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Ya no será jugar a la escuelita

El país está por comenzar a graduar una nueva generación de maestros, que deberá no solo resolver el déficit de docentes en las enseñanzas Preescolar, Primaria y Especial, sino enfrentar una revolución formativa en esos niveles

Autor:

Margarita Barrios

La primera vez que se «enfrentó» a un aula, sus «alumnos» eran imaginarios, amiguitos del barrio, o las muñecas… La escuelita era entonces su juego preferido. A esa edad no podía imaginar que todo terminaría en serio.

A punto de graduarse en una escuela pedagógica, ya sabe que pararse ante un grupo de alumnos, y merecer ser llamada  «maestra», está muy lejos de resultar un simple entretenimiento, y mucho menos una travesura o un retozo.

Pero ello no la atormenta, porque María Karla Alonso se siente feliz al hacer realidad un sueño que comenzó en la inocencia de la infancia, y porque sabe, por herencia, que esta es la profesión más hermosa, en la que todo es amor y dedicación.

Esta joven es nieta de alfabetizadores, y asegura que las historias de sus abuelos, el orgullo con que hablaron siempre del magisterio, la hicieron elegir ese camino.

«Vivo cerca de Punta Gorda, en Cienfuegos, y realicé mis prácticas en la escuela Juan Suárez del Villar del Sol, en un aula de tercer grado. Ver cómo aprenden, participan y me esperan cada día con una sonrisa es un premio», refiere.

El déficit de docentes en esa enseñanza, en años recientes, le ha planteado un serio desafío a la educación cubana, que ha intentado hallar soluciones, también mirando a lo mejor de su tradición. Así, hace cuatro cursos escolares se reabrieron las escuelas formadoras de maestros, cuyos primeros egresados están a punto de titularse. Lo harán en julio venidero, cuando un total de  4 500 jóvenes reciban sus diplomas de graduados de nivel medio superior en Educación, en las especialidades de Preescolar, Primaria y Especial.

«Con mis alumnos reafirmé mi vocación de maestra», asegura Yurisleidi Rivero Mustelier, quien realizó su práctica docente en un aula de segundo grado de la escuela primaria Abel Santamaría, de la provincia de Artemisa.

Yurisleidi, como María Karla, está entre los miles de jóvenes que pronto se graduarán y que, como punto final del plan de estudios, realizaron un período de práctica docente.

«Me siento muy bien con los niños y también con el colectivo de profesores. Mi perspectiva es avanzar en la profesión y cumplir el sueño de ir a la Universidad».

Liban Alonso Rodríguez también hizo su práctica en un aula de segundo grado, pero en la escuela primaria Pedro Albizu Campos, de Mayabeque, y asegura que de «la Formadora» se sale bien preparado para asumir la docencia.

«Conozco la metodología de todas las asignaturas de los primeros grados, así que puedo trabajar donde haga más falta», destacó.

Danay Capote Jacomino realizó su práctica docente en un círculo infantil de Cumanayagua, porque su especialidad es Preescolar. «Tengo mucha paciencia, y eso es fundamental para trabajar con niños pequeños», argumentó.

«En esas edades se aprende muy fácilmente; son como “esponjitas”. Te imitan, asimilan con agilidad todo lo que les enseñas. Por eso es tan importante prepararse bien para formarlos adecuadamente. Es cierto que se trata de un trabajo sacrificado, pero quienes lo disfrutan, como yo, no sentirán ningún peso ni agobio por realizar esa labor».

Las muchachas que egresen comenzarán a impartir clases en septiembre, mientras los varones lo harán luego de cumplir un año de servicio militar.

Cuba cuenta con 22 escuelas formadoras de maestros, donde estudian aproximadamente 20 000 jóvenes

Pero lo importante no es solo que con ellos el país está por comenzar a resolver el déficit de docentes en las enseñanzas Preescolar, Primaria y Especial, sino además, que serán parte del proceso de perfeccionamiento del sistema de educación.

