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Todavía no existe «miembra»

Autor:

Juventud Rebelde

Por culpa del femenino de miembro, se han desatado unas polémicas interesantísimas. Si abres tu correo electrónico, algún amigo te ha enviado la opinión de este académico o de aquel; lees una revista, y allá te va la discusión encarnizadísima acerca de si: el miembro Fulana o la miembro Perenceja o la miembra Ciclana. Hasta ahora, utilizar miembra es incorrecto; no aparece registrado aún el vocablo. Alguien ha llegado a decir que es «una muestra de feminismo salvaje», otros que es «una sandez», «una estupidez». Hay quien asegura que el feminismo y la gramática española no se llevan bien, y aduce varias razones muy convincentes.

En «autodidacto» hay machismo —pudiera decir alguna—, pero lo correcto es: un hombre autodidacto, no autodidacta, como se repite constantemente por ahí.

Un gramático propuso registrar: mujeras en lugar de mujeres, criaturos por criaturas, si de un niño se trataba, y víctimos por víctimas. Verán que dentro de poco se acepta miembra. He visto cosas peores. Por eso, cuando me han hablado de publicar un libro con esto que escribo en la prensa o hablo por la radio, me espanto: temo que todavía no haya salido de los talleres, y ya lo que censuré sea la última moda. Es que como dijo Salvador Gutiérrez, catedrático español, «la lengua es el organismo más democrático que existe en el mundo». Aquí, entre tú y yo, no se lo digas a nadie, pero yo le tengo un miedo que no he logrado vencer jamás.

Recuerdo que cuando era adolescente —claro está, de eso hace mil años luz—, en casa me llamaban la atención si me escuchaban decir: «juro y perjuro». Mis padres decían: Perjurar es jurar en vano. Tenían razón. Ahora es además jurar mucho por vicio o por añadir fuerza al juramento.

Hay errores que se repiten con una frecuencia inconcebible: «Droggy» dicen en lugar de groggy, y mejor: grogui, que es la adaptación gráfica de esa voz del inglés —significa aturdido por los golpes. Parece que muchos la imaginan derivada de droga, y allá te va el disparate.

¿Qué me dices de «cinterna» en vez de cisterna? ¡Cuántos se empeñan en ese error!

Hay otro dislate frecuentísimo, sobre todo en boca de quienes debieran conocer bien la palabra que es española ya, con tilde y todo, claro está: hábitat. La pronuncian como si fuera aguda. Aunque procedente del latín, se introdujo en castellano a través del inglés. Lo curioso es que en esa lengua tampoco se acentúa en la última sílaba. Es el lugar de condiciones apropiadas para que viva un organismo, especie o comunidad animal o vegetal.

Las respuestas de hoy

Un muy, muy joven lector, Ráymer Díaz Padrón, de Plaza de la Revolución, me pregunta si todavía se emplea amicísimo. Dice que su abuela Mercedes lo escuchaba en su casa, cuando era niña. Yo también lo oía con frecuencia en la mía, y aunque muy pocas personas lo usan ya, aparece amicísimo, y no: «amiguísimo», en el Diccionario de la Real Academia Española, como superlativo de amigo. Sin embargo, el Panhispánico de dudas, registra que a pesar de ser válidos ambos superlativos, amicísimo queda relegado para la lengua literaria, y amiguísimo es más frecuente en el uso.

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