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¡Aprendamos a vivir con el Sol!

Una exposición no moderada a la radiación solar, sobre todo en los horarios del día de mayor intensidad de emisión de rayos ultravioletas, y la no utilización de medios de protección adecuados, son causas directas de efectos nocivos e irreversibles en la piel desde edades tempranas

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Más de 300 niños y adolescentes en el país presentan daños actínicos (relacionados con la luz solar) crónicos en la piel, la mayoría de los cuales viven en la región central.

Esta condición los aúna en un grupo de alto riesgo para un posible padecimiento futuro de cáncer de piel, enfermedad cuya incidencia a nivel mundial es creciente, debido en gran medida a la asunción de conductas irresponsables, entre las que se incluyen las exposiciones prolongadas al Sol y la errónea creencia de que el bronceado es atractivo y saludable.

No son pocos también los adultos que se acomodan en la playa para tostar su piel y exhibirla más tarde como fiel reflejo del disfrute veraniego, aunque luego obedezcan los consejos caseros de rociarse vinagre o aplicarse crema antes de dormir para evitar el ardor, y vigilen constantemente la aparición de manchas en hombros, brazos y pecho.

Algunos incluso acuden a cámaras bronceadoras sin tener en cuenta que, de manera natural o artificial, el bronceado es el resultado de una piel lastimada, dañada, y que no dejará de padecer los efectos de esa agresión.

La especialista en Dermatología, Pilar María Acuña Aguilarte, quien labora en el Hospital Pediátrico Universitario de Centro Habana, en la capital, inicia el diálogo con JR haciendo énfasis en los beneficios del Sol, pues ciertamente desde el nacimiento, el astro rey activa la producción de vitamina D e influye positivamente en el crecimiento y desarrollo adecuado del niño. Además, la luz solar tiene efectos antiinflamatorios, elimina el exceso de bacterias y otros microorganismos y en dosis no excesivas favorece la activación del sistema inmunológico.

Sin embargo, advierte la especialista, una consciente exposición no moderada al Sol, sobre todo en los horarios del día de mayor intensidad de emisión de rayos ultravioletas (de diez de la mañana a cuatro de la tarde), así como la no utilización de medios de protección adecuados, son causas directas de los efectos nocivos e irreversibles en la piel, los que luego se visualizan en el fotoenvejecimiento prematuro y una serie de enfermedades como el cáncer.

Convivencia saludable con el astro rey

Acuña Aguilarte, también máster en Enfermedades Infecciosas, precisa que desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta en relación con la exposición al Sol de los niños, el Grupo Nacional de Puericultura realizó las investigaciones pertinentes en el contexto cubano y estableció las directrices para los médicos en los consultorios y para los especialistas en general.

«Los recién nacidos, hasta los seis meses de vida, no deben exponerse directamente a la incidencia de las radiaciones solares, pues tan peligrosa es la cantidad de Sol que se toma como la edad en la que se comienza. Ese baño de luz solar en horas tempranas de la mañana no debe ser directo ni a través de los cristales, sino a la sombra de un árbol, en un portal o en alguna zona de la casa donde se reciba, de manera indirecta, esta radiación.

«Para los bebés se recomienda un baño de Sol de un minuto y hasta diez, como máximo, hasta el primer año de vida. Si se detecta en el bebé algún enrojecimiento no natural en su piel a partir de la exposición recomendada se debe acudir al médico. No es frecuente, pero existen enfermedades metabólicas y genéticas con sensibilidad extrema al Sol, y esta puede ser una vía de diagnóstico».

A partir del primer año de vida del niño, los especialistas deben identificar su fototipo cutáneo, según la clasificación de Fitzpatrick, y referir las orientaciones pertinentes», subraya la doctora.

La determinación del fototipo cutáneo obedece a los niveles de melanina existentes en la piel. «A los fototipos I y II pertenecen los individuos de piel blanca, cabello rojo, rubio o castaño muy claro y con ojos claros, quienes sufren inmediatamente los efectos de las radiaciones solares en su piel debido al déficit de melanina. Los fototipos III y IV, personas de tez blanca y pelo oscuro y personas con pieles morenas claras, respectivamente, tienen un índice más elevado de melanina en su piel, pero también conllevan cuidados, mientras que las personas adscritas al fototipo V y VI, con protección melánica, corren menos riesgos, aunque no están exentos de padecer los efectos dañinos de las radiaciones ultravioletas en sus pieles morenas y negras».

En edades pediátricas, Acuña Aguilarte aconseja el disfrute de la playa en horarios muy tempranos en la mañana o luego de la puesta del Sol. «Los niños menores de un año no deben exponerse a la luz solar en la playa, pues el agua de mar y la arena son buenos reflectores de estas radiaciones. Tampoco es aconsejable la aplicación de cremas protectoras solares, teniendo en cuenta que los componentes químicos de estos productos pueden afectar su piel, aún débil y con capas muy finas».

