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¿Cuánto pesan los estafadores?

Junto a la obsolescencia de los instrumentos de medición, el desconocimiento e indisciplinas, aflora algo mucho peor, las actitudes de quienes han convertido la estafa y el robo al consumidor en práctica cotidiana

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— A Pedro Gutiérrez le molesta que lo llamen extremista o exagerado. Mas, asegura que no es capricho de viejo su desconfianza cada vez que compra un producto. Asevera que a simple vista y con solo cargarlo reconoce cuando le timan hasta un gramo.

«Soy una pesa andante (sonríe desenfrenadamente) y, pocas veces, poquísimas… han sido justos conmigo a la hora de despacharme un producto. No confío ni en las digitales, porque si no te ponen en el mismo medio de la base, ahí mismo te dan la puñalá o, sencillamente, te hacen mal la conversión porque algunas marcan en libras y otras en kilogramos», aclara.

Como Pedro, otros muchos espirituanos refirieron su poca confianza en el marcado de las pesas, básculas o cualquier otro instrumento de medición: «la aguja siempre da a favor de quien la manipula»; «nadie le hace caso a eso porque inspectores y administrativos también se benefician»; «los dependientes tienen bajos salarios y deben escapar, tomar un poco no le hace daño a nadie»; «a la corta o la larga siempre te roban porque ellos son los que saben», resultaron algunas opiniones reiteradas, que demuestran que la mala medición forma parte ya de la vida pública espirituana, como en otras partes del país.

Para comprender mucho mejor cuál es la realidad sobre la medición en estos predios, nuestro diario tocó las puertas del máximo responsable de la Unidad Territorial de Normalización (UTN) y de algunos otros en el sector de la gastronomía y el comercio, reconocido como uno de los que más kilogramos de violaciones e indisciplinas ha balanceado este año, según estadísticas de la Dirección Provincial Integral de Supervisión (DIS).

Desequilibrios al por mayor

Hace solo unas jornadas toda Cuba amaneció con el comentario sobre la aprobación de la Resolución Extraordinaria 54/2018, norma rectora para la protección al consumidor en el comercio interno. La vox populi, sin embargo, insiste en la necesidad de que la norma precisa de un estricto cumplimiento.

Entre las inquietudes más recurrentes se encuentra cómo se ampararán los clientes de las prácticas engañosas, así como evitar una inadecuada relación entre cantidad-calidad-precios, si el estado y manipulación de los instrumentos de medición a todas luces delata que junto a ellos proliferan el robo y la estafa.

Las cifras de la DIS al cierre del mes de marzo dan fe de esa aseveración. Por violaciones en las pesas se impusieron 711 multas por un valor de 4 760 pesos, mientras que sumaron 656 las violaciones de precios detectadas, lo que en pesos asciende a 219 517.

«Los municipios donde más se han enfrentado esos delitos son Cabaiguán, Fomento, Trinidad y Sancti Spíritus», informó Víctor Adonis Figueredo Borges, máximo responsable del cuerpo de supervisión en Sancti Spíritus.

El funcionario reconoce que resulta imposible colocar un inspector o policía al lado de cada equipo de medición. Por tanto, insiste en que cada administración debe asumir la responsabilidad de una labor consciente que impida este lamentable tipo de engaños, así como en la necesidad de la denuncia de la población ante cada hecho.

Para Humberto Perera Díaz, director de la UTN en Sancti Spíritus, una adecuada medición depende de dos grandes factores: el estado de los instrumentos y la honestidad y probidad de los seres humanos que los manipulan.

«A nivel territorial más del 85 por ciento de todos los instrumentos de pesaje o medición tienen más de 50 años de uso, y por su propia tipología facilitan las acciones de fraude, pero eso no quita que no midan correctamente cuando son personas honestas quienes las manejan, recalcó.

Lo anterior se verifica en el hecho de que al analizar las reclamaciones, más del 95 por ciento de los resultados demostraron que el timo fue consecuencia de la mala intención de quienes prestan el servicio, añadió.

Lamentablemente la industria nacional está incapacitada para fabricar tanto los instrumentos como sus elementos, lo cual se agrava por los altos costos en el extranjero.

