsistencia, un aumento significativo en los precios de los alimentos básicos equivaldrá a desnutrición y hambre. Algunos caerán del borde de la subsistencia al abismo de la inanición y muchos más morirán a causa de una multitud de enfermedades relacionadas con el hambre. (Foreign Affairs, Estados Unidos. Mayo/Junio de 2007)

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