Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tres en uno

El triatleta Michel González asume cada día el reto de llevar su cuerpo hasta el límite de lo sobrehumano

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Convertirse en atleta de alto rendimiento es una decisión que empieza bien temprano en la vida, y a la cual hay que apegarse bien, si no se quiere terminar convertido en un «proyecto» de deportista.

Michel González es un hombre que sabe bien de lo que hablo. Cuando a los 12 años era practicante de polo acuático, algo le decía que no estaba del todo satisfecho con aquello. Parece que nadar detrás de una pelota no era suficiente para él, y por eso se decidió por un desafío mucho más complicado.

«Siempre me gustó mucho la bicicleta, un sueño de mi infancia que nunca se pudo cumplir. También me iba bien con las carreras, cosa que en la preparación física me salía sin problemas. Hablé con mi papá sobre la idea de dedicarme al triatlón como deporte, y él fue quien me ayudó a tener mi ansiada primera bicicleta. Ahí fue que comenzó todo de verdad».

Adaptarse a la prueba mixta no fue cosa demasiado complicada para el joven. Problema hubiera sido que no entrañara dificultad alguna, pero con el triatlón eso está garantizado. Lo otro era pura voluntad.

«Recuerdo que todavía estando en el polo, me tocó estar becado en la escuela Marcelo Salado, y aunque era para la parte docente, por mi propia voluntad me levantaba a las cuatro de la mañana con los muchachos de la natación a entrenar. Es verdad que solo nadaba la mitad de lo que hacían ellos, pero me sentía bien al hacerlo».

Para Michel el cambio más grande desde su debut competitivo ha sido en la forma de afrontar las pruebas. Lo que primero hacía por la novedad, ahora se ha convertido en un estilo de vida, y a la vez, una forma de mejorar cada día como persona.

Según él mismo confiesa, durante la carrera los peores enemigos de un triatleta no son necesariamente el cansancio, el calor o la sed. La soledad suele ser mucho más cruel.

«En la media distancia son casi cuatro horas completamente solo. Eso no quita que yo hable conmigo, incluso en voz alta, pero la verdad es que el nivel de concentración tiene que ser grande. Igualmente, en las distancias más cortas, aunque parezca que vamos más juntos, cada quien es un ente aparte del resto, con sus propios mecanismos para soportar el cansancio y la monotonía de la carrera».

Claro, que aunque todo lo anterior influye en el desgaste físico y sicológico, hay otra cosa capaz de revertir el mayor de los agotamientos y dificultades: «El apoyo de la familia, que es fundamental para cualquier deportista. En mi caso, podría decirse que soy el hombre de la casa, la realidad es que si mi pareja o mis padres no están conscientes de por qué hago lo que hago, nunca voy a poder entrenar bien, pues tendré en la cabeza mil cosas que no me dejarán dar el máximo.

«Ya el día de la competencia, es increíble la influencia positiva que pueden tener sobre nosotros. Mi esposa me grita mucho en las carreras, aunque la verdad es que con el tumulto de personas a veces no puedo identificarla. Pero sí, es un estímulo que te saca de la monotonía.

«Cada vez que viajamos, el equipo asume ese rol. Los que compiten primero se quedan para dar apoyo a los que     vienen luego, y de esa forma podemos estar ahí para los compañeros que todavía no concluyen su participación. También ayudan en eso entrenadores de otros países, quienes ya nos conocen y nos animan a todos por igual».

Para el campeón del triatlón de La Habana en su más reciente edición (2019), el vínculo entre los competidores resulta uno de los elementos más curiosos que rodean a los «kilométricos» eventos.

«Es complicado, aunque ya es algo que veo como  simpático. Durante la previa de la competencia, que incluye los congresillos y la familiarización con el circuito, hay tanta tensión que a veces los competidores ni siquiera se saludan. Cada quien está tan centrado en lo suyo, que parece como si el resto no existiera. Ya después que llegamos a la meta, el cambio de personalidad es radical. Es muy gracioso ver cómo todos se felicitan, se motivan y dan ánimo para la siguiente prueba.

