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Tres canciones de una vida

Gilberto Aldanás Gutiérrez, uno de quienes grabaron en secreto el Himno del 26 de Julio, cumplió 70 años de vida artística

Autor:

Luis Hernández Serrano

Una de las personas que grabó clandestinamente el Himno del 26 de Julio, Gilberto Aldanás Gutiérrez, ha cumplido 85 años y lo ha hecho cantando aún —como lo hizo primero en el cuarteto de Carlos Faxas y después en el de Los Modernistas— a la vez que celebra sus 70 años de vida artística, pues comenzó a los 15, el 8 de marzo de 1941.

En la cabecera de su cama, Aldanás tiene el libro 300 boleros de oro, del crítico, poeta, percusionista y musicólogo Helio Orovio, fallecido hace relativamente poco tiempo. En el texto están a mano las letras que tanto ha cantado en su trayectoria desde los nueve años, cuando comenzó a cantar en las dos estaciones comerciales de radio de Matanzas: la de la Casa Mechoso y la de los Trajes Realto.

Aldanás nació en Matanzas el 2 de marzo de 1926, y su vocación empezó por su madre, Gloria Gutiérrez Gutiérrez, quien cantaba «como un ángel enamorado». «Nos crió a todos, seis hermanos, cantándonos. Aún vivimos cinco. Con el tiempo, además, canté en una compañía infantil que fundaron las hermanas Aguiar. Pero mi debut profesional fue en Varadero, hace siete décadas, con el Trío Pichardo, que conmigo, curiosamente, era “un trío de cuatro”, los viernes, sábados y domingos. Además, cantamos en La Bolera, El Castillito y La Gruta».

Aquel 2 de marzo de 1941, cuando cumplió 15 años, su padre, Ruperto Aldanás Miret, le dijo que por ser muy pobre, no podía darle una carrera artística ni universitaria, y que a partir de ahí podía escoger la profesión que le hiciera más feliz.

«Al otro día empecé con el Trío Pichardo, pues su director, Sergio, me conocía de mis actuaciones en un dúo con Frank Domínguez al piano y yo cantando, desde los 12 años».

Sergio Pichardo le enseñó a tocar las maracas y con los años estudió música, pero su instrumento favorito ha sido su garganta.

«En Matanzas entonces —como aún hoy— había un gran ambiente cultural. Y mi asidero fueron cuatro figuras célebres cubanas: Frank Domínguez, Felipe Dulzaides, Rafael Somavilla y Ñico Rojas».

Los cuatro se fueron para La Habana, luego de graduarse en el bachillerato, mientras que Gilberto, en 1946, iba y venía, hasta que se instaló en la capital, definitivamente, en 1948.

«El primer trabajo que hice no fue cantar, sino cargar… sacos… en los muelles de la Wordline». Evoca que cantó en una orquesta emblemática, La Sonora Matancera, luego de hablar con el director, Rogelio Martínez, compañero de estudios de su padre. El arreglista, Severino Ramos, le hizo la prueba y lo aceptaron.

«Con ellos grabé dos boleros de Humberto Jauma, un compositor que andaba con los fundadores del filing, modalidad que tuvo, además del Callejón de Hamel, otros puntos de origen, como la casa de Jorge Mazón, en Marqués González; y la de Luis Yánez, en Zanja y Belascoaín».

Los dos boleros de Jauma se grabaron con La Sonora… y a los 15 días llegaron a estar en La Pizarra Roja.

Aldanás estuvo después en Los Llopis Dulzaides. El primer cantante que tuvieron fue él, hasta que entró Javier, un primo de Felipe Dulzaides. Gilberto debutó en la Televisión en el Álbum Phillips, en el Canal 4.

«Algo simpático: el productor, Bulnes, me dijo que no me aceptaba, porque yo no llevaba las partituras. Le expliqué que no lo hice porque había cantado antes con la orquesta de Rafael Somavilla. Al oír esto Adolfo Guzmán, presente en ese momento allí, le dijo que entonces yo podía cantar con él. Y empecé con dos bombazos de César Portillo de la Luz: Contigo en la distancia y Tú, mi delirio».

Por esos días Julio Gutiérrez, director musical del Canal 4, quiso formar un cuarteto masculino y empezó con el de Carlos Faxas, surgido en 1951, con César Más, Orlando Noriega, Orlando Morales y él.

«Faxas tuvo que irse al exilio y me quedé al frente del cuarteto. Viajamos a Colombia y allí me sorprendió la caída del dictador Rojas Pinilla. Por cierto, aparezco en una revista Life, en la calle, entre los jóvenes que protestaban, haciendo la señal de la “V” de la victoria. Pero tuve que regresar a Cuba, aunque no quería hacerlo mientras estuviera Batista. Así fui testigo de la caída de varios dictadores, incluyendo a Gerardo Machado, cuando yo tenía siete años».