«Los estudiantes que se gradúan de las escuelas formadoras de maestros son una nueva generación que debe revolucionar la escuela y constituyen un refuerzo para quienes están hoy al frente de las aulas. Tenemos la esperanza y la convicción de que la formación que se les está brindando producirá un cambio en la calidad de la educación», expresó Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación.

La escuela primaria es la base de todas las enseñanzas. Esa máxima de las Ciencias Pedagógicas se apoya en varias razones, entre ellas que es en esa etapa en la cual los niños y niñas aprenden a leer y a escribir. Por lo tanto, la ortografía, la caligrafía y el pensamiento lógico-matemático tendrán sus raíces en los primeros grados.

Para incorporar la disciplina, el estudio individual, el hábito de lectura, los principios éticos y patrióticos, la formación vocacional y otros elementos, también será fundamental ese aprendizaje inicial; de ahí la importancia de contar con la cantidad de maestros primarios que se necesitan —un aula con una matrícula muy elevada nunca es un buen escenario docente— y que estén bien formados ética y profesionalmente, para que con su ejemplo y sapiencia puedan trazar el buen camino de cada estudiante.

Para la titular, lo que se logre en la Primaria es punto de partida para que los estudiantes lleguen luego a otros niveles en mejores condiciones. Si se aprende a leer y escribir bien, se obtiene una buena ortografía. Esos son conocimientos que no se pierden.

«Tenemos que lograr igualmente muchas cosas desde el punto de vista educativo, pues sabemos que hay centros escolares donde en determinados momentos no se escucha la música adecuada. Estos jóvenes aprenden a tocar la guitarra, entre otros instrumentos, y pueden ayudar a que la escuela sea un lugar más culto.

«También estamos dotando a los centros escolares de colecciones de música infantil, de libros para la biblioteca escolar, sobre todo de literatura infantil cubana. Todo esto debe llevarnos a una escuela mejor.

«El sistema nacional de enseñanza está hoy en un proceso de perfeccionamiento que abarca todos los niveles. Hace 26 años que no se realiza un cambio de currículo, y desde el curso pasado comenzamos un estudio.

«Es un proceso lento, pues implica cambiar libros de texto y muchos otros detalles, pero al final tendremos un proceso de enseñanza-aprendizaje más orgánico, coherente y superior».

Primeros frutos de una nueva experiencia

Uno de los cambios fundamentales que realizó el Ministerio de Educación como parte del proceso de perfeccionamiento del sistema nacional de enseñanza en la formación de docentes fue retomar la experiencia de las escuelas formadoras de maestros, que se fundaron en los años 70 y tuvieron gran tradición.

El país tiene hoy 22 de esos centros, con una matrícula de aproximadamente 20 000 estudiantes, que se preparan para ser maestros de Primaria y Educación Especial, así como educadoras de círculos infantiles.

También se preparan maestros especialistas en idioma Inglés para la enseñanza Primaria, aunque la matrícula es inferior pues la experiencia en este sentido comenzó el pasado curso escolar.

Con un plan de estudios de cuatro años y una matrícula que se conforma con graduados de Secundaria Básica, este curso va dirigido a formar un maestro con la preparación necesaria para asumir esas enseñanzas, sin renunciar a la continuidad de estudios en las universidades pedagógicas.

Su diploma de graduados avala que han alcanzado el nivel medio superior, o sea, equivalente al bachillerato. Sin embargo, para ingresar a la Universidad solo podrán hacerlo en carreras de su propio perfil pedagógico y luego de realizar un año de habilitación, que cuenta como el primero de la licenciatura, y en el cual también recibirán la preparación necesaria para las pruebas de ingreso.

En julio venidero, 4 500 jóvenes recibirán sus diplomas de graduados de nivel medio superior en Educación, en las especialidades de Preescolar, Primaria y Especial

«Es un reto formar a quienes luego continuarán enseñando. Maestro es el mayor calificativo que pueda recibir un hombre. Nadie obtiene más riqueza que un educador, porque es capaz de cultivar el alma de sus discípulos. Es cierto que no siempre es bien reconocido por todos, mas la Patria no pasa por alto su aporte», expresó María Teresa Ferrer Madrazo, directora de la escuela formadora de maestros Fulgencio Oroz, de La Habana.

