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La mala mezcla de la ineficiencia

Acortar los tiempos de ejecución de las obras, en un país que no puede seguir sosteniendo la ineficiencia, impone que los recursos estén a tiempo, exigencia a todos los niveles y buena atención a los constructores

Autor:

Marianela Martín González

Un cambio de mentalidad para abolir viejas prácticas se propone por estos días en asambleas con los constructores. La práctica de extender el horario de trabajo de diez y hasta 14 horas diarias en obras importantes, y luego semiparalizarlas o paralizarlas totalmente, tres veces al año, era usual en el sector.

Esto provoca ineficiencia que incide de forma directa en el incumplimiento del proceso inversionista y las consecuentes pérdidas para la economía nacional. Además sobre los propios trabajadores pesaba la incomodidad de trabajar más horas diariamente.

Según explicaron autoridades del MICONS, paralizar totalmente una obra o parte de ella, compromete el avance en la misma. Los efectos de ese sistema se manifiestan en los territorios o polos constructivos, donde la mayoría o la totalidad de las fuerzas están albergadas. Por lo general en esos polos se ejecutan obras de prioridad económica o beneficio social.

Se aprobaron transformaciones al régimen de trabajo y descanso de los obreros que las ejecutan. Una de estas propuestas es laborar jornadas de ocho horas diarias con máxima intensidad, pero en doble turno de trabajo. También en las asambleas con los trabajadores se discute la modificación del sistema de pases masivos a vacaciones escalonadas.

En estas consultas que tienen lugar en todo el país, se ha explicado la manera en que se recompensa a los trabajadores que laboran en las obras priorizadas, para los cuales se aplicó un sistema de estimulación en CUC.

Dicha estimulación depende de la labor que realiza cada trabajador, y está en función de los resultados del trabajo, por lo cual algunos han superado la cifra de cien CUC mensuales adicionales al salario.

Mejoras para el entorno

La Planta de Tratamiento de Residuales que se ejecuta en Luyanó, una vez puesta en marcha, ayudará a eliminar la carga contaminante de cerca de 60 000 viviendas y pequeñas industrias aledañas al río de esta localidad. Para que esto sea tangible en el menor tiempo posible hace falta que los recursos estén en el momento adecuado a pie de obra, mejoren la atención de los trabajadores y cada parte cumpla su compromiso del contrato: Los inversionistas, los proyectistas y los ejecutores deberán mirarlo así.

Lo anterior se recalcó en la asamblea con los trabajadores de la Brigada 5 del Contingente Blas Roca, responsable de la terminación de esta obra, la cual se encuentra cerca del 40 por ciento de ejecución desde que inició hace poco más de un año.

«Hay que saber que trabajar de noche requiere de una buena alimentación, máxime si se hacen labores tan rudas como las que hacemos nosotros», dijo el constructor Manuel Lores, quien confía en que haya un buen desempeño de la brigada luego de discutirse los temas sometidos a debate.

No tenerle miedo al doble turno es ciencia probada en esa brigada, subrayó Alexander Morejón, pues llevan más de veinte años haciéndolo cuando ha hecho falta. Ese sistema bien diseñado ayudará a atraer nuevos brazos para la brigada y adelantar las obras, pero eso requiere de nuevas condiciones. «Una noche en la construcción no es igual a trabajar de día. Aplicar sin condiciones un doble turno puede espantar a los constructores en lugar de atraerlos».

Roberto Despaigne dijo que se debe tener conciencia del porqué de los cambios, y estar preparados para entender que la economía tiene que ser sostenible. Que no se puede gastar más de lo que producimos. Es importante conocer porqué los pases no pueden ser masivos, y la construcción debe ser un proceso de producción continua, pero lleva un consenso de organización de la obra.

«Los que se queden trabajando tienen que tener lo necesario para quedarse en sus puestos. Sucede que a veces se quedan por gusto, y eso trae gastos en lugar de ganancias», acotó Despaigne.

Lázaro Valladares, asesor jurídico del Contingente Blas Roca, considera que la comprensión de los trabajadores ha sido palpable y que la administración tendrá que hacer su parte. Deberá garantizar la transportación para llegar a tiempo a la obra, y elevar la atención a sus obreros. «No es ofrecer villas y castillas, pero sí una atención decorosa para los trabajadores».

