Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tiempos de lumbersexuales

Algunos la ven como símbolo de rebeldía, muchos confiesan que la dejaron crecer por vagancia y otros lo decidieron después de tiempo afeitándose en su vida docente y de servicio militar. Las barbas crecen en los rostros de los jóvenes cubanos, independientes o no de tendencias que señalan a los lumbersexuales como la contraparte de los metrosexuales

Autores:

Susana Gómes Bugallo
Yuniel Labacena Romero

Pueden pasar unos días y hasta meses con vellos que pueblan sus rostros. Muchos ya decidieron que las barbas serían parte de su estilo. Lo que años atrás era excepción se ha convertido en creciente generalidad. Parece que la moda de las barbas regresa.

Los ojos de los entrevistados por JR en las calles de La Habana (aunque esta incursión no es solo en la capital) se llenaban de orgullo inmediatamente que se les inquiría por su «preciado tesoro». Muchos se iniciaron con el vello facial solo por embullo de algún «socio» y hoy llevan su barba como patrimonio de lo maduros y atractivos que suelen ser los chicos cuando llegan a los 20 años y adoptan este nuevo look, que no es tan descuidado como aparenta.

El estudiante universitario Rafael Dausá afirma que le gusta su barba porque todos coinciden en que se parece al futbolista Piqué, y eso ha hecho que se adapte más a ella, aunque la adoptó porque era muy velludo, debía afeitarse constantemente y se le irritaba la cara. Sin embargo, defiende sus beneficios en cuanto a las muchachas.

«Me gustan los hombres con barba», comenta su amiga Yaremis Díaz, quien aclara que no tiene nada que ver con los estereotipos, pero cree que afeitarse está más ligado a las mujeres, porque los muchachos sin vellos parecen niños.

Foto: Tomada de Internet

Cuando habla así se acerca a una realidad más allá de la apariencia: a la moda de los lumbersexuales, que se muestra como contraposición de los metrosexuales, criticados por unos y asumidos por otros. Hoy parece que la feminización de la apariencia ya no significa estar a la moda.

Sin embargo, comprobamos en nuestra búsqueda que el hecho de que un joven ande con barba no quiere decir que conozca la moda lumbersexual (o leñadores del sexo, por el aspecto rudo de los chicos). Muchos de los interrogados ni siquiera han oído hablar de esta. Otros explican que lo de «tosco» es solo fachada, porque dedican mucho tiempo a su barba. Visitan el barbero cual si se tratara de un peinado, la cuidan, recortan y lavan en un ritual que incluye champú, acondicionador, crema y colonias.

¿Moda, vagancia o creencia?

Alejandro López y Mario Sergio Mateo, sentados en un banco de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, se echan las culpas uno al otro de haber sido influenciado para dejarse la barba. Pero al final ambos están muy satisfechos porque en la universidad es común, les hace verse diferentes… y les entretiene acariciarla.

Algunos de los entrevistados asumen esta tendencia como símbolo de solidaridad, como es el caso del equipo de baloncesto de esta facultad, que se nombra Los barbudos y muchos escogieron la moda para acompañar a sus jugadores.

Otros, como el estudiante Dariel Casado, la esgrimen como distintivo de rebeldía. Este joven confiesa que lo hace porque se identifica con el Movimiento 26 de Julio y él es un muchacho rebelde. Además, conoce las características emocionales del lumbersexual y las comparte.

El profesor de Filosofía Rogney Piedra no titubea mucho cuando suelta que para él es una forma de ahorrar máquinas de afeitar, y que, además, es muy vago y prefiere quitar esto de su lista de obligaciones. A muchas mujeres no les gusta, aduce, me dicen que me la quite.

Su compañero Ariel Pierucci no está de acuerdo con lo del disgusto femenino por esta apariencia. Él la asumió como forma de satisfacer un deseo frustrado de su adolescencia, y por estar obligado a afeitarse en instituciones docentes y durante el servicio militar. «No hay máquina que me rasure. No me da calor ni molesta, solo debo recortarla cuando crece».

Según el joven periodista Jesús E. Machín, lo lumber es parte del juego de la sociedad patriarcal y globalizada donde se absorben los símbolos de determinados grupos y se convierten en moda. «No creo que sea o no el fin de la metrosexualidad; es otra manera de expresar un mismo deseo y de potenciar una imagen que resalte algunos atributos».

La Doctora Isabel Moya, directora de la revista Mujeres y experta en género y comunicación, comparte que detrás de las etiquetas más que nada hay mercado y consumismo. «Muchas veces no significan cambio de valores sobre masculinidad o relaciones entre masculinidad y feminidad.