«Que se haya retomado la formación de maestros con egresados de noveno grado tiene la gran virtud de que son adolescentes en pleno proceso de desarrollo, y si bien decimos que a esa edad son contradictorios e inseguros, por otra parte tienen la posibilidad de apropiarse con facilidad de todo lo que se les entrega.

«Y no me refiero solo a la instrucción, sino a los elementos educativos, formativos, y también al ejemplo de quienes interactuamos con ellos. En esta escuela está prohibido mirar de una manera hostil al alumno, porque así es como ellos actuarán luego en el lugar donde vayan a trabajar», argumentó.

La preparación no será talón de Aquiles

Una preocupación compartida por directivos del sistema educativo, maestros, estudiantes y padres es la preparación que reciben los docentes que hoy se forman en las aulas. Leandro Moya Camacho, director de la Escuela Formadora de Maestros Manuel Ascunce Domenech, en Villa Clara, explicó que ese centro tiene una matrícula de 1 403 alumnos, y de ellos 305 terminan este curso sus estudios.

«Los alumnos reciben una preparación integral, y tienen un plan de estudios que contempla las materias del ciclo de formación general y también las de formación pedagógica, como Psicología, introducción a la especialidad y las metodologías de las asignaturas que van a impartir.

«Este es un programa bastante completo. Se trata de cuatro años de formación sin asumir aulas. En el primer curso tienen un tiempo que llamamos de familiarización, durante el cual van a las escuelas para ver su funcionamiento.

«En segundo y tercer años de la carrera permanecen insertados durante un mes en centros escolares, y en cuarto año realizan un semestre de práctica docente. Siempre son tutoreados por maestros de experiencia; nunca asumen solos un aula.

«Como examen final realizan un ejercicio de culminación, que es una clase, metodológica o abierta, de la asignatura que ellos escojan».

En este mismo sentido, Eliseo Ortiz de Armas, director de la escuela formadora de maestros Octavio García Hernández, de Cienfuegos, precisó que la preparación de estos maestros se complementa con actividades deportivas, culturales, círculos de interés, así como Informática e Inglés. «No solo para elevar su cultura general, sino para que sepan luego desarrollar esas habilidades con sus alumnos», destacó.

Ese centro, único de su tipo en la referida provincia, tiene una matrícula de 1 106 estudiantes, de los cuales 213 se graduarán en julio.

El Director explicó que, luego de incorporarse a las aulas como docentes, esos estudiantes tienen la posibilidad de prepararse para realizar las pruebas de ingreso a la Educación Superior, y alcanzar el título de Licenciado en Educación.

«Recibirán una preparación especial en Matemática, Español e Historia, pero las pruebas de ingreso para ellos no serán las mismas que realizarán el resto de los optantes, sino que estarán acordes con los conocimientos que recibieron durante sus estudios», precisó.

Compromiso y vocación

Las plazas para el ingreso a estos centros se planifican a partir de las necesidades de cada territorio, por eso están presentes estudiantes de todos los municipios, quienes realizan las prácticas en los lugares donde residen y preferentemente en la escuela a la cual acudirán una vez graduados.

En este sentido, el Director de la Formadora de Maestros de Villa Clara argumentó que ese plantel debe graduar más de 300 nuevos docentes cada año, y han ido mejorando la retención a partir de que se realiza una mejor selección de quienes ingresan.

Ortiz, el director de Cienfuegos, explicó que para el acceso a la escuela realizan una entrevista a cada estudiante de noveno grado que aspira a una plaza. «Más de 600 jóvenes se presentaron a esas entrevistas para el ingreso en el próximo curso escolar, y el plan que tenemos es de 230 plazas. Eso nos permite seleccionar bien a nuestros futuros alumnos», añadió.

Ambos directores refirieron que realizan un amplio trabajo vocacional, sobre todo en las escuelas secundarias básicas, con vistas a explicar las características del centro y motivar a los mejores jóvenes a que cursen esos estudios, siempre sobre la base del compromiso y la vocación por el magisterio.

