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Mejor por tarjeta

La bancarización es un proceso gradual, y, a medida que transcurra el tiempo, ganará mayor confianza entre quienes hoy manifiestan sentir incertidumbre, pues no en todos los sitios a los que la población accede las condiciones existen

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Intenso ha sido el debate por estos días en torno a la Resolución 111/2023 emitida por el Banco Central de Cuba (BCC) y un conjunto de medidas que tributan al menor empleo —y no desaparición— del efectivo, en tanto se desarrollen cada vez más los diversos canales electrónicos existentes para efectuar cualquier operación financiera.

Nadie duda de las ventajas que entraña el hecho de que portemos el dinero de manera virtual y no en billetes que pueden extraviarse o ser robados si nuestras pertenencias son el blanco de sucesos delictivos. Sin embargo, aflora una primera interrogante cuando el tema se suscita en el andar cotidiano: ¿están creadas las condiciones en todos los lugares?

Teniendo en cuenta que las tarjetas magnéticas existen desde hace años y aplicaciones como Transfermóvil, Banca Remota y En Zona también, por solo mencionar algunos modos de pago, ¿cuál es la razón por la que no podemos usarlas siempre?

¿Acaso podemos acudir a la tienda a comprar nuestro módulo y pagar con nuestra tarjeta o mediante una transferencia, como se hace de manera corriente en los establecimientos que operan en MLC? ¿En nuestros cines y teatros podemos llegar a la taquilla y adquirir las entradas de esa manera? ¿Podemos transferir en un restaurante, una cafetería, en el pago del seminternado en la escuela de nuestros hijos, en una panadería estatal o en una farmacia? Lamentablemente, la respuesta muchas veces es no.

Ciertamente, esas diferentes opciones de pago podían existir y usarse desde hace un tiempo en el país. Sin embargo, ¿dónde podíamos hacer
uso de ellas sin problema alguno?

Algunos entrevistados en la capital, en los alrededores del consejo popular Rampa, son precisos en sus respuestas. «Donde podías comprar una pizza o un pomo de refresco y pagar con transferencia era en los establecimientos por cuenta propia o en las actuales mypimes, porque de inmediato ellos te mostraban el Código QR para escanear o te daban el número de la tarjeta y un número de teléfono celular para enviar el mensaje de confirmación. Ellos siempre habilitaron todas las posibilidades para que el cliente pagara», dijo Luis Manuel Chávez.

«En los servicentros muchas veces los POS (terminales de venta) tenían problemas, y en las tiendas también. Algunas bodegas ofrecen esa opción desde hace algún tiempo, pero muchas no... Entonces, se habla de este proceso necesario para nuestra economía, pero es fundamental concientizar a todos los que deben crear las condiciones», agrega Susana María Castillo.

«Comprarles un par de zapatos a los artesanos nunca fue un problema. Ellos, como trabajadores por cuenta propia, te ofrecían todas las posibilidades para pagar. Pero ahora muchos de los que están en la feria Arte en la Rampa no aceptan la transferencia con el pago del artículo, y si acaso, algunos te dicen que pagues una parte en efectivo y la otra por la vía digital. Te explican que tienen límites de extracción en el banco y que sus proveedores no les aceptan el dinero virtual completamente...», comentó Migdalia Ramos.

No es menos cierto lo que comenta Migdalia, porque conversar con los vendedores en la feria permite constatarlo. No obstante, algunos permiten la transferencia con el valor total del producto y al entregar el número de la tarjeta para recibirlo es de una cuenta de ahorro o de salario, no fiscal.

«Si con sus tarjetas de cuentas fiscales no pueden acceder a los cajeros y además tienen una cantidad limitada de extracción a diario, entonces reciben el dinero en aquellas que sí pueden introducir en los aparatos. Las colas son extensas allí, pero siempre será más rápido que en el banco, donde también las colas son lentas y a veces una sola caja brinda servicio en el día. Hay que entender que ellos tienen que pagar sus materias primas y usar sus ganancias para vivir, como todos», explicó Sandor Fernández. 

«Si las colas para extraer el efectivo son largas y demoradas, ¿cómo le pago a un botero? ¿Cómo le pago al parqueador donde dejo la moto todos los días cuando voy al trabajo? ¿Cómo pago la guagua cuando la moto se rompe? Explicaron que los billetes no desaparecerán, pero cada vez es más difícil tenerlos», afirmó, preocupado, Severo Gutiérrez.

En el mercado, por ejemplo, en 17 y K, que es a donde acude Xiomara Cao, no cree que pueda escoger siete mangos y dos libras de arroz y luego pagar por transferencia. «La vida es agitada, hay mucha gente queriendo comprar, el sistema no siempre funciona porque la conexión es inestable. No digo que no se pueda hacer, pero pienso que la tecnología aún tiene que desarrollarse más».

La vida de un taxista puede ser, perfectamente, el guion para una película. Hablar con cuatro de ellos en una jornada permite comparar y entender dinámicas.

Alberto Torres, por ejemplo, tiene su licencia para botear. «Yo hago el mismo tramo a diario y no tengo tiempo para detener el carro y esperar que la transferencia me llegue. Días atrás varias personas me preguntaban antes de subirse al carro si podían pagarme así porque no tenían dinero en sus monederos. Lo siento, conmigo no puede ser. Los que trabajan en agencias de taxi, que funcionan por
WhatsApp, es otra cosa».

En una de esas agencias que funcionan en el mundo digital, Alexander Benítez presta servicios. «Comunican el recorrido que el cliente desea, el chofer que puede presta el servicio y al cliente se le da el número de tarjeta a donde puede transferir. De ahí se saca el dinero de la agencia y el porciento que gana el chofer. Ya nosotros teníamos el proceso en funcionamiento hace rato, así que no nos afecta».

«Si para comprar yogur o masa de croqueta no puedo transferir, porque los vendedores colocan sus carteles de que no aceptan ese método, no me queda otra opción entonces que no sea ir al cajero. Y como yo, miles de personas más... ¿Entonces los cajeros estarán siempre llenos de dinero? Habría que ver, porque la bancarización no tendría sentido así», opinó Teresa Núñez.

Los cuentapropistas tienen sus argumentos, y sus dinámicas también se han vuelto difíciles. «¿Cuántas tarjetas debemos tener entonces cada uno de nosotros para poder sacar más de 5000 pesos cada día del banco y pagar nuestros suministros?», dijo una de las vendedoras de la zona, que pidió no ser identificada y a quien además, le preocupan los adultos mayores, como sus abuelos, quienes no tienen celular ni aprenderán a usar uno, y que tampoco deberían hacer colas tanto tiempo en un cajero o un banco.

La bancarización es un proceso gradual y, a medida que transcurra el tiempo, ganará mayor confianza entre nosotros, prefirió decir Hilda Helena Hernández.

Como han ratificado las autoridades del Banco Central de Cuba, no se elimina el uso del efectivo en las operaciones, lo que se persigue es darles prioridad a los canales electrónicos de pago. Para ello es necesario que los establecimientos y prestadores de servicios dispongan de todos los medios para que las personas escojan la forma en que deseen hacerlo.

Muchos de los entrevistados por JR aún tienen dudas e incertidumbres. No porque no se considere necesaria la bancarización, sino porque no en todos los sitios a los que han accedido hasta hoy las condiciones existen. Es por ello que se requiere dar mayor información y más facilidades, así como lograr que cada uno de los actores económicos de nuestra sociedad cree esas condiciones y aproveche las ventajas del pago digital.

JR le propone leer además los siguientes trabajos:

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