Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Un abrazo para Jorgito

Un delegado cubano al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, como los Cinco, nos da lecciones de valentía

Autor:

Nyliam Vázquez García

El claxon del auto le avisó. Él bajó de prisa, pero con cuidado y cuando se abrió la puerta de la guagua tenía un montón de brazos esperando para estrecharlo.

—¡Mi vida, ¿cómo tú estás?!, le dijo Magali, la madre de Fernando.

—Oye, pero qué contentos estamos con tu selección como delegado al Festival, apuntó Mirta, la madre de Tony.

—Nos enteramos y dijimos: Tenemos que pasar a ver a Jorgito. No podíamos irnos de Camagüey sin venir hasta aquí, sin pasar a felicitarte, subrayó Irma, la madre de René.

Y Jorgito sigue repartiendo besos y sonríe, feliz con la sorpresa. No son solo los familiares de los Cinco quienes han querido sacar tiempo para él, son su familia, los seres queridos de esos tíos que están tras las rejas, inspiración de su vida, por los que no se cansa de luchar.

Jorge Enrique Jerez Belisario forma parte de la delegación cubana al XVIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que ahora está en Ecuador. Para él lo más importante, como le comentó a las madres de los Cinco días antes de la partida hacia la nación sudamericana, fue el hecho de ser seleccionado por sus compañeros.

Todos los días Jorguito, a sus 20 años, nos da una lección de vida, lo mismo que Gerardo, Antonio, Fernando, Ramón y René. En su blog: Jorgitoxcuba, que cuenta con un logotipo diseñado por Gerardo Hernández,  (http://jorgitoxcuba.wordpress.com/), el muchacho asegura: «Soy un joven discapacitado camagüeyano que ha logrado llevar a cabo sus más ambiciosos sueños gracias a la Revolución cubana»; y más adelante nos hace partícipe de un secreto a voces: «buena parte de la inspiración para alcanzar mis metas, la encontré en la historia de Cinco héroes cubanos, quienes actualmente guardan injusta prisión en cárceles norteamericanas. A ellos también dedico mis escritos».

A pesar de la parálisis cerebral infantil mixta que sufrió de pequeño y que ha convertido su vida en un constante batallar por salir adelante, por vivir a plenitud, más allá de limitaciones, Jorgito se está haciendo periodista en la Universidad Ignacio Agramonte de Camagüey, estudia, actualiza su blog, se escribe con los Cinco, juega ajedrez con Tony, ayuda en las actividades que organiza la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en Camagüey, intenta que sus padres no se preocupen demasiado, va al teatro….

Cómo habría sido su vida si no fuera cubano? ¿Habría sobrevivido? Su mano derecha prácticamente inmóvil le recuerda todo el tiempo que nació y vive en este país. El medicamento que le habría evitado, incluso una operación, no es el otro que el Botox, altamente demandado en la industria de la medicina estética. Un bulbo en EE.UU, como el mismo comenta, cuesta unos 90 dólares, pero a causa del Bloqueo, Cuba tiene que adquirirlo en Europa o en otros mercados a 470 dólares. Para Jorgito la cicatriz de diez puntos que tiene en su brazo derecho se la debe al bloqueo. De su suerte de ser cubano, de las marcas de su existencia seguramente ha comentado en Ecuador.

Él sigue soñando en grande aunque no pueda mover su mano, aunque a veces pierda el equilibrio y caiga al suelo de bruces. Jorgito se levanta, Jorgito sigue.

A las madres, a Chabela, hermana de Gerardo, a Yadira, la Sobrina, a Laura, una de las hijas de Ramón, les contó de la emoción del día que lo eligieron como delegado al Festival, mientras su padre comenta de las preocupaciones: «Ya le hemos dicho que tiene que prestar mucha atención, el sabe de sus limitaciones, imagínese, el niño va solo». Pero él brinca como un resorte, tiene la necesidad de aclarar: «Escuchen, el niño, ya no soy un niño, ya tengo 20 años». Y los familiares se ríen y tranquilizan a esos padres: «No se preocupen, ya verán que siempre tendrá una mano amiga que lo ayude».

Con esa certeza uno ya se imagina a este joven creciéndose en el centro del mundo, dando, si acaso eso es posible, más motivos para el orgullo de sus padres y su hermana, de los familiares de los Cinco, de esos tíos, que aún tras las rejas no dejan de alentarlo, no dejan de hacer lo mismo que el propio Jorgito, mantenerse firme, luchar.

El claxon ya suena. Hay que partir. Jorgito vuelve a ser estrechado.

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