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Rubén sacude «árbol» de Garabulla

El libro La retataranieta del vikingo le proporcionó el Premio de los Lectores al escritor y periodista Rubén Rodríguez González

 

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

La retataranieta del vikingo acaba de darle otro galardón al escritor y periodista holguinero Rubén Rodríguez González. Dedicado a niños y jóvenes, este libro figuró entre los diez más vendidos en el país durante 2019, por lo cual su autor recibirá el Premio de los Lectores, como parte de la 29na. Feria Internacional del Libro de La Habana.

Ya Rubén Rodríguez fue noticia el pasado año, tras ganar el Premio Alejo Carpentier (Cuentos). Y aunque se han hecho cotidianos los reconocimientos que lo distinguen en el ámbito literario cubano, este editor del periódico ¡ahora!, de Holguín, quien también llega a la Feria con Los amores eternos duran solo el verano, conserva muchas maneras de ser tratable.

—Varias veces te has calificado como más periodista que escritor. ¿Por qué?

—Debido a que mi profesión es el periodismo. Llegué a la literatura desde esta. Y, además, básicamente, soy agradecido con cuánto ha tributado esa carrera a mi formación profesional. También me ha ayudado como narrador, toda vez que en periodismo aprendes síntesis, sintaxis, y pierdes el miedo a la página en blanco. Ser periodista te dota de un nivel de vivencias importantísimo, que luego es susceptible de ser procesado para convertirse en literatura y, sobre todo, te obliga a ese entrenamiento constante en la escritura.

«La presión del cierre periodístico es un aliciente bastante sistemático como para no tener que esperar por la musa, el mito de que solo se escribe cuando se está inspirado. Escribo y soy periodista, y en este momento no puedo establecer una prioridad, pero me siento un periodista que escribe literatura».

—¿Es el Premio de los Lectores un «termómetro» diferente, otorgado por un jurado singular?

—El nombre del premio en sí ya le otorga una relevancia. El hecho de que La retataranieta del vikingo esté entre los diez más vendidos en 2019, si es que la comercialización puede considerarse un indicador de calidad, constituye un gran estímulo y un reconocimiento para mí. Se trata de un libro que no sale precedido por una crítica, ni sustentado con una campaña de mercadeo, sino que, desde el estante, establece una relación con el lector, quien al final opta por comprarlo o no.

«Que La retataranieta del vikingo (será presentado por el autor el 14 de febrero en la sala Nicolás Guillén, a las 4:00 p.m.) haya tenido ese nivel de venta es importante. También me place que sea otro pasaje de la serie de El garrancho de Garabulla, en la que más me he empeñado dentro de la literatura infanto-juvenil.

«La retataranieta… no es, únicamente, la cuarta entrega de esa saga, pasó de ser una novela de aventura para convertirse en un texto sobre afectos, que explora en virtudes, valores y relaciones familiares. Le doy mucha significación a la familia en las obras que he publicado. Me interesa decir que el cariño entre padres e hijos está más allá de los valores materiales».

—¿Qué crees de las valoraciones acerca de que la literatura infanto-juvenil es una corriente o vertiente menor?

—Históricamente ha sufrido esa discriminación. No es correcta esa manera de valorarla. Creo que, en cuanto a los temas que propone y al oficio de quienes la asumen, se encuentra a la altura del tipo de literatura dirigida hacia el público adulto o de los géneros catalogados como mayores. Tiene que ver más bien con el acto, la actitud del autor cuando realiza el hecho escritural, que hace que un libro dedicado a niños y jóvenes sea tan válido, valioso y relevante, en materia formal y conceptual, como otro destinado a la adultez.

—Has hecho vida en Holguín y has logrado importantes éxitos profesionales. ¿Nunca has pensado en residir en La Habana, donde, claramente, hay mucho más movimiento cultural y literario?

—Coincido en que en la capital existe un mayor número de oportunidades que me hubieran permitido explorar otras alternativas. Pero a la altura de mis 51 años, estoy contento con la vida y el desarrollo profesional que he logrado acá. Escribo en Holguín, desde Holguín, para los holguineros y todos aquellos que me lean. En ningún momento he sufrido fatalismo geográfico ni me he sentido minimizado o frenado por residir en una provincia.

«He tenido el privilegio de vivir en un territorio, en una ciudad especialmente destacada en las manifestaciones artísticas. Una ciudad con un trabajo relevante en edición e impresión de libros, teatro, artes escénicas, danza, y otras, añadidas a un sistema de eventos que, de alguna forma, sustenta y explica el auge de la literatura en esta región».

—¿Te limita en el empleo de la ficción en tus textos escribir también para adultos?

—No, todo tiene que ver con la intención con que escribes. O con la naturaleza del texto en cuestión o la historia por contar. Trabajo por igual la literatura infanto-juvenil que la de adultos, la literatura fantástica que la realista, y no entro en conflicto por este motivo. Cada texto reclama su tono y punto de vista. Aunque cada hecho literario lo concibo como único, no me siento atado a un solo modo de hacer. Aquí la profesión de periodista me ha ayudado. No condiciono mi escritura al público, sino que busco marcar en la obra el modo de abordarla, la gramática, la sintaxis o los recursos expresivos.

«Aunque la literatura para adultos es mayormente realista, tengo publicado un libro dirigido a ellos de corte fantástico, titulado La madrugada no tiene corazón y publicado por la editorial pinareña Loynaz, donde encaro el hecho literario desde la fantasía. Del mismo modo, en los textos para niños conviven las variantes realista y fantástica en similares condiciones, sin ningún tipo de inconvenientes».

—¿Cuánto han repercutido tus viajes fuera del país en tu quehacer literario?

—El doctor José Luis Moreno del Toro, poeta, médico y holguinero ya fallecido, siempre me expuso cuánto pueden aportarte los viajes al exterior. Por el nivel de experiencias adquirido y el cúmulo de conocimientos que sumas, te permiten ver tu condición insular desde otra óptica o punto de vista. Te pones, de alguna manera, en la mirada del otro, para analizar tu cultura, tu identidad, el mundo al que perteneces. En mi caso, me ha dado vivencias y ha permitido conocer otros lugares que enriquecen el imaginario precisado por un escritor para realizar su obra, y me han ayudado a madurar, a crecer como ser humano y valorar lo que soy, a lo que pertenezco.

—¿Floro Pérez (su poblado de origen)?

—Mi tierra.

—¿Tus tías?

—Ángeles de la guarda. Y mi madre, la fuerza.

—¿Ernesto (personaje central de la saga El garrancho…)?

—Mi otro yo.

—¿El cine?

—Un referente tan fuerte como la literatura.

—¿Enseñar en la Universidad?

—Realizarme como ser humano.

—¿El ¡ahora!?

—Mi casa, mi escuela, mi familia.

Rubén Rodríguez González. Foto: Carlos Rafael

 

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