Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Dicha grande

Recuerdan desembarco de José Martí y Máximo Gómez por La Playita de Cajobabo, el 11 de abril de 1895

Autor:

Armando Hart Dávalos

En la noche del 11 de abril de 1895, envueltos en la oscuridad, con el mar tormentoso y bajo lluvia gruesa, en un bote con el timón perdido se aproximan a la tierra cubana José Martí y Máximo Gómez, junto a otros cuatro patriotas. Como un alivio, en medio de tanta adversidad, una luna roja ilumina el momento del desembarco en una pequeña playa pedregosa en la costa sudoriental, que Martí nombra en su diario como La Playita, al pie de Cajobabo. En ese mismo diario define emocionado ese primer contacto con la tierra cubana con la frase «Dicha grande».

Se inicia un recorrido por el territorio de su amada Cuba que duraría 38 días hasta su caída en combate en Dos Ríos y que hoy recordamos, en el aniversario 117 de aquel desembarco, con respeto y admiración, como parte de la memoria sagrada de la patria.

Al desembarcar en Cuba, Martí estaba consciente que debía enseñar con el ejemplo y sin ser un guerrero asumió el reto de venir a encabezar, junto con Gómez y Maceo, la guerra de independencia que había organizado y convocado. Ese sentido ético es la razón más profunda para venir a Cuba y poner su propia vida en la balanza del peligro: «El hombre de actos —había dicho él— solo respeta al hombre de actos (…) ¡La razón, si quiere guiar, tiene que entrar en la caballería! y morir, para que la respeten los que saben morir».1 Estaba consciente de que ese era el único modo de ejercer con sus ideas una influencia mayor para el presente y futuro.

Como he señalado antes, el valor de su decisión heroica está en que ella constituía una exigencia de la tarea política y revolucionaria que se había planteado. Guiado siempre por principios éticos, sabía que era necesario predicar con el ejemplo incluso a riesgo de su propia vida.

Se ha convertido en una necesidad para la cabal comprensión de los procesos en marcha hoy en Estados Unidos profundizar en el pensamiento martiano, que nos ofrece una visión precisa de la época que le tocó vivir y de la historia de aquel país a fines del siglo XIX, sus costumbres, su acelerado desarrollo económico, los procesos electorales inescrupulosos y corruptos, las carencias en su vida espiritual junto a la más nítida y fascinante descripción de las ideas que se gestaban en esa nación en la antesala de su estreno como potencia imperialista, precisamente con su irrupción en la guerra que libraban los cubanos contra España para despojar a esta de los restos de lo que fuera su imperio colonial en América y en Asia.

Impresiona comprobar lo acertado de sus previsiones, veedor profundo, de una intuición y capacidad de análisis y de proyección de futuro realmente sorprendentes.

Hoy es más necesario que nunca antes promover los valores humanistas presentes en el pensamiento de nuestro Héroe Nacional y en la cultura cubana como escudo eficaz para defender nuestra unidad y nuestras conquistas y rechazar las campañas injerencistas y distorsionadoras de nuestra realidad, que en Europa y Estados Unidos se fraguan para aislar y destruir la Revolución.

Estamos conscientes de la importancia decisiva de esta batalla que libramos no solo por Cuba y su pueblo bloqueado y agredido, sino también por todos los que aspiran a un mundo de paz, igualdad y justicia con alcance verdaderamente universal.

Han transcurrido 117 años de aquel acontecimiento y hoy el legado ético, político y filosófico de José Martí se ha convertido en un referente indispensable para encontrar los caminos prácticos que nos permitan salvar a la humanidad y a la naturaleza de una debacle de proporciones incalculables.

Por eso, podemos afirmar que Martí sigue vivo y actuante entre nosotros y que, al igual que la Generación del Centenario ayer, que no lo dejó morir a los cien años de su natalicio, cuando Fidel Castro lo proclamó como el autor intelectual de la Revolución Cubana, estamos llamados a preservar su rico legado para las generaciones presentes y venideras y a promover desde la familia, la escuela, y los medios de comunicación masiva, sus ideas patrióticas y antiimperialistas y a darles continuidad a sus enseñanzas éticas y políticas en el relevo más joven.

1 José Martí: “Discurso en conmemoración del 10 de Octubre de 1868”, Nueva York, 10 de octubre de 1890, en Obras completas, t.4, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, p. 252.

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