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Cuba, un aliado indispensable de UNICEF

Ustedes son un ejemplo de solidaridad, de apoyo a otros pueblos y de respuesta a emergencias, expresó en entrevista exclusiva a Juventud Rebelde, Anna Lucia D’Emilio, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia en la Isla

Autor:

Margarita Barrios

«Cuba fue uno de los primeros países que firmó la Convención de los Derechos del Niño. Y ya han pasado 25 años. Los avances son impresionantes cuando se compara con la situación del resto de la región, pero siempre sigue habiendo desafíos», expresó en entrevista exclusiva a Juventud Rebelde, Anna Lucia D’Emilio, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en la Isla.

Destacó como gran prioridad la necesaria difusión de la Convención, en lo cual los medios de comunicación pueden ayudar mucho. «Unicef trabaja con el Ministerio de Justicia de Cuba, y tenemos un programa de difusión y de capacitación a diferentes niveles para que todos la conozcan, la cumplan y la hagan cumplir. Creo que se impone contribuir a la cultura jurídica de la población. A veces se dan por sentado algunas cosas, y hay derechos y deberes que se deben conocer.

«Cuba no comenzó a preocuparse por los niños a raíz de la Convención. tanto la Constitución de la República como las leyes relacionadas con la familia y la niñez son anteriores, por ello se hace necesario ahora la armonización del marco legal del país, y se está haciendo».

—¿Qué más podría hacerse?

—Cuba tiene avances impresionantes en salud y educación, pero también tiene desafíos, y uno de ellos es cuidar lo alcanzado. No puede ir hacia atrás, porque sería terrible no solo para los cubanos, sino para el mundo entero, para todos aquellos que tienen a este país como modelo.

«Otro reto es revisar la agenda pendiente, y entre ellos quiero mencionar el embarazo en las adolescentes. Hay educación sexual, información, disponibilidad de anticonceptivos, no es posible entonces que algunas jóvenes vean tronchada su vida por un embarazo temprano que, además, puede afectar su salud. Se ha hecho mucho, pero el fenómeno permanece y hay que continuar trabajando en ese camino.

«Entre los asuntos pendientes está también el tema de la violencia, sobre todo doméstica. Evidentemente la situación de Cuba no es comparable con la de otros países, pero es un tema en el que hay que seguir insistiendo.

«Y también hay nuevos desafíos, vinculados con los cambios que se dan en el país. Siempre es necesaria una mirada muy atenta a todo lo que tiene que ver con el modelo socioeconómico, para que esa actualización maximice las oportunidades para toda la población y, en especial, para los niños y adolescentes; pero al mismo tiempo es necesario minimizar los riesgos, porque son situaciones nuevas.

Comentó que «hasta ahora el Estado era el garante de todo, pero aparece la figura del cuentapropista, y hay que cuidar que no ocurran violaciones de la ley y se contrate a un menor de edad y también que se respete la maternidad. Todo esto son situaciones nuevas, interesantes, que requieren de trabajo cuidadoso».

—Unicef está cumpliendo 70 años. ¿Cuáles desafíos tiene hoy ante una compleja situación mundial en la que los niños se encuentran entre las principales víctimas?

—Algunos países dan pasos adelante, se ha logrado bajar la mortalidad, al aumentar la esperanza de vida de la población, pero seguimos con guerras, y los conflictos aumentan, y los desastres naturales también. El cambio climático está ahí, y no nos preocupamos lo suficiente.

«Con profunda tristeza nos tenemos que intranquilizar por cuestiones tan dramáticas como los refugiados por guerras, y los millones y millones de desplazados por desastres naturales.

«Todo esto nos duele, y a veces como Unicef nos sentimos impotentes. Se hace todo lo que se puede, se trata de acompañar a la población más vulnerable, de hacer entender a las instituciones que un niño que huye de un conflicto armado, que ha perdido su hogar, no es un problema, es un ser humano y hay que apoyarlo. Hay mucha hipocresía por parte de los gobiernos.