Esta realidad la conoce al dedillo Jesús Herrera Faife, especialista de Gestión de la Calidad del Grupo Empresarial de Comercio en Sancti Spíritus, responsable de velar por los 2 103 instrumentos de medición, de ellos 1 680 de técnica mecánica y 423 digitales, priorizados en los Mercados Ideales y tiendas de materiales de la construcción.

«El año pasado debían entrar 236 pesas digitales para las bodegas y no llegó ninguna. En las unidades no están las requeridas, por lo que se deben hacer varios pesajes en un mismo producto, y ello afecta al consumidor», agregó.

Ese déficit de instrumentos impide, además, que exista en cada centro una pesa de comprobación, legítimo derecho de cada cliente, y la ausencia de esa contrapartida, a juicio de Perera Díaz, incita a adulterar el pesaje.

No son muchas las reclamaciones, pero Juan Gualberto Pérez Camejo, administrador del Supermercado de los Olivos I, donde se atienden 5 714 consumidores, ha debido evaluar la justeza o no de lo vendido en todas las pesas a su disposición, para tener una idea cercana.

Esta carencia engorda evidentemente la desconfianza. Tampoco es de gran utilidad tener equipos en esa función si no están bien identificados, fuera del alcance de la vista pública, o la comprobación no es ejecutada por el administrador. Tampoco ayuda mantener en el misterio las listas de precios de cada área y hasta carecer de una pizarra de conversión de unidades. 

Factores que mueven las balanzas

La experiencia de los especialistas de la UTN de este territorio revela otro indicador inadecuado al utilizar los instrumentos de medición: la falta de cultura de directivos y trabajadores del sector estatal.

«El período especial afectó considerablemente la metrología en nuestro país, pero si no se verifica un instrumento se está incurriendo en una violación de la Metrología legal. Lamentablemente, hoy las personas que llevan la calidad en las empresas no son metrólogos de formación y tienen otras muchas responsabilidades. Lo peor es que los pocos existentes no tienen relevo, porque en estos momentos solo hay 32 alumnos en la enseñanza técnica, que al egresar deberán esperar por la demanda que exista en el territorio», agregó el experimentado director de la UTN.

Junto con todo lo anterior debe considerarse que la verificación no garantiza por sí misma un pesaje apropiado, porque es la fotografía de un instante. El correcto uso del instrumento y las condiciones que inciden en el proceder también ayudan a una medición correcta y justa.

«Por ejemplo, no se puede utilizar un equipo que tenga como escala mínima diez kilogramos para pesar medio kilogramo. Hay que colocar el producto en una superficie recta, donde se tenga una temperatura agradable, y donde no incida directamente un flujo fuerte de aire. Tanto el pesador como el administrativo precisan estar capacitados para ejercer la actividad y dominar las regulaciones establecidas por la metrología. Lo ideal es que los instrumentos utilizados trabajen con kilogramos, que es lo estipulado a nivel internacional. De ahí la necesidad de que exista visible la tabla de conversión, para evitar que cada quien lo haga a su beneficio», concluyó Humberto Perera Díaz.

La práctica diaria del Mercado Ideal de Sancti Spíritus contradice la suposición de los especialistas del Grupo Empresarial de Comercio, donde se asegura que si están avalados como dependientes integrales saben pesar.

«Sufrimos por la calidad de las pesas digitales que se compraron, la mayoría de las cuales ya no tiene baterías que sirvan, y además, el colectivo es muy joven y tiene dudas en el manejo de esos equipos. Considero que se debían capacitar», opinó Adael Reyes, máximo responsable de la referida unidad.

Aunque todas las ciencias dejan un margen al error, se precisa desterrar todo aquello que deja una ganancia abismal a favor siempre del pesador. Para ello, se precisa eliminar las malas prácticas, incrementar la cultura metrológica, potenciar la compra de instrumentos de medición modernos, pero que puedan ser calibrados y verificados con la tecnología existente en el país y, sobre todo, enfrentar con conciencia toda indisciplina social tanto los administradores como los clientes.

Solo así se evitará que bajo la excusa de pesas no calibradas continúen ganando en sobrepeso el robo y la estafa.

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