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Carga sobre los párpados

¡26 de Julio! ¡Cuánta luz segada en su nacimiento! ¡Cuántos símbolos de arrojo para una generación! Pero las pupilas siguieron insomnes, para encauzarnos, enaltecernos, alertarnos… sobre los párpados.

Autor:

Yoerky Sánchez Cuéllar

Aquellos ojos estaban marchitos. Era demasiada la afrenta, el dolor creciente. Habían sentido la mano asesina sobre la sonrisa del niño, el látigo del capataz en las espaldas del amigo, la arremetida violenta contra el desamparado, después de que el terror y la desidia subieron de un zarpazo al trono.

Pero un hálito de luz se desplegaba en las entrañas, iba creciendo desde las simientes. La torpeza llamaba a ejercitar el pensamiento, mientras tanto, en el pequeño cuarto, los pasos y el murmullo presagiaban el instante preciso, la hora señalada. Y los ojos, ahora más despiertos, con un tono romántico y heroico encontraban luz, la esperanza que necesitaban para sentirse alegres, como un filtro viviente, un despuntar de sueños.

Ya no soportarían bota y porrazo, mano dura ni asesinatos en serie. Ahora encontraban el camino; secreto guardado en un guiño mientras auscultaban el paso por las escaleras. Otras miradas permanecían fieles y exactas. Todos unían sus fuerzas en un haz-torbellino que indicaba la fecha.

Si alguien pudiera internarse en aquel sitio y arroparlo de vida, sin la sangre a la espera. Si por un momento, tal vez se les restara a las horas el dolor de la partida, el no existir del joven amado, la confirmación de que era tan real como útil el sacrificio.

Allí estaban de nuevo los ojos para estremecer, para decirnos que la muerte llegaba de verdad, que tanta luz no podría ser tolerada por los feroces. Apenas mostraban signos de amargura. Brillaban límpidos, desafiantes. Contenían el arrojo de un poema y la inspiración del triunfo. Sí, del triunfo. Poco importa que ahora se ensañaran contra ellos, que pretendieran arrancarlos. Otros verían a través de sus retinas. La Patria nueva se les asomaba en un horizonte cercano, libre de frustraciones e ignominias.

¡26 de Julio! ¡Cuánta luz segada en su nacimiento! ¡Cuántos símbolos de arrojo para una generación! Pero las pupilas siguieron insomnes, para encauzarnos, enaltecernos, alertarnos… Y en la mirada tierna de cada niño ya los ojos no están marchitos ni con la tristeza como carga sobre los párpados.

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