Si alcanzamos un ingreso anual superior a los 200 estudiantes —argumentaron ambos directivos—, en pocos años nuestras provincias tendrán resuelta la cobertura de maestros para esos primeros años de enseñanza, y además iremos creando una reserva que les permitirá superarse y relevar a quienes por algún motivo se retiren de las aulas.

Remodelar, reformular

Recientemente se realizó el Primer Encuentro Nacional de Escuelas Pedagógicas, que buscó propiciar el intercambio de experiencias entre quienes culminan sus estudios en dichos centros en el actual curso escolar.

En la escuela de Villa Clara —una de las de mejores resultados en el país— sesionó el encuentro, en el cual participaron los directores de los 20 centros que tienen graduación este año, acompañados de cuatro de sus estudiantes.

Rolando Forneiros, viceministro de Educación, explicó que «se realizaron concursos de habilidades, una exposición con medios de enseñanzas elaborados por los propios alumnos y se visitaron lugares históricos de la provincia.

«El objetivo fue tomar criterios de los estudiantes de cómo consideran su formación, para remodelar, reformular algunos de los programas por los cuales transitaron.

«De ese modo, el proceso de validación de los planes de estudio no solo se realiza con los profesores, sino también con los estudiantes.

«Los alumnos realizaron previamente un intercambio a nivel de escuela, para que los cuatro asistentes al encuentro fueran portadores de las opiniones del resto de sus compañeros de estudios. Y no fue una reunión de comisiones y plenarias, sino que se usaron diversas modalidades de concursos para estimular el ejercicio futuro de la profesión.

«Estamos muy optimistas con estos jóvenes, puntualizó Forneiros. Ellos y los que les siguen deben tener un impacto cualitativo con su incorporación a la escuela, porque han tenido más tiempo de preparación que los graduados de planes anteriores, y deben significar un cambio paulatino. La enseñanza Primaria es muy masiva, pero si se gradúan 4 000 estudiantes de las escuelas formadoras por año, marcarán un decisivo incremento de la calidad».

Aunque todavía queda mucho por hacer, pues con esta graduación no se resolverá el déficit de maestros que presentan algunas provincias, los frutos de las escuelas pedagógicas serán un indiscutible impulso en el camino hacia la calidad educativa a la cual se aspira.

Nota: Las fuentes usadas en este trabajo fueron consultadas durante un recorrido por las provincias de Cienfuegos y Villa Clara, en el mes de mayo.

Sin punto de retroceso

Con respecto a la importancia de que estos maestros se mantengan en las aulas, la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, destacó que ellos ingresan a partir de su disposición, y precisó que en la mayoría de las provincias, por cada plaza que se oferta hay tres y hasta cuatro aspirantes. «Hacemos un fuerte trabajo de motivación en las secundarias básicas, para que se inclinen hacia esta profesión», expresó.

«Además, todas las escuelas formadoras de maestros tienen muy buenas condiciones constructivas, un claustro preparado, muchos de los profesores son de aquellos que se formaron en las propias escuelas pedagógicas, y además cuentan con una atención directa de las Universidades de Ciencias Pedagógicas.

«En esta primera graduación, luego de la reapertura de las formadoras de maestros, hemos tenido una retención total en el país de un 65 por ciento. Pero, ya hemos elevado la permanencia en las aulas a más de 70, aunque hay algunas escuelas que han obtenido promedios más altos.

«Muchos han realizado las prácticas en sus antiguas escuelas, en sus círculos infantiles. Eso también es para ellos una motivación.

«No puedo afirmar que no vayamos a tener éxodo, pero el trabajo que hagamos hoy tiene que completarse con el recibimiento que se le dé a estos maestros en cada centro escolar adonde lleguen, y necesitan del apoyo de todos, los familiares de los estudiantes, del claustro de profesores, de los directivos de los centros», subrayó.

La Ministra recalcó que estos jóvenes tienen ocasión de ingresar a la Universidad, y esa es una motivación extra. «Ese es también un estímulo para que continúen preparándose, y estamos trabajando en función de que puedan hacer bien su trabajo y elevar la calidad de la educación».

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