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Presto: música del alma y amor

El dúo de cámara Presto, fundado en 2007, es el primero y único en el Balcón del Oriente

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

«No me imagino en otro lugar que no sea Las Tunas. Quiero sacar adelante a mi provincia», dice la pianista solista de primer nivel en música culta Hindira Mastrapa Leyva, e inmediatamente la secunda su pareja en la vida y en el arte, el cellista Danilo Lozada Lazo, a pesar de haber nacido en Santiago de Cuba. «Es que me encanta fundar, hacer algo nuevo en un lugar muy rico en talento, pero prácticamente virgen, por eso estoy y pienso continuar en esta ciudad».

Jefa de cátedra del nivel medio profesional de piano en la Escuela Vocacional de Arte (EVA) El Cucalambé, ella; y él, de la especialidad de violoncello de nivel elemental en el mismo plantel, se unieron el 20 de octubre de 2007 para conformar el dúo de cámara Presto, primero y único en el Balcón del Oriente.

Comenzaron a actuar en diferentes sitios del territorio: primero en el Centro Provincial de la Música, y luego en el Museo Provincial, la Universidad Vladimir Ilich Lenin, la EVA..., y mientras, la cercanía entre piano y cello, entre Hindira y Danilo, se acrecentaba por días. Así llegaron el intenso amor y las imprescindibles audiciones llevadas a cabo en Camagüey por los maestros Alfredo Muñoz y María Victoria del Collado, que convirtieron a Presto en una de las joyitas del catálogo de la música de cámara.

«Como tunera, me percaté de la falta de este tipo de agrupaciones en la provincia, sobre todo de dúos, de manera que aproveché la presencia del cello, instrumento totalmente desconocido en esta tierra, y le hice la propuesta a Danilo», le cuenta a JR esta bella muchacha, quien también se desempeña con maestría como pianista acompañante repertorista.

«Sí, creo que el amor influye en nuestro quehacer. Empezamos siendo simplemente amigos y fue el dúo, la música de cámara y su magia, la que nos llevó a otro nivel más allá de lo profesional. Y claro que el afecto es favorable desde el punto de vista de la comprensión, aunque a la hora de llegar a acuerdos lo que prima es el profesionalismo».

Basta escucharles ejecutar con limpieza y pasión admirables las danzas de José María Vitier, la versión que hiciera Pierre Fournier del Preludio Coral Sol menor, de Bach, el hermoso Kol Nidrei, de Max Bruch, para percatarse de que el corazón y el celo por cuidar hasta el más mínimo detalle deciden en cuanto nos entrega Presto. Pero ello se hace palpable sobre todo cuando cello y piano se unen para hechizarnos con las inmortales composiciones de Astor Piazzolla, al estilo de su Libertando y el Gran tango para cello y piano. «Cuando interpretamos a Piazzolla ni siquiera nos tenemos que mirar, admite Hindira, sus obras nos llegan tan profundo que nos gustaría algún día poderlo todo».

Ello explica por qué las obras del argentino ocupan un lugar tan importante en el repertorio del dúo, donde «siempre tratamos de priorizar la música de cámara y de incorporar varios períodos, para no llevar solamente una línea, al tiempo que nos adentramos en la música contemporánea, actual. A veces nos hemos visto obligados a realizar nuestros propios arreglos para interpretar piezas del patio, pues prácticamente no existen partituras para este formato».

En Las Tunas, en 1990, Hindira inició sus estudios de una especialidad que la apasiona, al punto de que no se detuvo hasta que se graduó en la filial del Instituto Superior de Arte (Isa) de Camagüey, guiada por la maestra Jacqueline Láncara. «Para mi preparación fue esencial cursar el nivel medio en Holguín, bajo la tutela del excelente maestro Cecilio Gómez. Y más tarde, al concluir en la Universidad de las Artes, diplomarme en Historia de los géneros de la música popular cubana».

Preocupada totalmente por la superación, la Mastrapa acaba de terminar un libro que deberá ser publicado en este 2013 y escribió a cuatro manos, junto a la investigadora Martha Esquenazi Pérez, sobre el repertorio pianístico en edades tempranas. «Participé en el Cubadisco dedicado a la música campesina y a los repentistas del mundo, aprovechando que la tesina de mi diplomado versaba sobre la guajira en el repertorio pianístico del nivel elemental. Entonces, Martha se me acercó con la propuesta de preparar un volumen que recogiera estas obras con fin pedagógico. Enseguida me interesó pues era otra manera de familiarizar a los niños con el punto cubano, el zapateo... Me pareció genial».

