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Secretos y murallas en la vía láctea

Una empresa cuyos productos son reconocidos en el país sorprende por la constante lucha de sus directivos y técnicos contra barreras que sobrepasan lo material

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Resulta difícil salir de sus fábricas sin la marca del asombro en los ojos. Es que la Empresa de Productos Lácteos Bayamo Granlac admira no solo por los «secretos» que dominan sus más de 1 600 trabajadores, sino también por la constante lucha contra las murallas del envejecimiento tecnológico o la falta de materias primas.

«Es una labor que lleva conocimiento, deseos y consagración. Muchos no se imaginan que contamos con equipos con más de 80 años de explotación, los cuales funcionan gracias a las innovaciones constantes de nuestros especialistas», afirma Luis Rafael Virelles Barreda, director general de la empresa, la cual agrupa a seis unidades vinculadas directamente con la elaboración de más de 40 productos, además de otras dos de apoyo.

Varios de esos artículos —como la leche condensada, la harina lacteada, el Materlac (para embarazadas) y el Lactosan (para niños con dificultades nutricionales)—, han dado fama nacional a la entidad. Sin embargo, en varios períodos del año la leche condensada, por ejemplo, se ha perdido del mercado, entre otras razones por la falta de latas, un lastre del que sus directivos y obreros no han podido sacudirse durante años.

«Tuvimos déficit de leche al comienzo de 2019, pero las principales limitaciones se originan por la escasez de latas; se ha buscado la alternativa de envasar en pomos aunque al hacerlo manualmente provoca que la productividad sea baja», reconoce Virelles Barreda.

«Respecto a la harina lacteada, un accidente en el año 2017 eliminó el 60 por ciento de la capacidad productiva; aun así se han hecho muchos esfuerzos para mantener su presencia en los mercados Ideal, que es su destino fundamental».

Pese a estas adversidades, Granlac produce anualmente cerca de 29 000 toneladas de alimentos; no ha dejado de ser la empresa de su tipo más diversificada del país y una de las reconocidas por la exquisitez de su helado, que ya deviene símbolo gastronómico de Bayamo y de toda la provincia.

Por otro lado, como apunta el directivo, «hay una prioridad de usar como alimento el suero lácteo que queda de la producción de queso. En nuestro caso, la mejor expresión es la elaboración de requesón y del Miragurt, del cual logramos más de 200 toneladas en 2019. Este último fue creado en Granma hace cerca de 20 años, aunque se produce a escala industrial desde 2018. Hoy somos la empresa láctea con mayor uso del suero; este se le añade al helado y así se ahorran agua y leche».

Tal bebida, baja en lactosa y ácidos, se recomienda para padecimientos de gastritis y acidez. Es probiótica y saborizada; contiene maicena, azúcar y yogur, entre otros elementos. Su creación se debe a expertos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias Jorge Dimitrov, de Bayamo, y técnicos de la industria láctea. El nombre se tomó del primer apellido de Oscar Miranda, líder del equipo de investigadores.

Otro producto nuevo es el cereal de arroz fortificado, suplemento nutricional que, apoyado por el Programa Mundial de Alimentos, ayuda al tratamiento de la anemia en la infancia. Su principal componente proviene de la harina de arroz, algo que debe resultar una buena nueva en el territorio donde más se cosecha el cereal en Cuba.

Aire joven

En la plantilla de trabajadores de Granlac, que tiene una unidad empresarial de base en Manzanillo y otra en Media Luna, los jóvenes no son mayoría, pues en 2019 solo 243 tenían menos de 30 años y otros 233 se encontraban entre las 30 y 35 primaveras.

«Intentamos hacernos sentir. Hay varios jóvenes en puestos de dirección, con aportes grandes a la empresa. Por suerte, aquí se cuenta con la juventud para cualquier tarea», expresa Yosvani Ariel Guerrero Solano, secretario del comité de base de la Oficina Central.

