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Debajo del pelo está la clave

Cuando los Leñadores les ganaron el séptimo juego de la semifinal a Industriales, la fiesta comenzó en el estadio Julio Antonio Mella a ritmo de tijeras. Leído así podría parecer que los tuneros sacaron ese instrumento para dejar sin melena a los Leones

Autor:

Norland Rosendo

BAYAMO, Granma. — Cuando los Leñadores les ganaron el séptimo juego de la semifinal a Industriales, la fiesta comenzó en el estadio Julio Antonio Mella a ritmo de tijeras. Leído así podría parecer que los tuneros sacaron ese instrumento para dejar sin melena a los Leones; sin embargo, quien se llevó el corte, como si fuera con un hacha, fue un hombre que las cámaras suelen tomar riéndose y animando en el banco de los orientales, pero pocos saben de quién se trata.

Al protagonista de semejante espectáculo le podrá faltar pelo en la cabeza ahora, pero le sobra talento e inteligencia, y es uno de los principales responsables del resultado que tiene el equipo. El Doctor en Ciencias Edecio Pérez Guerra, preparador físico de los Leñadores durante la Serie y profesor de Teoría y Metodología del entrenamiento deportivo en la Universidad de Las Tunas, no hizo ninguna promesa religiosa, pero sí «se jugó» su cabellera al triunfo frente a los Azules.

—Me dicen que usted es uno de los artífices de la actuación de los Leñadores en esta temporada…

—No, eso no se puede decir así. Yo soy uno más dentro del grupo de trabajo. En el béisbol se trabaja por áreas y cada una tiene una función específica. Aun cuando hay una labor colectiva, sí existe la especialización. Yo llevo 20 años dedicado a la preparación física, aunque empecé en deportes de combate.

«Sí puedo decirte que la preparación física del equipo ha sido el resultado de la aplicación de mi tesis de doctorado. Este deporte es eminentemente táctico, y mi función es crear las condiciones físicas para que el atleta pueda expresar al máximo sus habilidades. Lo que ha logrado Las Tunas es la combinación del trabajo cohesionado de todas las áreas y la acertada dirección del conjunto; este resultado competitivo sí ha dependido de eso.

—¿Cuál ha sido su aporte en particular?

—Este año Pablo Civil me dio la responsabilidad de dirigir la preparación del equipo, o sea, coordinar el entrenamiento en general.

—¿Y en qué se diferenció la preparación para esta temporada?

—Le dediqué no menos de dos meses a la búsqueda de bibliografía en internet, de videos y otros materiales que estudio constantemente, los organizo y los adecuo a las características del béisbol de Las Tunas, no de Cuba.

«El trabajo que hicimos fue neuromuscular, con énfasis en la coordinación de fuerza y la coordinación especial. Eso resultó la novedad. Lo aplicamos en la primera semana de la preparación y también en la competencia, a pesar de que los juegos de día disminuyen el tiempo de entrenamiento. Si las distancias eran cortas entrenábamos primero y después viajábamos, lo que permitió la estabilidad en el rendimiento».

—¿Usted considera que el béisbol cubano tiene deudas con la aplicación de la ciencia?

—No se puede decir que no se aplique ciencia, pero sí falta mucha organización científica en el trabajo. Se hacen cosas muy aisladas, hay muchas investigaciones que no son generalizadas en el país, y así es más difícil enfrentar los retos económicos que tiene el béisbol.

—¿A qué se refiere cuando habla de retos económicos?

—En el mundo se invierten sumas grandes de dinero en este deporte, porque es muy rentable. Por ejemplo, los estudios biomecánicos para la técnica de bateo requieren de bates con sensores que permitan trabajar los ángulos y aceleración del golpeo, y nosotros solo disponemos de cámaras para filmaciones, lo que no aporta todos los datos imprescindibles.

«Si no podemos acceder a esa tecnología porque son muy costosas, por lo menos tenemos que socializar las metodologías de entrenamiento y otros aportes científicos desarrollados por nuestros investigadores, para evitar que la brecha sea aún mayor respecto a las potencias en este deporte».

—¿Cree que en Cuba los peloteros están bien preparados físicamente, pero no sucede así con el pensamiento táctico?

—Yo no entreno el músculo, sino cómo utilizarlo según sea la situación del juego. No hago nada poniendo a los atletas fuertes en un gimnasio y que después no sepan utilizar, por ejemplo, las diferentes formas de ejecución de swing, cuya aceleración debe variar en dependencia del conteo o del contexto del partido.

«En Las Tunas llevamos ocho años organizando los entrenamientos en función de la táctica. Algunos piensan que el resultado de este año ha sido espectacular, o brusco, y no es así, es la cosecha de un trabajo paciente desde hace tiempo con transformaciones en las formas de entrenar».

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