Claro, toda la rivalidad no quita que se pierda el sentido de profesionalidad, pues durante la competencia sí suelen ayudarse con agua, alimentos o cualquier otra cosa que pueda necesitar un compañero en caso de un imprevisto».

El reto de la media distancia, consistente en 1,9 kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de carrera, fue otro de los límites que Michel decidió buscar.  

«Todo empezó hace dos años, en 2017, un año en que no teníamos compromisos en juegos múltiples de ningún tipo, y quise hacerla a modo de preparación, igual que hace la mayoría de los atletas que compite en la olímpica.

«Esa primera vez me fue bien, e hice un tiempo que me dejó muy contento. Desde entonces, luego de hablarlo con mis entrenadores y con la comisión, he seguido haciendo esa distancia a principios de año en Cuba, lo cual luego me ha servido para eventos más importantes del calendario.

«Este año, en la tercera y más reciente edición del Triatlón de La Habana, logré hacerlo bien, con marca personal para mí de 3:49.12 horas, y eso me sirvió para competir mejor en Ecuador, y alcanzar los puntos necesarios para clasificar para Lima 2019».

De cara a los Panamericanos que tendrán lugar en la capital peruana, y que a su vez serán los cuartos de su carrera, la meta es ir a dar una mejor versión de sí mismo, sin pensar demasiado en el resto de los atletas.

Ya este «hombre de acero» logró un séptimo puesto en 2007 (Río de Janeiro), un onceno en 2011 (Guadalajara) y el decimoséptimo de Toronto 2015, y en todas esas competencias logró tiempos muy similares, lo cual nos da una medida de cómo ha aumentado el nivel en el área.

Hablar de un día de competencia puede parecer fácil, pero de lo que uno se imagina a la realidad, hay un trecho enorme.

«El día de la carrera es muy tenso. Hay que estar bien preparado y pensando en lo que debe hacer uno. Es fatal si empiezas a pensar en los demás, pues si te enfocas en estar al tanto de sus marcas y sus entrenamientos, pierdes tu propio ritmo.

«Personalmente, trato de ir paso a paso y apegarme a la estrategia. Casi siempre la idea es la siguiente: en la natación, salir del agua entre los primeros; sobre la bicicleta, rodar adelante, estar atento a las escapadas, hidratarme y alimentarme cuando sea necesario; ya en la carrera, toca mantener el ritmo, y si se puede, aumentarlo, para hacer mi mejor esfuerzo.

«Después de una competencia es hacer algo de ejercicio de bicicleta o natación por la tarde, para soltar los músculos. La duración de la recuperación es de dos a tres días de entrenamiento suave, en función del pulso y de las sensaciones que uno tenga».

Durante un recorrido tan largo e intenso, la combinación de estrategia y alimentación se convierte en un factor sin el cual es imposible llegar «vivo» al final del circuito.

«Hay un ritmo inviolable para alimentarnos e hidratarnos. No debes esperar a sentir que lo necesitas para tomar agua o comer algo, porque en ese momento puede ser muy tarde para hacerlo. Por eso la importancia de programar las “meriendas” y respetar ese mecanismo.

«Principalmente, tomamos agua con electrolitos y sales de rehidratación, para contrarrestar los efectos de la constante sudoración. También comemos alimentos de rápida absorción, tipo gel o pasta, cuyo contenido energético nos ayuda a recuperarnos del enorme gasto que hacemos en la carrera. En un triatlón olímpico se pierden alrededor de 1000-1200 kilocalorías, así que tenemos que hacer como si fuéramos automóviles, y reponer el “combustible” constantemente».

El apoyo de su esposa Karlienis ha sido fundamental en los resultados del curtido deportista capitalino.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.