Entre esos representantes de los pinos nuevos se encuentra la ingeniera química de 32 años Yaritza Carrazco González, jefa de la planta de helado. «Tengo una responsabilidad muy grande, porque en Bayamo y en Granma en general hay mucha exigencia del público con el helado. Cuando no sale con los parámetros deseados, los análisis son fuertes», comenta.

Yaritza Carrazco se cuenta entre los jóvenes con grandes responsabilidades en Granlac. Foto: Osviel Castro.

«Además del rigor con que se trabaja aquí, soy madre de dos hijos; por eso la confianza que han depositado en mí me incentiva a hacerlo bien», agrega ella, y expone además que el proceso de producción resulta muy complejo y una sola falla —por mínima que sea— influye en la calidad. Si no se logran, por ejemplo, el porcentaje de aire o el nivel óptimo de congelación el helado perderá «cremosidad», dureza y hasta sabor.

Otra de las que se siente a gusto en la empresa es Linet Caridad Ramírez Llendero, de 33 años, comunicadora de Granlac. Ella reconoce que, habiéndose graduado de Derecho, encontró en Lácteos Bayamo muchos estímulos espirituales y vio el tratamiento exquisito que se les daba a los nuevos.

«Es una política de la entidad. La fábrica de quesos también la dirige un joven, el ingeniero Luis Enrique Rosabal Tamayo. La dirección insiste en que debemos inyectarnos de aire fresco, por eso se decidió enviar a un curso de superación en Uruguay a la joven ingeniera Mailén Parra Guerra, quien nos aportará las experiencias adquiridas en ese país», asevera Linet.

Esas mismas corrientes juveniles impulsan el evento CienTec, convocado para muchachos de hasta 35 abriles que laboren en las industrias alimentarias de Granma.

«La primera experiencia fue magnífica; este año pretendemos mejorarla. La idea consiste en exponer las innovaciones más relevantes del sector para generalizar sus aplicaciones, intercambiar experiencias e identificar oportunidades de crecimiento económico», asegura Yosvani Ariel Guerrero Solano, vicepresidente del comité organizador.

Por su parte Virelles Barreda acota que en los últimos años las industrias han recibido a médicos veterinarios, ingenieros industriales, agrónomos, en alimentos, químicos y mecánicos «porque sabemos que las nuevas generaciones garantizarán la continuidad de empresas como esta, en la que vale un mundo la experiencia».

Para él, una de las premisas de la organización es seguir captando egresados de las universidades y politécnicos.

Mejoras, pero…

Desde 2017 ha sido una prioridad la reparación de las obras civiles en Granlac. Así se han mejorado los escenarios laborales, su higiene, y se ha favorecido la inocuidad de los alimentos.

Cuando en el futuro la realidad económica del país permita concretar las necesarias inversiones, que cambien vetustas líneas —como la de leche condensada—, «los lugares donde se vaya a ubicar el equipamiento tendrán todas las condiciones», argumenta Luis Rafael Virelles.

Luis Virelles es optimista, pese a las dificultades. Foto: Rafael Martínez Arias.

Al menos en la época más reciente han llegado condensadores evaporativos, compresores de amoníaco, sistemas de enfriamiento de neveras, clarificadores y descremadoras de leche. No es mucho cuando se requieren transformaciones integrales. De todos modos, cualquier cambio en el mañana debería ir acompañado de un crecimiento de la principal materia prima: la leche.

Sucede que la industria solo recibe hoy menos de un tercio de su potencial, calculado en 80 000 000 de litros anuales. Según los planes perspectivos de desarrollo de la ganadería en el territorio, al cabo del tiempo se llegaría a 50 000 000 de litros al año, número que dista de las necesidades.

«La realidad es que hemos dejado de ser una provincia fuerte en la ganadería, pero tenemos confianza en la recuperación. Lo mejor está en que nuestra tropa tiene calificación, sentido de pertenencia y desarrolla mucha eficiencia. Nuestro camino, como nos decía en junio de 2018 el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al visitar la empresa, es poner la calidad como sello distintivo. Ahí está la meta».

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