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Para no cercenar el futuro

En Playa Blanca se ha puesto mucho énfasis en las medidas para revertir el ordenamiento constructivo y medioambiental en las zonas costeras. Holguín es una de las provincias más vulnerables del archipiélago en ese sentido

Autor:

Héctor Carballo Hechavarría

HOLGUÍN.— El terreno que por naturaleza pertenecía a la duna de la playa, aparece ahora a la vista no solo despojado de las habituales casas de madera, metal y concreto que la violentaron, sino, además, sembrado con posturas de distintas especies costeras.

En la localidad de Playa Blanca, municipio holguinero de Rafael Freyre, hoy pertenecen al pasado las 57 instalaciones de propiedad estatal que, desde finales del año 2010, fueron declaradas ilegales en materia de ocupación del suelo, regulaciones urbanísticas y medioambientales.

Inicialmente, su completa erradicación estaba contemplada en un cronograma hasta el venidero 30 de noviembre, aunque, cada una de esas construcciones fue demolida hasta sus cimientos, o retirada durante la primera quincena del pasado mes de septiembre.

En un recorrido de JR por ese balneario, tras ser cumplidas una parte de las medidas de reordenamiento territorial, pudimos advertir que el panorama es diferente, lo que se evidencia no solo en la celeridad con que se ejecutó la erradicación de las construcciones que afectaban la duna, sino en una creciente comprensión sobre las imperiosas razones para hacerlo por parte de los lugareños.

Esta decisión era imperiosa, porque en materia de zonas costeras, la provincia de Holguín está considerada entre las más vulnerables del archipiélago, al poseer una franja de plataforma sumamente estrecha, de apenas un kilómetro de ancho. Con 14 municipios, siete de ellos costeros, sobresalen en el territorio zonas bajas como Gibara, Antilla, Frank País y Rafael Freyre.

Recuperar el orden

Yanisley Reynaldo Mora, directora de Planificación Física en Rafael Freyre, reconoció que, al principio, no faltaron incomprensiones y fue necesario conversar mucho, explicar a los habitantes de Playa Blanca y a los colectivos de los organismos estatales involucrados, lo cual permitió que se restableciera el orden y la cordura.

«Las construcciones que se demolieron pertenecían a unos diez organismos estatales: la Agricultura, la Empresa de Construcciones del Poder Popular, Transporte, Comercio, una empresa del antiguo Minaz y el Micons, entre otros.

De las arenas de la playa se retiraron, también, cercas perimetrales y postes de acero pertenecientes a viviendas particulares. Se reubicaron 17 kioscos, aparatos para juegos infantiles y varios tráileres de veraneo.

«En otras playas de nuestro municipio, como Punta de Garza, Carenero y Jururú, aún quedan seis construcciones ubicadas sobre la zona costera o de protección, en una de ellas ya se trabaja para erradicarla», agregó Yanisley Reynaldo.

Para acometer con la mayor celeridad esta engorrosa tarea, no solo fue necesario destinar cuantiosos recursos financieros, maquinarias y hombres, sino, además, practicar una estrategia organizativa para la recuperación de la mayor parte de los materiales desechados.

«Se designaron, por las autoridades correspondientes, los lugares donde acumular los elementos de madera, de techo, el acero, para posteriormente aprovecharlos en otros destinos. La industria local de materiales de la construcción recuperó buena parte de esos restos para la fabricación de bloques de hormigón», reveló la directora.

Sin embargo, como tampoco se trata de coser y cantar, Yanisley Reynaldo aseguró que las labores para el reordenamiento territorial en Playa Blanca requerirán de un trabajo integral a corto, mediano y largo plazos, para conseguir una recuperación paulatina. Por eso, consideró, en el lugar habrá que incluir la movilización en labores manuales para eliminar de la arena y los acantilados los inevitables restos de materias extrañas.

Convercerse de los porqués

Sobre los hombros de Magdiel Remedios Ortega, especialista del Citma en el municipio holguinero de Rafael Freyre, descansa en buena medida la supervisión de estas medidas. También la necesaria y no pocas veces olvidada labor de educación ambiental.

