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¿Maldición sobre el Yayabo?

Cuando la suerte parecía favorecer a los Gallos de Sancti Spíritus, un error del camarero Alberto Rodríguez cambió el guión, y los habaneros se llevaron la victoria

Autor:

Raiko Martín

Las siguientes líneas estuvieron a solo dos outs de aparecer con otro título. Cuando el derecho espirituano Pedro Álvarez consumió los lanzamientos permitidos y abandonó el montículo, la afición yayabera ya celebraba, y los seguidores —me refiero a los fieles— de los Gallos sentían que sus maldiciones eran cosa del pasado. Este redactor, lo confieso, apremiado por el cierre esperaba para poner el punto final cuando el error del camarero Alberto Rodríguez cambió el guión, y los habaneros, que habían llegado contra las cuerdas, terminaron aliados a la fortuna. Hoy, en el mismo lugar, habrá un tercer juego para definir el monarca del II Campeonato Nacional de béisbol, categoría sub-23.

La trama parecía predecible porque concluido el primer tercio del partido, la visita nadaba en un mar de felicidad. Tenían sobre la lomita a Pedro Durán, su principal carta de triunfo, y este había demostrado que pocos en esta categoría dominan mejor el arte de lanzar. Para mayor fortuna, la defensa rival había hecho aguas en el segundo capítulo y con solo par de imparables sus compañeros le regalaron la tranquilidad que suponen tres carreras de ventaja.

Pero poco a poco quedó en evidencia que no era la noche del notable zurdo capitalino. En la cuarta entrada permitió tres cañonazos sucesivos, que no hicieron daño por el mal corrido de base de Jorge Ruiz. El out en home fue solo un respiro, pues acto seguido, otro cohetazo ayudó a los locales a descontar una.

Todo lo contrario sucedía en la trinchera enemiga, ya que después del temprano infortunio, el abridor local se crecía hasta alturas insospechadas. A base de inteligencia y coraje, el diestro Álvarez completó 8.1 innings, sazonados con ocho rivales retirados por la vía de los strikes, sin regalar boletos.

Eufórico a ratos, tuvo incluso el privilegio de ver cómo los suyos armaban la remontada para empatar en el quinto acto, aprovechando par de hits, una pifia y un pelotazo a Luis Daniel Serrano. Y luego, fue de los que más disfrutó el momento en que dieron el «picotazo» que parecía definitivo. Otra vez par de inatrapables con un error intercalado del jardinero central dejaba lista la escena para la épica: línea a la pradera derecha de Ruiz y todos a preparar el festejo.

Nadie, absolutamente nadie, se imaginó que habría que poner los fuegos artificiales a buen recaudo. Las esperanzas en la experiencia del relevista Javier Vázquez duraron lo que demoró en bolear a Rafael Fonseca y permitir el doblete de Andy Pacheco que puso el empate en la antesala. Otro boleto, este intencional a Yusner Rosabal, llenó las bases antes del inofensivo roletazo de Lázaro Ponce que desató los demonios disfrazados en tres carreras, a esas alturas insalvables.

Juan Xavier Peñalver, uno de los rescatistas más efectivos para los habaneros a lo largo de la campaña, se encargó del resto, y ahora queda por ver la magnitud de este golpe con pinta de demoledor. Sobre todo a nivel psicológico, una asignatura pendiente para el béisbol yayabero en categorías mayores.

Leones y Gallos se juegan su suerte a partir de las 7:00 p.m. en un solo partido y yo, visto lo visto, no escribo más títulos hasta el último out.

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