Apuntó que la administración deberá garantizar la estimulación el mismo día que se paga el salario. No de manera diferida, como se ha hecho en otros tiempos, y ha distorsionado el verdadero sentido de la estimulación. Pues si el esfuerzo lo hizo un trabajador, en un período determinado, no es lógico que cobre por él tres meses después.

Rectificar es de sabios

Como explicó Giovanni Acosta, director de Operaciones de la capitalina Empresa Constructora Caribe, aplicar esas medidas genera beneficios para la economía del país y para los propios trabajadores. No obstante, todos los procesos de cambio generan alguna resistencia. Los debates se debieron realizar en cada colectivo de ejecución, como se está haciendo ahora.

En estas asambleas han salido a relucir irregularidades en la aplicación de lo establecido. Se han confrontado problemas con la aplicación de algunas normas que fueron sobrecumplidas con facilidad, y esto trajo como consecuencia retardo en los pagos de la estimulación, problemática que hoy se discute con fuerza cara a cara entre los constructores y sus jefes.

Enrique Ferrer, masillero de la Empresa Constructora Caribe, trabaja actualmente en la ampliación del Hotel Copacabana. En la sesión de consulta realizada a pie de obra con su brigada, planteó ser consecuentes con todo lo que se les está solicitando a los constructores, pero pidió que los materiales estén a tiempo, pues si no, regresan a la misma situación que había antes de que se produjeran estos debates.

«En cuanto a las vacaciones, al que le tocó le tocó. Cuando hay que trabajar, no podemos desentendernos porque sea tal o más cual día. El deber es el deber y con eso no hay problemas. Pero hacen falta materiales a tiempo. Es doloroso que se aparezcan con estos a fin de año, si nos hemos pasado días sin hacer nada por no tener lo necesario».

Establecer la disciplina y organizar bien los recursos materiales y humanos es el camino a seguir, considera Manuel Bertod, también albañil de la Empresa Caribe, quien asegura que lo más difícil no es convencer a los trabajadores, sino cambiar la manera en que algunos jefes conciben la labor de los constructores. «Sin mezcla un constructor no es nada y lo único que hace es florear e inventar», advirtió.

Francisco Díaz, director adjunto del Grupo Empresarial MICONS en Ciudad de La Habana, considera que el asunto es multifactorial. El atraso del pago de las estimulaciones salariales y vinculaciones es por negligencia administrativa.

Explicó que las obras se preparan con un presupuesto y un fondo de salario, el cual es administrado por una brigada o por una empresa de servicios ingenieros. Todas las actividades se valoran en función del presupuesto evaluado, por lo que lo destinado al salario debe estar asegurado.

«Si no hubo dinero para pagarles las diferentes actividades es porque hubo una mala administración, o hay dinero y no se aplicó correctamente la política salarial».

Afirmó que se le está pidiendo a los constructores más esfuerzo y organización, pero eso mismo hay que hacerlo con los técnicos y los jefes a todos los niveles.

Francisco reconoció que quedan un grupo de deficiencias por eliminar para poder responder satisfactoriamente al llamado que está haciendo la dirección del país. «Hay que ir a los colectivos laborales con los programas de ejecución y el balance de la fuerza de trabajo. Eso es lo que indica dónde están los picos, cuáles son los que podemos sacar de pase, quiénes son los que deben permanecer en la obra por la urgencia del momento. Nada de esto quiere decir que cuando alguien tenga un problema personal no se atienda, y se le dé la oportunidad de resolverlo».

Para lograr lo que estamos debatiendo, hay que decirles a los constructores que obras como la ampliación del Copacabana se presentan con un estudio de factibilidad. Eso significa que el país tiene que poner dinero por adelantado, para ver el tiempo en que esa inversión tiene que empezar a dar frutos. Y ese dinero se tiene en cuenta para adquirir insumos y productos que el país necesita para continuar funcionando.

Cada cual a lo suyo, es el mensaje de estas reuniones que dejan bien claro que el constructor es parte de una cadena, en la cual el inversionista debe cumplir su parte y velar, entre otros asuntos, por la calidad de las obras.

Hay un maleficio gitano que reza: «Albañiles tengas en tu casa». Para los cubanos el verdadero embrujo no es ese, sino que la indisciplina eche raíces en sus obras y los constructores fluctúen y sean menos eficientes y productivos por falta de lo que casi a coro solicitan para trabajar: mezcla, organización, exigencia y buena atención.

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