En niños mayores de un año y en adultos en general, la especialista sugiere el uso de cremas protectoras de amplio espectro, hipoalérgicas, resistentes al agua y para radiaciones ultravioletas A y B y con un FPS (factor de protección solar) entre 30 y 50. «Esta información debe leerse en las etiquetas, y el producto debe aplicarse media hora antes de exponerse al Sol y renovarse cada dos horas. No obstante, no quiere decir que su utilización nos hace invulnerables a los efectos nocivos del Sol».

Insiste la también profesora auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas Calixto García que la fotoprotección mecánica es fundamental para el cuidado de la piel de los niños, adolescentes y población en general, las que no siempre son tenidas en cuenta por la población cubana, a pesar de que vivimos en un país tropical, bañado por el intenso Sol casi todo el año.

«El uso de sombrillas, viseras, gorras, pamelas y sombreros de ala ancha y con las tramas bien cerradas, sin espacio entre las fibras, es esencial en el cuidado ante el Sol. Los colores oscuros, como el negro, el azul, el carmelita y otros son más recomendables que los claros y el blanco, pues estos últimos protegen de las radiaciones infrarrojas del Sol y disminuyen los efectos del calor, pero no nos protegen de la agresión de las radiaciones ultravioletas.

«Nuestros ojos también sufren daños derivados del Sol, por lo que sugerimos el uso de gafas que cubran adecuadamente los laterales de los ojos, con filtros de protección ocular, información que debe reflejarse en una de sus patas. Con cristales oscuros, la pupila se mantiene dilatada y las radiaciones la atraviesa, con lo que el daño ocular es irreversible. Pueden aparecer las conjuntivitis actínicas y progresivamente las cataratas, principal causa de ceguera en el mundo», precisa la dermatóloga, quien insiste en la necesidad de hidratar la piel a través de la ingestión de mucho líquido y la aplicación de cremas ricas en vitamina E.

Las nubes no evitan los daños de las radiaciones solares, subraya la especialista, quien revela que incluso en países fríos la incidencia del cáncer de piel es preocupante, pues la nieve es también reflectora de las radiaciones ultravioletas hasta en un 80 por ciento.

El daño solar es acumulativo desde antes de los 18 años y se hace más evidente cuando aparecen manchas en la piel en forma de pecas, que pueden crecer, unirse e intercalarse manchas blancas entre las oscuras, agrega Acuña Aguilarte.

«La exposición a las radiaciones solares incrementa la aparición de lunares que no son los que genéticamente el individuo exhibe desde su nacimiento. Hay que vigilar la simetría, los bordes bien definidos, el color uniforme y el diámetro menor de seis milímetros (si no es congénito) de los lunares, pues de lo contrario debemos acudir a un especialista, sobre todo si además el lunar evoluciona progresivamente y provoca picazón o molestias».

El melanoma es el tipo de cáncer de piel más agresivo, y aparece a partir de los lunares que se van degenerando. Aunque se trata de una neoplasia poco frecuente, la experta refiere que actualmente se diagnostican 132 000 casos anualmente en todo el mundo, de acuerdo con cifras registradas de la OMS.

Advierte Acuña Aguilarte que el cloasma, esas manchas que con frecuencia aparecen en el rostro de las embarazadas debido a la exposición al Sol, no repercuten en daño alguno para el bebé y por lo general desaparecen luego del nacimiento, aunque la fotosensibilidad persiste en esas zonas.

«El uso de sombrillas y sombreros, por ejemplo, disminuye la probabilidad del surgimiento de estas manchas, aunque es recomendable para las gestantes evitar la exposición no controlada al Sol», concluyó.

Peligros de la radiación ultravioleta. Mitos y realidades

Falso

•El bronceado es saludable.

•El bronceado te protege del Sol.

•Durante el invierno, la radiación ultravioleta (UV) no es peligrosa.

•En días nubosos no te quemas.

•Si estás en el agua no te quemas.

•Si realizas descansos periódicos al tomar el Sol no te quemas.

•Si uno no siente el calor de los rayos del Sol no se quemará.

Verdadero

•El bronceado es una forma de defensa del organismo contra daños adicionales

por la radiación ultravioleta.

•Un bronceado intenso en personas de piel clara solo ofrece una protección escasa, equivalente a un FPS de alrededor de cuatro.

•Hasta el 80 por ciento de la radiación ultravioleta solar puede atravesar

una nubosidad poco densa.

•La neblina de la atmósfera puede

incluso aumentar la exposición a la radiación UV.

•El agua proporciona una protección mínima contra la radiación UV y los reflejos en esta pueden aumentar la exposición.

•Las cremas de protección solar no deben utilizarse para aumentar el tiempo de exposición al Sol, sino para aumentar la protección cuando la

exposición es inevitable. La protección que proporcionan depende en gran medida de su correcta aplicación.

•La exposición a la radiación ultravioleta

se acumula a lo largo del día.

•Las quemaduras solares se deben a la exposición a rayos ultravioletas imperceptibles. El efecto térmico se debe a la radiación infrarroja del Sol y no a la radiación ultravioleta.

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