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Se mira y no se toca

Los especialistas advierten que la solución está en no tocarse los ojos, hacerse la idea de que no existen. Y en caso de contagio permanecer aislado

Autor:

Mayte María Jiménez

Por un momento, trate de pasar lista a los lugares y objetos en que ponemos las manos durante un día. Seguramente llegará a la conclusión de que resulta imposible. Desde que despertamos existen un sinnúmero de espacios: los muebles y superficies del hogar, la puerta… Ya en la calle, los pasamanos de las guaguas, los cierres de los carros, los picaportes, ventanas, mesas y sillas del trabajo o la escuela, el saludo a los amigos, los papeles, y ahora los promiscuos teclados de una computadora.

En cada movimiento nuestro cuerpo tiene contacto con una infinidad de gérmenes, invisibles pero muy contagiosos que pasan a la boca, a la nariz, a la piel y ahora, peligrosamente, a los ojos.

Por eso, «los ojos no se tocan», advierte la doctora Sonia Resik, responsable del Laboratorio de Enterovirus del IPK, donde se atienden enfermedades como la poliomielitis, la meningoencefalitis viral, y la tan molesta conjuntivitis que afecta a no pocos cubanos.

Conocida como una inflamación de la conjuntiva, una membrana mucosa que recubre la superficie interna de los párpados y la superficie externa del globo ocular en su cara anterior, esta enfermedad es una infección que se caracteriza por enrojecimiento, inflamación, sensación de cuerpo extraño al parpadear y exceso de sensibilidad del ojo a la luz.

Aunque puede ser consecuencia de un cuadro alérgico, o una infección bacteriana, entre otros detonantes, la conjuntivitis más agresiva es la viral por su alta transmisibilidad y resistencia, a pesar de las medidas de control tomadas por el hombre.

«Este es un virus altamente resistente y contagioso, pues cuesta mucho trabajo eliminarlo del ambiente en que vivimos cuando hay un brote», alerta la doctora Resik.

Según explicó, en el mundo hay dos virus que pueden producir la conjuntivitis de carácter epidémico. «Uno es el enterovirus 70, que no circula desde la década de los 80, y el otro es el Coxaquie A24, causante desde entonces de los brotes epidémicos».

ENFERMO SOLO EN CASA

Cuando amaneció, Rosalía no podía ver. La noche anterior se había acostado completamente sana, pero en la mañana apenas podía abrir los ojos, «estaban como pegados» y muy rojos. Imaginaba qué era, pero prefirió quedarse en casa a esperar a que mejorara para salir a su trabajo.

Al ver que la molestia permanecía se puso unos espejuelos oscuros y se fue a la calle. Como diariamente hacía, tomó la guagua, y manipuló lo que siempre tocaba en su vida cotidiana. Como tantas otras personas no pensó en la amenaza que representaba para la comunidad.

Historias como esta son muy comunes. Obviando la responsabilidad ciudadana, muchos violan las indicaciones y medidas orientadas por los médicos para evitar la propagación de estas enfermedades, y el desarrollo de una epidemia.

Ubicada en un contexto donde coexisten otros virus tan peligrosos como la Influenza A (H1N1) y el dengue, la conjuntivitis, si bien no es mortal, ha devenido una infección altamente contagiosa en todo el país.

Según señala la doctora Resik, uno de los problemas de la enfermedad es que no hay toma del estado general, o sea, el individuo se siente bien y sale a la calle con espejuelos oscuros, convirtiéndose en un factor contaminante.

«El paciente debe hacer su reposo completo en la casa. La persona infestada no puede salir a la calle, al trabajo o la escuela, pues está comprometiendo la salud de individuos sanos», destacó.

La especialista comenta que a pesar de que este padecimiento tiene un período de incubación muy corto, la etapa de transmisión permanece mientras hay secreción ocular, lo que ocurre entre cuatro días y una semana desde el inicio de los síntomas.

Aunque hay quienes desarrollan la enfermedad de manera benigna, los pacientes pueden llegar al estado hemorrágico y sufrir daños en la salud ocular. Al estar los ojos más sensibles por la carga viral pueden sumarse infecciones bacterianas que complican el cuadro de conjuntivitis.

Además, alerta la doctora, las personas no pueden automedicarse. Si se presenta algún síntoma o molestia hay que acudir de inmediato al médico y no seguir los «rumores» o consejos de algunos individuos.

«Cada paciente puede llevar un tratamiento diferenciado de acuerdo con el nivel de gravedad de su infección. No hay receta definitiva, lo más importante es tomar las medidas higiénicas: no tocarse los ojos, lavarse continuamente las manos, no intercambiar objetos de uso personal, solo así se frenará la epidemia», advirtió.

—¿Hay alguna causa para la aparición de estos brotes?

—La conjuntivitis es una enfermedad que circula en el mundo normalmente. Por eso es tan importante mantener mecanismos de contención en las fronteras, pero el individuo puede venir en una fase asintomática o en el período de incubación, y estar transmitiendo el virus sin ser detectado.

«Esta infección se desarrolla fundamentalmente en países de climas tropicales y subtropicales, donde la temperatura es más alta y se genera un ambiente propicio para los gérmenes», comenta.

«Por ello es que insistimos en las medidas de prevención. Aunque Cuba no tiene endemia de la enfermedad la población es la que más puede cooperar en la erradicación del contagio», afirmó.

¿CICLO SIN FIN?

Como un círculo vicioso el virus de la conjuntivitis pasa de los lugares infectados a las manos, contagia los ojos y luego, al transferirse las secreciones oculares, se recircula en los objetos que tocamos.

«Los pasamanos de las guaguas, los objetos que intercambiemos con las personas, el saludo, las superficies, los frascos de colirio, fomentos, lápices y gomas en el caso de los niños, constituyen una fuente de transmisión muy cotidiana», acotó.

Una de las principales zonas de amenaza lo son entonces, advierte la experta, las comunidades cerradas como las escuelas, los círculos, los centros de trabajo, o la familia, donde el virus se disemina rápidamente, produciendo brotes epidémicos que pueden ser incontrolables si no se cumplen las medidas recomendadas.

«Las personas no pueden tocarse los ojos, hay que lavarse las manos constantemente porque no sabemos dónde está el virus, no prestarse los objetos personales como los lentes de contacto, espejuelos, pañuelos», aseguró.

Las investigaciones indican que ante cada infección los ojos no desarrollan una inmunidad de por vida, sino que permanece unos dos o tres años. «Por eso hay que mantener las costumbres y medidas de prevención para evitar una reinfección», apuntó.

Más allá del eslogan, los especialistas advierten que la solución está en no tocarse los ojos. Es como si nos hiciéramos a la idea de que no existen en la cara, al menos en los períodos de brote cuando hay mayor contagio.

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