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Marlies, sprint de ingenio

La reconocida ciclista cubana Marlies Mejías ha hecho un donativo al Instituto de Medicina Deportiva cubano de 60 máscaras de plástico transparentes para proteger al personal de salud de la COVID-19. Ella misma las fabricó

Autor:

Norland Rosendo

La inquieta ciclista Marlies Mejías ha regresado a los titulares noticiosos después de la maternidad. Su última noticia no ha sido sobre la pista ni la carretera, y tampoco en el ciclismo de montaña donde la única vez que se aventuró fue mejor que todas las rivales en el Titan Tropic.

Marlies ha hecho un donativo al Instituto de Medicina Deportiva cubano de 60 máscaras de plástico transparentes para proteger al personal de salud de la COVID-19. La sensacional pedalista contó a Jit que ella misma las fabricó.

«Se me ocurrió crear un accesorio para ponerlo sobre el nasobuco y proteger todo el rostro. Son como unas gafas grandes. Compré láminas transparentes de plástico (acetato). Me comuniqué con el Ministerio de Salud Pública y me facilitaron las viseras.

«Sentí el deber de hacer algo en esta circunstancia tan triste que vive mi país y, además del Minsap, otras personas me apoyaron para lograr las máscaras, como cuentapropistas, el compañero de la impresora 3D y mi hermana», apuntó.

Además de ese gesto, Marlies donó al Minsap suficientes láminas de plástico para preparar otras 200 mascarillas, ya que ese organismo cuenta con las cubiertas para armar algo que parece sencillo, pero que evita la transmisión de este virus sumamente peligroso, sobre todo, para los médicos y las enfermeras que trabajan con los enfermos.

Póngale otra medalla a Marlies. Ha mostrado, también, sus dotes para ganarle a la COVID-19 en esta carrera por la vida.

Del archivo de José Antonio Fulgueiras (el rey de las crónicas deportivas)
El gallo y el aventón policial.

De Owen Blandino, El Gallo de Cabaiguán, recio tercera base de los equipos de béisbol Azucareros y Cuba, existen cientos de anécdotas rondando por todos los estadios del país. He aquí una de ellas.

Frisaban las ocho de la noche y Owen Blandino, recostado a un cristal del cine Camilo Cienfuegos, a la vera del parque Leoncio Vidal, en Santa Clara, aguardaba por un transporte de la Sectorial Provincial de Deportes que lo llevaría hasta el estadio Augusto César Sandino, distante a más de diez cuadras del lugar donde él se encontraba.

La preocupación crecía en el rostro del antesalista ya que el juego estaba señalado para comenzar a las ocho de la noche.

Por suerte pasó un carro de la policía y el patrullero al verlo paró en firme y dio marcha atrás.

Era un vigilante muy joven, auténtico fan del Gallo de Cabaiguán, y al descubrirlo sintió un salto en el corazón y se dijo para sí: «Ahora tengo la oportunidad de hacer una deferencia con mi ídolo beisbolero».

—Blandino, venga, que lo voy a llevar al estadio, dijo el muchacho a través de la ventanilla de su patrulla.

El famoso pelotero se puso muy contento. Dio la vuelta al vehículo y abrió la puerta delantera con vistas a ocupar un puesto al lado del chofer, pero el muchacho lo detuvo con esta indicación.

—Si usted me hiciera el favor y se sentara en el asiento de atrás.

Entonces, para sorpresa del guardia, Blandino resumió:

—Voy sentado al lado tuyo o no voy.

—Es que el reglamento dice… —y el Gallo lo cortó:

—No sé lo que dirá el reglamento, pero allá atrás yo no me siento.

—Bueno tratándose de usted, me voy a arriesgar. Abra la puerta y monte.

El vigilante conducía el auto- patrulla con orgullo, pero con la preocupación de que fuera visto por algún oficial de la policía, pero nada sucedió, y al bajarlo frente al estadio preguntó:

—Blandino, ¿cuál fue el motivo por el que usted no quiso sentarse en el asiento trasero?

—Mira, muchacho, si me siento allá atrás, todo el que me veía iba a pensar que yo iba preso.

Prueba tus conocimientos

¿Cuál es la voleibolista cubana con más medallas en Juegos Olímpicos?

Respuesta a la pregunta anterior

Silvio Montejo, la Bala de Caibarién, fue el primer bateador derecho que disparó más de cien hits en una Serie Nacional cuando vistiendo el uniforme del equipo de Las Villas ligó 115 indiscutibles en la campaña de 1967-1968.

El mítico Caballo Loco fue el segundo bateador que pasó de la centena de imparables en un campeonato, pues antes en esa misma contienda lo había hecho un zurdo: el difunto Eulogio Osorio.

Recuerde escribir su respuesta a: rosendo@juventudrebelde.cu.

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