Mantener la presión por debajo de 120/80 mediante una alimentación equilibrada, actividad física regular y control del estrés es esencial para la prevención. Autor: Tomada de Terra Publicado: 14/10/2025 | 09:44 am
WASHINGTON, octubre 14.- Durante mucho tiempo se creyó que los ataques cardíacos y los derrames cerebrales ocurrían de forma repentina, sin advertencia. Sin embargo, la ciencia ha demostrado lo contrario. Un estudio global publicado en The Journal of the American College of Cardiology revela que el 99 por ciento de las personas afectadas ya presentaban al menos un factor de riesgo antes del evento.
investigadores de Northwestern Medicine (en EE. UU.) y la Universidad de Yonsei (en Corea del Sur) analizaron los registros médicos de más de 9 millones de adultos. Descubrieron que las enfermedades cardiovasculares casi nunca aparecen sin señales previas y que la mayoría de los casos comparten causas prevenibles comunes.
Estos hallazgos confirman que la prevención de ataques cardíacos depende del control de cuatro factores modificables: la presión arterial, el colesterol, la glucosa en sangre y el tabaquismo. Su manejo adecuado podría evitar millones de muertes cada año en todo el mundo.
Según el estudio publicado en The Journal of the American College of Cardiology y el portal web Comunidad-biologica, la hipertensión o presión arterial alta fue la causa más frecuente, presente en más del 95 % de los casos analizados. Esta condición ejerce una presión excesiva sobre las arterias, debilitándolas con el tiempo y aumentando el riesgo de infarto o accidente cerebrovascular.
Mantener la presión por debajo de 120/80 mediante una alimentación equilibrada, actividad física regular y control del estrés es esencial para la prevención de ataques cardíacos. Los médicos recomiendan reducir el consumo de sal, evitar el sedentarismo y mantener un peso saludable.
El colesterol total superior a 200 mg/dL fue otro de los factores de riesgo más comunes. Este lípido, aunque necesario para varias funciones del cuerpo, puede acumularse en las paredes arteriales cuando está en exceso, formando placas que obstruyen el flujo sanguíneo.
Con el tiempo, estas placas pueden romperse y causar un coágulo, lo que bloquea el suministro de sangre al corazón o al cerebro. Por eso, mantener niveles saludables de colesterol es crucial para reducir el riesgo de infartos y derrames cerebrales.
Una dieta rica en frutas, verduras, legumbres y grasas saludables como el aceite de oliva, junto con ejercicio y la reducción del consumo de grasas saturadas, ayuda a mantener el colesterol en niveles óptimos.
El estudio también identificó la glucemia en ayunas elevada —mayor de 100 mg/dL— como un factor decisivo en la aparición de enfermedades cardiovasculares. La hiperglucemia daña los vasos sanguíneos y acelera la aterosclerosis, un proceso que endurece y estrecha las arterias.
Las personas con diabetes o resistencia a la insulina enfrentan un riesgo particularmente alto. Controlar el azúcar en sangre mediante una alimentación balanceada, ejercicio regular y seguimiento médico permite reducir de manera significativa las probabilidades de sufrir un infarto o un derrame cerebral.
El tabaquismo, tanto actual como pasado, sigue siendo uno de los principales enemigos del corazón. Fumar aumenta la presión arterial, reduce el oxígeno disponible en la sangre y favorece la formación de coágulos. Además, daña las paredes arteriales, acelerando la aparición de placas de colesterol.
Abandonar el tabaco es una de las decisiones más importantes para la salud cardiovascular. Dejar de fumar reduce el riesgo de infarto a la mitad en tan solo un año y mejora la circulación casi de inmediato. Los autores del estudio enfatizan que incluso la exposición pasiva al humo del tabaco puede incrementar el riesgo, por lo que recomiendan evitar ambientes con humo y promover espacios libres de cigarrillos.
Los investigadores siguieron durante más de diez años a más de nueve millones de adultos coreanos y a casi siete mil estadounidenses. Los resultados fueron consistentes entre ambas poblaciones: el 99 % de quienes sufrieron insuficiencia cardíaca, infarto o accidente cerebrovascular ya tenían al menos un factor de riesgo previo, y más del 93 % acumulaban dos o más.