«Playa Blanca, específicamente, es de tipo arenosa y su zona de protección medioambiental incluye la zona de baño y la duna. Es así que, cuando esas construcciones ilegales estaban, se impidió por años igualmente el disfrute de los bañistas».

Afectada periódicamente por la ocurrencia de eventos climatológicos, y principalmente por el huracán Ike en 2008, los resultados de la erosión en esta zona han propiciado en gran medida la pérdida de grandes cantidades de arena, lo cual se debe a que esas construcciones entorpecían el ciclo natural de movimiento del mar desde y hacia la franja costera o de playa.

«Cuando la energía proveniente de las aguas marinas encuentra obstáculos a su paso, esta no se disipa y termina embistiendo todo lo que encuentra», explicó el especialista.

«Todo proceso de rehabilitación de playas conlleva un gasto considerable de recursos financieros. Para que se tenga una idea: restablecer un metro cúbico de arena cuesta, integralmente, alrededor de 7 000 dólares, si se contratase a una entidad especializada.

«La escasa vegetación del lugar, con presencia de especies ajenas a este ecosistema, también ha favorecido la pérdida de la arena. Si sumamos a lo anterior todas las consecuencias del cambio climático sobre nuestro archipiélago, con el ascenso del nivel del mar por el derretimiento de los casquetes polares, entonces, adoptar una decisión correcta no resulta complicado: o eliminamos los daños erosivos como consecuencia de la actividad del hombre o, sencillamente, nos quedaremos sin algunas playas en el país», aseveró Remedios Ortega.

En medio de este proceso de recuperación, el representante del CITMA en el territorio de Rafael Freyre, señaló críticamente que, aunque ya se comenzó la repoblación con determinadas especies, como la uva caleta, en el municipio no existía un vivero forestal específicamente asignado a la zona de Playa Blanca.

«Recientemente, con la participación del Servicio Estatal Forestal y la unidad de base silvícola municipal, se destinó el vivero de Los Pinos, en las cercanías del poblado cabecera de Santa Lucía, para esta responsabilidad, con lo cual deben incrementarse las especies a una cifra mayor que las previstas, hasta unas 26 en total», acotó.

«El proyecto de reforestación aprobado inicialmente no era el más idóneo y he orientado que el mismo debe reformularse con la recomendación, además, de establecer los convenios correspondientes con instituciones investigativas, como es el Jardín Botánico de la ciudad de Holguín, el cual posee una experiencia concreta en la reconstrucción de ecosistemas costeros», insistió.

Queda mucho por rectificar

Un estudio integral realizado el pasado año en la provincia de Holguín reveló la existencia de más de 200 instalaciones estatales y alrededor de 1 380 viviendas en las playas, de las cuales deben reubicarse en el período 2012-2016 más de 1 070.

De las 131 instalaciones estatales que teníamos previsto demoler, se han acometido ya más de 88 hasta la fecha», informó Orlando García González, director provincial de Planificación Física en Holguín.

En opinión del directivo, en el país todavía muchas personas naturales y jurídicas tienden a desconocer, «entre comillas», las regulaciones establecidas en materia de urbanización. «Y ello no justifica ninguna violación», señaló.

«Sería irresponsable que no pensáramos en las nuevas generaciones. Es un asunto que hay que ver con sentido de país y no con óptica de parcelas», agregó el ingeniero civil Orlando García.

Lo cierto es que, al perderse demasiado tiempo en recobrar la disciplina urbanística, ahora resulta más complicado solucionar el impacto medioambiental causado por la mano del hombre en las zonas costeras.

Encarrilar la disciplina en el cumplimiento de lo legislado en el Decreto Ley 212, del año 2000, que establece las disposiciones para la delimitación, la protección y el uso sostenible de la zona costera y su área de protección, no es solo un apremiante objetivo en marcha, sino una responsabilidad de cara a las nuevas generaciones de cubanos.

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