Danilo, por su parte, halló al cello de un modo casual. ¿Qué iba a saber un chico de su edad de un instrumento como ese? Conocía de la existencia de la guitarra, la batería, la trompeta, el violín... Y justamente se decidió por este último, atraído por el sonido de las cuerdas frotadas. Entonces se dirigió hasta la EVA José María Heredia, de Santiago de Cuba, pero las plazas ya estaban ocupadas.

«Fue cuando me hablaron por primera vez del cello y me entusiasmaron con la idea de estudiarlo, porque además de poseer las aptitudes, mis condiciones físicas decían que podría ser bueno en esa especialidad: tamaño, dedos largos... Y afortunadamente ocurrió así. Al terminar el nivel elemental, pasé al Conservatorio Esteban Salas y luego me trasladaron hasta Las Tunas para cumplir con mi servicio social.

«En esta tierra inicié mi carrera como instrumentista y conocí a Hindira, cosas que me llenaron de felicidad. Así es la vida, me aparecí en la EVA buscando una cosa y realmente hallé lo que quería. Ya ves: Mi vida es el cello, por su sonido distintivo, por su registro», reconoce.

«Ahora estoy en el Isa, en la capital, y debo decir que me siento algo frustrado. Temo que no podré alcanzar el nivel que procuré cuando hice los exámenes. Soñaba con este momento, porque anhelo crecer como instrumentista y soy consciente de que no todo está aprendido ni logrado, pero tengo la idea de que se piensa de que a estas alturas de nuestros estudios lo que vale es ser “autodidacta”, y no veo una mano y sí que falta seriedad, no encuentro la enseñanza a la cual aspiré».

Lógica la preocupación de Danilo, quien, como Hindira, se entrega por completo a la docencia, una labor que respeta sobremanera. «Enseñar ha sido fundamental en nuestro crecimiento como instrumentistas, nos enriquece. Para nosotros es imposible separar la pedagogía del quehacer del dúo, porque impartiendo clases, trabajando con los alumnos, aprendemos cada día».

Por eso su regocijo cuando se ve escoltado por sus propios discípulos en la recientemente creada Orquesta de Cámara de Las Tunas o, como sucedió hace un tiempo en el cine-teatro Tunas, con el proyecto de la futura Orquesta Sinfónica de este territorio. «Se siente muy confortable cuando tocas al lado de alumnos que formaste o preparas, con esos talentosos muchachos a quienes les pusiste el instrumento en las manos, y puedes comprobar el resultado de lo que has enseñado. Tocando con ellos me veo respaldado. Y yo no solo estaba tocando en mi atril, sino en todos los demás. Es una de las vivencias más lindas que he experimentado».

Tampoco Hindira, quien imparte Piano básico en nivel elemental y medio, Metodología de la enseñanza, Música de cámara, Acompañamiento vocal e instrumental e Historia del arte pianístico, se queja de su dicha como maestra. Su mayor orgullo son sus estudiantes y se exalta cuando sus pupilos regresan a casa con importantes premios.

«En el 2009 presenté dos estudiantes en la segunda edición del Concurso de piano Deysi Díaz Páez, en la provincia de Santiago de Cuba. Y uno de ellos, Abel Figueredo, obtuvo el Gran Premio, mientras Carlos Fernández consiguió el segundo lugar y la distinción a la mejor interpretación de la música barroca. En otra ocasión posterior, llevé a Natalí Hidalgo, de 7mo. año de nivel elemental, y conquistó el primer premio, en tanto Ana Paula, de 1er. año de nivel elemental, alcanzó el tercero y el premio a la mejor interpretación de la música cubana. ¿No es como para dar saltos de alegría?».

¿El secreto de estos logros? «Amar a los estudiantes y lo que uno hace, entregar constantemente lo mejor de sí. Mi comunicación con mis niños es formidable. Los adoro. A ellos les he dedicado todo el tiempo, sin importarme las horas extras».

«Aquí funciona de esta manera, apunta Danilo, porque los profesores constatamos que, además de mucho talento, abunda el interés, la preocupación, los deseos de superarse. Y así se pueden conseguir grandes cosas. Al mismo tiempo, el tunero es un tipo de persona muy humilde, entregado, cualidades que son primordiales en esta carrera».

Tanto Hindira como Danilo admiten que si no escatiman horas para desarrollar a sus alumnos, es porque en la EVA han sido tratados con respeto y «porque han confiado plenamente en los maestros, a pesar de que somos jóvenes. Por eso trabajamos con tesón».

¿Insatisfacciones? «Todavía no es suficiente la manera como acá se difunde la música de cámara, y apenas existe reconocimiento. A veces se nos programa en lugares donde no se proyecta el sonido, lo cual entorpece la calidad de interpretación. Y eso ocurre por falta de preparación de los especialistas. ¿De qué manera entonces lograremos que el público tunero sea aun más culto? No obstante, tenemos fe en el futuro».

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