Al correrse la voz de que él grabó clandestinamente el Himno del 26 de Julio, los empresarios no quisieron contratarlo; se le hizo imposible actuar en Cuba y tuvo que ir con el cuarteto para Venezuela, donde vio la caída de Marcos Pérez Jiménez.

Estaba fuera de Cuba el primero de enero de 1959 y al regresar, el día 9, ve a Carlos Faxas, quien había sido nombrado secretario general de los músicos y no podía continuar en el cuarteto.

Él y Fernando Mulens como director artístico se encargaron de mantener la agrupación, pero cambiándole el nombre por el de Los Modernistas, con dos nuevos cantantes: Miguel de la Uz y Yolanda Brito. Con ese cuarteto estuvo desde 1959 hasta 1975, en que partió hacia Angola en misión internacionalista militar, de la que, por ejemplo, no olvida la batalla de Catofe.

El romance-desengaño

Asegura que tres números musicales son los más impactantes de su vida: el Himno del 26 de Julio, de Agustín Díaz Cartaya; Flor de ausencia, de Julio Brito, y Anoche te sentí, de Agustín Lara.

«Ya se conoce que grabé el Himno del 26…, pero mis anécdotas relacionadas con Flor de ausencia y Anoche te sentí nunca las he hecho.

«Flor de ausencia se la canté a mi segunda y actual esposa, Yolanda Acosta García, cuando trabajaba en la galería Amelia Peláez, del Parque Lenin capitalino. Eso ocurrió poco después de ser ella la portadora de un trofeo que me entregaron allí y, al dármelo ¡no me besó! A partir de ese momento le seguí los pasos y una tarde se la dediqué y eso nos unió hasta el día de hoy».

Agustín Lara vino a La Habana a filmar la película Tropicana, en el mismo cabaret y en el Hotel Copacabana. Por ausencia de sol se aplazó la filmación y las modelos de Tropicana invitaron al célebre compositor azteca al bar del sótano, donde había un buen piano de cola.

«Le dije: “Maestro, toque Anoche te sentí”. Al oír esto, da un acorde brusco y fuerte en el piano, se viró para mí y me preguntó: “¡Muchacho!, ¿cómo conoces ese número?”. Le expliqué que Frank Domínguez y yo copiamos letra y música en un espacio de la emisora WXEW, de México, que se oía en Cuba bien y lo montamos. Yo lo cantaba y él me lo acompañaba al piano».

Agustín Lara le preguntó también si se atrevía a cantarlo de nuevo. Y al hacerlo, mientras tocaba, al Flaco de Oro se le salían las lágrimas.

«Después me confesó aparte: “Yo no canté ese bolero nunca más. Se lo compuse a María Félix, por un romance hondo que viví con ella en un hotel de Acapulco, durante varios días. Una noche me pidió que la dejara salir a dar una vuelta con unos amigos. Yo me quedé solo, ¡pero despierto! Regresó muy tarde, de madrugada, y la sentí llegar con un hombre, decirle cosas que a mí no me había dicho, y besarlo como no me había besado a mí. ¡De ahí nació ese número!».

Cuando grabamos el Himno del 26…

Gilberto Aldanás fue uno de los cuatro cantantes que grabó en secreto, el 15 de febrero de 1957, el Himno del 26 de Julio, pedido por Fidel y compuesto por el moncadista Agustín Díaz Cartaya. Los otros fueron Manón D’Asper (fallecida), Enrique Herrera y Sonia de Aragón, acompañados por Carlos Faxas al piano y otros cuatro músicos, y auxliados por dos técnicos de audio. Se hizo en un estudio de Radio Cadena Habana, emisora entonces ubicada en los bajos del Centro Gallego.

Como Carlos Faxas cayó preso, acusado de participar en un sabotaje en la Feria Agropecuaria de Rancho Boyeros, y ellos pensaron que había sido por la grabación del himno, casi todos rompieron el disco de acetato, menos Manón y Aldanás. Faxas, cuando lo soltaron, partió al exilio a Estados Unidos. Aldanás se quedó al frente del cuarteto y le mandó a Faxas los únicos dos discos en su poder, para salvarlos.

Fueron enviados a Venezuela y de este país hacia la Sierra Maestra, de modo tal que el Che lo comenzó a transmitir diariamente a través de Radio Rebelde.

Anoche te sentí

«Anoche te sentí / cuando llegaste, / y no quise moverme, / me dio pena. / Fingí dormir y cuando / tú me besaste, / sentí que despertaba con tus besos. / Escuché tus palabras, / lo oí todo, / hasta lo que tú nunca pronunciabas… / ¡Todo lo que tú inventas a tu modo! / Anoche te sentí cuando llegaste, / anoche te sentí».

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