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Pável en la edad de la peseta

Entrevista con el director de uno de los largometrajes cubanos que concursará en el actual Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano El Festival hoy en la ciudad El Festival hoy en las provincias

Autor:

Juventud Rebelde

De izquierda a derecha parte del equipo de realización de La edad de la peseta: Arturo Infante (guionista), Pável Giroud (director) y Lester Hamlet (editor). Foto: Calixto N. Llanes

La edad de la peseta es uno de los largometrajes cubanos que concursarán en la categoría de ficción, en la 28 edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Su director es Pável Giroud (Flash en Tres veces dos, Todo por ella), defensor de un estilo narrativo que se distingue por la constante experimentación visual teniendo a la imagen como principal protagonista; estilo que también transmite a este, su segundo largometraje.

El guión de la cinta, de Arturo Infante, fue ganador de una mención en la pasada cita habanera, después de lo cual llegó a manos de Giroud. «No había hecho nada que se pareciera a este filme y, al principio, no me veía haciéndolo, pero a Arturo le pareció bien que lo dirigiera. Cuando vi que podía adecuar la película a mi universo y hacerla mía, contando la historia de Arturo, me decidí».

—En la película convergen varios géneros. ¿Es que recibió influencias de alguna corriente cinematográfica o director en particular?

—Sí, siento una admiración muy especial por algunos directores que han influido directamente en la película y en mis trabajos en general: Alfred Hitchcook, Billy Wilder, Wong Kar Wai, Pedro Almodóvar. Me fascina Sergio Leone y sus westerns han inspirado muchas escenas de La edad de la peseta; Ingmar Bergman, David Lynch, Woody Allen, entre otros. He aprendido mucho de cada uno de ellos, la manera de usar la cámara, de lograr las atmósferas, etc.

—¿Cómo logró una recreación perfecta de La Habana de los años 50?

—Además de que soy un apasionado de los 50, junto con la directora de arte, Vivian del Valle, me sometí a un estudio histórico y estilístico de la época. Ya había escogido las locaciones recorriendo La Habana, y guiándome por mi memoria de ciudadano. Me fijaba en cada esquinita, porque quería que la película fuera un retrato de esa época, pero, increíblemente, las edificaciones de esos años son las que más han sufrido el paso del tiempo. Es en parte por eso que en La edad... no hay casi planos donde exhibo la ciudad.

«Entonces, nos vimos obligados a utilizar varias técnicas y trucos para dar la época y lograr la expresividad dramática: encuadres muy pequeños de los que no me podía salir para evitar gazapos, lobbys de edificaciones convertidos en oficinas, escenas que eran en exteriores las grabé en interiores... A veces, para que el piso pareciera nuevo lo mojábamos y lo dejábamos húmedo para filmar. Así logramos la recreación de los años 50».

—Los movimientos de cámara y angulaciones audaces lo distinguen como creador y tienen una fuerte presencia en La edad de la peseta...

—Para mí el encuadre es determinante. En esa zona bidimensional de ancho y largo está todo dentro de la película: la imagen, el sonido, la interpretación, la escenografía. Yo pensé cada encuadre y los dibujé durante tres meses, porque la cámara es el arma más poderosa que tiene el cine y debe usarse como recurso expresivo. Siento que el cine tiene que contar las historias como únicamente el cine puede hacer. Y la cámara es como el narrador.

—En su película también destaca la fotografía...

—Como componente fue determinante para lograr el estilo de la época. El director de fotografía, Luis Najmías, es muy versátil, con un gran dominio técnico e hizo un trabajo muy cuidadoso, de mucha pulcritud, predefinido antes de empezar la filmación, y logró con esto la plasticidad y la sofisticación que requería el filme.

Mercedes e Iván se comunicaron muy bien desde el principio.

—En los protagónicos encontramos desde una experimentada actriz española (Mercedes Sampietro) hasta una niño «no actor», como usted mismo lo ha catalogado. ¿Cómo fue la selección de los tres papeles principales?

—Con Samuel, que yo pensaba sería el más difícil de seleccionar, no tuve ningún problema. Iván Carreiras, el niño que lo interpreta, vino un día a mi casa con su mamá y me gustó cómo miraba, se me parecía al personaje que yo imaginaba. Vi que leía, estudiaba pintura, y eso era lo que más o menos buscaba, un niño con sensibilidad artística, y no un niño actor. Tuve suerte con él, pues Ivancito es muy inteligente y sensible, además de que posee talento histriónico.

«Mercedes Sampietro fue siempre mi primera opción para el personaje de Violeta, pues es una excelente actriz y era a ella a quien quería, así que, cuando me dijeron que aceptaba hacer el papel, me alegré mucho. El personaje de Alicia lo iba a hacer una actriz que no pudo interpretarlo, pues salió embarazada. Susana Tejeira, que asumió el personaje, me venía ayudando en los ensayos con el niño, y encontré un parecido entre ella, Mercedes e Iván, por lo que pensé que serían una familia perfecta. Dotó al personaje de un dramatismo y un extra que yo no había concebido».

—¿Cómo fue tener en un mismo set a la Sampietro, un niño y un gato?

—Las escenas de Sampietro y el niño no fueron difíciles, porque ellos se comunicaron muy bien desde el principio. Pero estaba el gato, y las escenas en las que salía fueron muy complicadas de filmar. El problema era que no estaba insertado en ellas, sino que dependía de un movimiento de cámara para su aparición y sus acciones tenían un contenido dramático. Sin duda, el trabajo con el animal fue lo más complicado de la filmación. Tanto es así que tuvimos que recortar el número de apariciones que tenía, sin contar que en el guión original había 12 gatos. No sé qué me hubiera hecho.

—¿La película posee algún elemento autobiográfico?

—Sí, es muy autobiográfica porque aunque yo no la escribí terminó siendo muy mía. Extrapolé muchas sensaciones de mi infancia a la película, como el encuentro del niño con todos esos elementos religiosos. Ahí está retratado mi descubrimiento de ese mundo en casa de la madrina de mi madre. Samuel terminó siendo mucho más callado e introspectivo que en el guión original, pienso que es porque de alguna manera también yo soy así. Cuando mis amigos del Pre vieron la película, me dijeron que les parecía estarme viendo a mí.

—¿Con qué expectativas llega Pável al Festival?

—Que le guste a la gente. Tengo la mala suerte de no competir en ópera prima, y cuando ves la lista de cineastas que hay, con películas muy buenas, no pretendo nada más que eso, que le guste al público. Lo que sí me encantaría es que se proyectara bastante.

—¿Qué siente por La edad...?

—Es con el trabajo que más satisfecho me he sentido —a pesar de no ser un proyecto que partió de mí—, donde ninguno de los que me acompañaba me defraudó. Estoy contento con el montaje, con los actores, con la dirección de arte, con la fotografía, con la música, con todo. Quizá pudo quedar mejor, pero está todo lo bien que yo la pude hacer.

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