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¿Puedo pasar?, plausible programa televisivo sobre música de concierto

La importante propuesta, ideada como parte de las ofertas de verano, tuvo inconvenientes que impidieron una mayor teleaudiencia

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Dentro de lo que queda por ver está un fragmento del clásico del séptimo arte, El gran dictador, de Charles Chaplin.

Son muy pocos en el mundo los países que se pueden dar el lujo de poner abundantes recursos y esfuerzos en función de conformar bandas de conciertos por doquier y orquestas sinfónicas en alguna que otra provincia. Y uno de ellos es Cuba. Sin embargo, tamaño empeño sería en balde si la gente no se conecta, si buena parte de las lunetas de los teatros permanecen vacías aun en tiempos de las más llamativas temporadas y las retretas no encuentran ecos en las glorietas de los parques.

El quid de la cuestión está en que no se derrumba una idea tan aferrada en el pensamiento popular de que ese tipo de espectáculo es aburrido o que esta música solo es apta para entendidos, con solo crear estos valiosos colectivos. De ahí la importancia de un programa televisivo como ¿Puedo pasar? que, amén de no haber contado con el respaldo de espacios promocionales como Televances o Lo que usted verá —algo que debía haber estado entre sus prioridades—, salió al aire durante el verano, a partir del lunes 30 de julio, enfrentándose al horario de las telenovelas (9:00 p.m.), por el canal Tele Rebelde.

Aunque ¿Puedo pasar? se emparienta por sus objetivos con programas al estilo de Bravo, La danza eterna, Un palco en la ópera y ahora con Otros tiempos, ya se notaba la falta en la TV de uno especializado que se centrara exclusivamente a la música de concierto, y lo hiciera en 42 minutos a través de seis secciones, como Hall de la fama y Rotundamente clásicos: en la primera, los protagonistas son grandes figuras foráneas; y en la segunda, la mirada está en los renombrados del patio. Mientras, En la línea del tiempo, se nos acerca a las efemérides nacionales e internacionales relacionadas con este arte.

En Detrás de la cortina, la maestra María Elena Mendiola, responsable de la idea original, así como del guión y la conducción, narra anécdotas, hace alusión a cosas curiosas que generalmente ocurren en los ensayos, y por tanto son desconocidas para el público, en tanto que en Música y cine acude a fragmentos de filmes que han utilizado partituras clásicas en sus bandas sonoras. Por último, en De cerca y con memoria, trae a un invitado del que conoceremos detalles de su vida y obra, para finalmente poder constatar su indiscutible nivel artístico.

No lo pensó dos veces la importante musicóloga y directora de orquesta para ponerse en función de este proyecto, si con ello se atraería a una nueva teleaudiencia. Tanto es así que pospuso la grabación con el sello Colibrí del Instituto Cubano de la Música de su disco Clásicos cubanos del siglo XIX, que recogerá música sinfónica nunca antes registrada de Cervantes, José White, Lico Jiménez y Hubert de Blanck.

«Todo comenzó, cuenta Mendiola, a partir de un intercambio entre el Centro Nacional de Música de Concierto y el ICM, con el propósito de pensar de conjunto en fórmulas que pudieran contribuir a mejorar la cobertura de los medios hacia la música de concierto. Entonces, yo lancé la idea de proponerle al ICRT un programa de este corte y me dijeron: escribe el proyecto, que es mucho más que eso: buscar la locación —la Iglesia de Paula, sede de Ars Longa—, poner mis discos y videos al servicio del espacio, redactar los guiones, llamar a los invitados... Bueno, ya te puedes imaginar». Pero la maestra sabe que vale la pena.

Para este verano se preparó un paquete inicial de cinco programas que aún no se han visto en su totalidad (faltan dos) por su inestable presencia en la pantalla doméstica, al estar ubicado en un canal destinado esencialmente a la programación deportiva, y eso ha imposibilitado que haya sido capaz de despertar la curiosidad y el interés hacia esta vertiente musical, y más bien se haya quedado parado en la puerta, no justamente por indeseable, sino porque aquí el hábito sí hace al monje.

De la calidad de la propuesta hablan por sí solos los nombres de los entrevistados hasta la fecha: Ulises Hernández, Teresita Paz e Iván del Prado —la flautista Niurka González y la directora de Exaudi, María Felicia Pérez serán las siguientes—, sin contar que en Hall de la fama, por ejemplo, se pudieron apreciar estrellas de la talla de Seiji Osawa, Charles Dutoit y Leonard Bernstein (sencillamente espectacular verlo dirigiendo y tocando a la vez en el difícil Concierto en Sol Mayor, de Ravel), mientras que Rotundamente clásicos imantó con las interpretaciones de Leo Brouwer, Jorge Luis Prats, y Digna Guerra y el Coro Nacional de Cuba (inolvidable Bohemian Rhapsody, de Mercury). Como si fuera poco, los tres fragmentos de películas elegidos para mantenernos aferrados a la silla fueron Lucía, West Side History y Mar adentro, con un irrepetible Javier Bardem cuadripléjico que «escapa» del inevitable encierro mientras se deja escuchar Nessum Dorma, la escena final de la ópera Turandot de Puccini.

Estoy convencido de que desde el conocimiento se puede disfrutar y descubrir todas las sensaciones que nos aporta esa música, sin duda, sublime. Por ello, no estaría nada mal que se piense desde ahora en la posibilidad de que se retransmita este imperioso ¿Puedo pasar?, de modo que recursos y esfuerzos no caigan en saco roto. No me negarán que reconociendo la validez del tan trillado refrán en la unión está la fuerza se lograrán cambios significativos.

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