«Hay un elemento interesante: el mercado ha descubierto un nicho en los productos considerados para hombres que van más allá de pantalones, camisas y colonia. Seguramente ahora, como mismo se pusieron de moda las cremas depiladoras, aparecerán productos para la barba. Creo que cada cual debe adoptar el estilo con que mejor se sienta».

Más diversidad a la moda

Si bien en la metrosexualidad el hombre gusta de cuidar su imagen bastante, con tendencia a la feminidad, con el lumbersexual se recupera la masculinidad que se había «extraviado» entre depilaciones, cremas y peinados.

Según el Doctor Julio César González Pagés, profesor de la Universidad de La Habana, el lumber responde a una nueva moda de barba abundante que ha pasado por diferentes momentos, y representa hombría, poder y sabiduría.

«Se trata de un estereotipo de masculinidad perdido hace años, que impone la moda del desaliñado. Aunque a primera vista se ven las barbas, está asociado a pantalones remangados, botas y camisas a cuadros; como un leñador.

«Esta estética, arraigada a nivel mundial, sobre todo en deportistas y artistas, tiene su surgimiento en Estados Unidos, Noruega, Alemania y hasta en Cuba, a partir de los años 50 del siglo pasado, cuando los llamados barbudos que integraron el Ejército Rebelde bajaron de la Sierra Maestra. Están, por ejemplo, las barbas de Fidel y Camilo».

El otrora Coordinador de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades refirió que si en otras épocas se usaban frases vinculadas al hombre como: «Cuanto más feo, más hermoso», que señalaba que las que debían presumir y ser bonitas eran las mujeres, el lumbersexual rompe con esa imagen de hombre rasurado que se había instalado.

Foto: Roberto Ruiz

«El lumber no tiene que ver con la orientación sexual; tampoco la metrosexualidad. Muchas veces pensamos que los nuevos estilos se relacionan con ello. Estos hombres en su inmensa mayoría tienen conducta heterosexual; se trata de un posicionamiento estético», aclara.

¿La nueva moda es el fin de la metrosexualidad?, se preguntan todos. Según González Pagés, solo llegó para posicionarse, pues no todos los hombres asumieron la metrosexualidad, aun cuando existía una postura estética e ideológica hacia ella. Hay personas que rechazaron esa moda y aseguran que llegó su momento final. Además, el estilo leñador se asocia con una respuesta a las mujeres que expresaron que los hombres habían perdido un poco «su sabor a macho».

«El lumbersexual llega en medio de la diversidad de estéticas y masculinidades que nos permitimos. No se trata de estar a favor o en contra de una tendencia; si su regreso significa sentirse bien, no hay problema, pues no responde a ninguna ideología hegemónica o discriminatoria. Ambas tendencias convivirán armónicamente».

Muchos hombres en Cuba han llevado barba en alguna etapa de su vida, como los famosos hippies o aquellos que han preferido un estilo más conservador. Ahora vuelve a usarse entre los cubanos, con mayor protagonismo en la juventud, sobre todo de las provincias de La Habana, Santiago de Cuba, Villa Clara y Holguín, refirió el especialista.

«La moda ha regresado desde el invierno pasado, durante las jornadas del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, sobre todo en quienes venían de Europa y Estados Unidos o como parte de los intercambios internacionales de estudiantes. Es un fenómeno urbano traído también por el fútbol, primero con David Beckham y después con Cristiano Ronaldo. Está más enraizada en sectores intelectuales y su avanzada va en las barbas.

«Su esplendor llegará con más fuerza en el verano, pues los jóvenes saldrán de las escuelas. Vendrán tiempos de lumbersexuales-manías como ocurrió con la metrosexualidad. Lo difícil es que la moda se está acentuando en pleno verano y veremos a los muchachos sufriendo con botas altas y camisas de cuadros, desafiando las altas temperaturas».

González Pagés aconseja a los jóvenes que no sean «esclavos» de las modas: aquellos que se rasuran tienen su estética, igual sucede con quienes desean barbas. «Quienes tienen mucho vello facial no deben someterse al sufrimiento de intentar ser metrosexuales, pues ello les puede ocasionar enfermedades. La moda da la posibilidad de asumirse lo más parecido a lo que uno desea y cree».

Foto: Roberto Ruiz

A los padres les recuerda que cada generación tiene una estética diferente. «No deben ser reaccionarios y conservadores con sus hijos, pues en una misma familia conviven descendientes metros y lumbersexuales. La clave está en orientarlos.

«Habrá más diversidad en la moda; tenemos que lograr que la estética se parezca más a los seres humanos, que nos conecte con actividades, objetos y relaciones desde nuestro propio deseo, no desde lo que pensamos que se espera de nosotros. ¡Bienvenidos entonces los lumbersexuales!».

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