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Muestra Itinerante de Cine del Caribe recorre la región

La muestra cinematográfica abarca 27 países del área. En febrero arribó a las Bahamas, Belice y Cuba pero el próximo mes continuará su viaje itinerante a República Dominicana, Curazao, Panamá, Surinam y Venezuela

Autor:

Juventud Rebelde

La serie de animados Pubertad es uno de los audiovisuales cubanos de la II Muestra Intinerante de Cine del Caribe. Los amantes del séptimo arte gustan de conocer las diferentes cinematografías que colman de pluralidad de estilos y maneras de contar una historia de nuestro universo audiovisual. Así, seguimos con la mirada los pasos del cine comercial de Hollywood; del europeo con su amplia gama de matices —francés, español, alemán, italiano, ruso...—; de las tierras orientales, de donde nos llegan las profusas producciones de Bollywood, y el centenario arte del anime japonés. A vuelo de pájaro nos hemos tropezado incluso con los esfuerzos que se realizan en los países africanos; y siempre, cada año, tenemos ese encuentro con el nuevo cine latinoamericano que nos mira tan de cerca. Pero, ¿alguna vez hemos escuchado hablar del cine caribeño? ¿Podríamos realmente afirmar su existencia en las islas antillanas, cuya presencia en el mapa a veces es imperceptible?

Sin embargo, de la misma manera por pequeños no han dejado de existir y de ser independientes países como Saint Kitts y Nevis, Santa Lucía, San Vincente y las Granadinas, Jamaica, Barbados, Bahamas, Trinidad y Tobago, Dominica, Granada, Antigua y Barbuda, Curazao...; tampoco en ellos se han soslayado los deseos y el denuedo por crear para la pantalla grande.

De romper con el mito de la invisibilidad y gritarle al mundo «hola, mírame, soy de carne y hueso», se trata la Muestra Itinerante de Cine del Caribe; y sobre ella JR habló con su coordinador Luis Alberto Notario, para conocer las nuevas coordenadas del arte cinematográfico en la región.

«La Muestra Itinerante de Cine del Caribe es un evento regional que abarca 27 países del Caribe, explica Notario. Surgió en el año 2006 por iniciativa de cineastas cubanos y jamaicanos, quienes vieron la necesidad de hacer frente a la realidad de nuestra producción cinematográfica —enormemente ignorada por los grandes circuitos hegemónicos—, desmitificando así la idea de que el cine en esa zona no existe.

«De esta manera se crearon comités de coordinadores en cada uno de los países, que se encargan de proponer los títulos que integrarán la Muestra, además de organizar la presentación en sus propios territorios.

«En primera instancia acordamos que cada nación propondría tres títulos de su cinematografía, y entonces se convocó a un Comité Internacional para que buscara una representatividad de la región, sin que esto supusiera pasar por alto la calidad artística de las obras».

—¿Cómo transcurrió la I Muestra?

—Para la I Muestra escogimos 28 filmes de los 120 que se presentaron, los cuales representaban a 15 países del Caribe. Esta primera edición estuvo en 19 naciones y contó con el reconocimiento de diversas instituciones culturales.

«Es importante destacar que desde sus inicios la Muestra contó con el apoyo de la Oficina Regional de la UNESCO y de su oficina central que radica en París, cuyos espacios también acogieron el evento en el 2008. Fue exhibida además en el British Museum de Londres y en el American Cinematec, en Hollywood.

«Otra importantísima repercusión se alcanzó con el Foro Internacional Estrategia para la colaboración e integración en el cine y el audiovisual del Caribe, que siempre acompaña al evento y en cual se aprobó en forma de declaración un programa para el desarrollo de nuestro cine, con lo cual comenzaron a articularse acciones para la colaboración entre los diferentes creadores, la formación de cineastas y de un público que pueda valorar el quehacer del cine caribeño».

—Sobre la II Muestra debemos conocer...

—En primer lugar, que Cuba no está inaugurando la Muestra. Esta comenzó a presentarse desde diciembre pasado en Haití; siguió durante el mes de enero por Saint Kitt y Nevis; en febrero arribó a las Bahamas, Belice y ahora a nuestro país. Continuará su viaje itinerante el próximo mes en República Dominicana, Curazao, Panamá, Surinam y Venezuela, para en mayo proseguir por Barbados y San Bartolomé, un territorio casi desconocido que tiene un festival de cine muy significativo.

«Es importante resaltar que las películas elegidas fueron subtituladas a cuatro idiomas: creole haitiano, inglés, francés y español. Un trabajo de traducción realizado en los estudios del ICAIC que le brinda a la Muestra —desde su nacimiento— un aporte invaluable.

«En esta segunda ocasión el evento se amplía en su alcance, pues se tuvo en cuenta el interés expresado en la reunión del Cuerpo de Ministros de la Cultura, de manera que ahora se acoge al Gran Caribe, las islas, más la cuenca que incluye a Venezuela, Costa Rica y Nicaragua».

—¿Por qué la II Muestra se consagra a un público específico?

—A petición de UNICEF, esta se dedica a los niños y adolescentes. Ya la primera había tenido un espacio para ellos con la presentación de cintas como Viva Cuba (Cuba), Zulaica (Curazao) y The baobab tree (Trinidad y Tobago). Este año se involucraron 27 países para un total de 54 títulos, y participan filmes cuyas temáticas conciernen a los más pequeños como Creciendo (Nicaragua) o Precius (Belice), que aborda la tragedia del sida. Incluye además cintas realizadas por los mismos niños como la serie Un minuto por mis derechos, donde podemos ver desde una niña que quiere ser panadera, hasta un niño que comparte su identidad caribeña partiendo del traje que viste.

«Ciertamente, al reducir a un tema curatorial se limita de algún modo el alcance de la Muestra. Pero pensamos que el tema de los niños y adolescentes no podía ser postergado y bien merecía toda nuestra atención. Por eso elegimos por ellos, puesto que son el sector más vulnerable y a la vez más agredido en su universo audiovisual. El control que existe sobre el cine se hace mucho más evidente en la producción para el público infantil, el cual sufre además el nocivo efecto de los videojuegos, con sus secuelas de violencia, alcohol, drogas y enajenación.

«Parecería muy elemental la otra realidad que alegamos, pero es una verdad que a veces pasamos por alto, y es que los niños son el futuro del Caribe, aquellos que podrán expresar en sus gustos y preferencias lo que se les haya inculcado culturalmente. Por eso creo que es, no solo una manera de proteger nuestra identidad, sino de comenzar a autodescubrirnos».

—¿Cómo podemos distinguir al genuino cine caribeño?

—Es aquel que se produce por cineastas que viven dentro y fuera de la región, porque incluso las diásporas forman parte indisoluble no solo de nuestra historia caribeña sino también de nuestra identidad cultural. Este vínculo con las diásporas es esencial en el ámbito cinematográfico, porque vemos a gente que aunque no están haciendo cine en sus islas, sus obras giran en torno a sus orígenes y su cultura, como es el caso de Âme noire (Oso de Oro de Berlín) y de la haitiana Martine Chartrand, quien actualmente reside en Canadá.

«En este punto tenemos opiniones encontradas, y nos podemos topar con algunas que definen como verdaderamente caribeña una película que sea realizada por actores y directores autóctonos y sea filmada en creole. Pero más allá de estas consideraciones, podemos encontrar ejes que atraviesan todas las obras en la manera de construir los imaginarios, las experiencias sociales y culturales de sus islas, al sujeto que habita el Caribe y los elementos que engloban su dramática realidad social, conformando así lo que es, en mi opinión, el lenguaje caribeño audiovisual».

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