«Y por otro lado está la pobreza. Unicef hizo un estudio, y en los países ricos también hay pobres. Son modelos socioeconómicos que no toman en cuenta el bienestar para todos.

«Un problema que enfrenta también Unicef en los países donde trabajamos es la falta de continuidad de las políticas públicas, cambia un gobierno y cambia todo. Por eso son necesarios no solo programas, sino leyes que puedan mantener esos logros».

—Cuba se destaca por su solidaridad con otras naciones. ¿Cómo valora Unicef este apoyo a la comunidad internacional y en especial a los niños y niñas?

—Cuba es un ejemplo de solidaridad, de apoyo a otros pueblos y de respuesta a emergencias. Es un país que tiene condiciones que no son altas en disponibilidad económica e infraestructura; sin embargo, es capaz de movilizarse para dar la mano a quien lo necesita. Eso es admirable.

«Y como Unicef lo reconocemos, y queremos tener a Cuba como aliado en nuestra respuesta a las emergencias en diversos países. También, en lo que son las políticas de cara a la infancia promovemos y difundimos las experiencias cubanas que han dado resultados importantes y que han consolidado y que pueden servir de modelo a otros países.

«Entre ellas están la atención primaria de salud, el desarrollo infantil en la primera infancia, el Programa Educa a tu hijo y el registro de nacimiento —algo que para ustedes es normal y que en otros países no se ha resuelto—, y también promovemos aquí experiencias de otros países que puedan ser positivas para Cuba».

—Unicef acompaña a Cuba en diversos programas. ¿Cómo valora usted este trabajo?

—Unicef tiene un programa de cooperación con el Gobierno cubano. Lo que hacemos es apoyar a las autoridades, a las instituciones de Cuba en las prioridades que define el país, y vemos en qué podemos insertarnos y colaborar.

«Tenemos un programa de un marco regular de cinco años, ahora hasta 2018, y trabajamos en tres ámbitos fundamentales: educación, salud y nutrición, y desarrollo adolescente y protección de derechos.

«En educación y atención a la primera infancia, colaboramos con el Programa Educa a tu hijo y la inclusión de niños con discapacidades en las escuelas regulares. En salud y nutrición, con temas referidos a la lactancia materna, los bancos de leche materna y promovemos la nutrición saludable.

«En el desarrollo del adolescente, trabajamos con la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, acompañando todo lo que se hace en la recuperación del patrimonio y de la realidad de La Habana Vieja, con acciones que tienen que ver con adolescentes y la infancia.

«Por lo general avanzamos bien, porque hay voluntad política para hacerlo. Insisto en que no son proyectos impuestos desde afuera, sino que son del Estado cubano».

—¿Qué pensó cuando fue designada para venir a trabajar a Cuba y qué piensa ahora luego de dos años en nuestro país?

—Para mí Cuba no era algo nuevo, siempre estuve muy atenta a lo que se hacía aquí, era un referente personal y también en mi actividad profesional.

«Cuando vine al país estaba consciente de los grandes avances de Cuba, de las dificultades que había superado y cómo lo había hecho; y también del pueblo que tenía, tan orgulloso de sus logros.

«Ahora, después de dos años de trabajo, creo que he aprendido que un pueblo que ha hecho una Revolución no se contenta con lo que tiene, exige más y es parte del ejercicio de su ciudadanía, lo que me parece muy interesante.

«También he aprendido que el nivel alcanzado en políticas y programas relativos a la infancia y todo lo que ha avanzado es indudablemente importantísimo y no tiene comparación con el contexto de otros países. Por eso los objetivos de Cuba son cada vez más ambiciosos y los desafíos más difíciles.

«Los cubanos no se contentan con el promedio. Aunque tengan una tasa de mortalidad infantil envidiable, quieren más, una sola mujer que esté dando a luz y tenga problema es prioridad. Si hay un caso de machismo, de discriminación, de violencia, aunque sea para uno o dos, hay que enfrentarlo y es también una prioridad.

«Es un pueblo con altos objetivos, porque ha hecho una Revolución y eso lo hace exigente. Y a mí, pues eso me encanta».

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