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Salvar vidas, simplemente

Cuadra a cuadra, calle por calle, estudiantes de Ciencias Médicas se han sumado a la pesquisa activa para identificar síntomas gripales en la población y, con ello, posibles casos de la COVID-19. Varios de ellos cuentan a Juventud Rebelde sus impresiones

Autores:

Juan Morales Agüero
Luis Raúl Vázquez Muñoz
Yuniel Labacena Romero

Ana Roxana Gutiérrez Pérez y Adianis Cardo Pérez ya se conocen, casi al dedillo, las cuadras del centro de Ciego de Ávila, sobre todo, entre las calles Maceo y Abraham Delgado, un perímetro en el que viven, al menos, 1 400 personas atendidas por el consultorio 37 del Policlínico Norte de la capital provincial.

Delgaditas, de estatura mediana, Ana Roxana y Adianis son estudiantes de 4to. año de Medicina y forman parte de los jóvenes de esa especialidad y de Estomatología —que como otros miles en el país— se han sumado a la pesquisa activa para identificar síntomas gripales en la población y, con ello, posibles casos de la COVID-19, una vez concluida la preparación sobre esta enfermedad.

Las dos avanzan por la calle Maceo, a la sombra de un inmenso árbol que casi abarca media cuadra. Mientras caminan, Ana Roxana confiesa: «¿Que si sentí miedo cuando me dijeron lo de las pesquisas? Pues, claro. Es normal». Adianis asiente: «Sí, es normal; aun cuando fuera otra enfermedad. Sientes un vacío al principio y luego te repones. Eso es lo más importante: reponerse».

—Pero este virus es un poco anormal: no se conoce todo sobre él, se expande muy rápido y ustedes desde el principio han trabajado con el nasobuco.

—Ana Roxana: Si no te aproximas a la persona, el peligro se reduce. También si mantienes las medidas de higiene. El nasobuco es importante, pero a las tres horas hay que retirarlo porque, de lo contrario, se convierte en un semillero de infecciones. Es decir, que si tienes en cuenta las medidas de protección el peligro es mucho menor.

—Adianis: Y una cosa: si el nasobuco es desechable, hay que botarlo. Si es de tela se debe lavar en agua caliente, preferiblemente con hipoclorito, secar al sol y plancharlo. Nada de guardarlo sin lavar. Esto no quiere decir que no se pueda usar. Solo que debes utilizarlo cumpliendo las medidas, que no son solamente las que hemos dicho.

—¿Cuáles más?

—Ana Roxana: Ajustarlo correctamente, por ejemplo. Cuando está puesto, no se debe tocar la parte de adelante. Solo debes manipularlo por detrás. Si haces lo contrario, no habrá existido protección.

—Muchas personas han expresado preocupación pues ustedes, siendo tan jóvenes, están en esta labor…

—Ana Roxana: Nosotros no entramos a la casa de nadie ni auscultamos. Solo encuestamos en la puerta de la casa y en caso de algún síntoma quienes van son el médico o la enfermera del consultorio de la familia.

Adianis: Exacto, nosotros no entramos en contacto con los pacientes, como sí ocurre con el dengue.

Ana Roxana: Además, en la carrera nos enseñan a trabajar en situaciones extremas durante cuatro años. Lo que hicimos fue aplicar en tiempo real lo que aprendimos en clases.

Adianis: También hay un detalle: esta es una profesión de riesgos. Cuando estudias Medicina lo sabes y tienes que asumirlo. Por otro lado, ¿qué estamos haciendo de extraño con las pesquisas? ¿Detectar a personas que corren peligro? Bueno, ese es nuestro trabajo: salvar vidas.

Un tiempo para crecernos

«Llegar en el momento oportuno: esa es la misión y creo que la gente lo agradece mucho. En estos días nos hemos sentido más que útiles». Es lo primero que nos dice Suzanne Santiesteban Puerta, estudiante de 3er. año de Medicina, cuando vía Facebook, la interrogamos por la nueva tarea que asume. Y para quienes la conocemos sabemos que lo dice con pasión sin jamás inflarse por los elogios ni las arrogancias.

Como el resto de sus colegas «ha dejado» a un lado los textos escolares para dedicarse a la pesquisa y llevar un mensaje de educación para la salud a cada familia. «Por lo vivido siento que esta es realmente la labor que demanda este tiempo de los futuros galenos. Desde que comenzamos la semana pasada hemos percibido que la gente está informada, pero hay que seguir trabajando en su percepción de riesgo».

Suzanne revela que decenas de historias la han impresionado en estos días, pero sigue sin olvidar la de Juan, «un señor delgado, de difícil andar, que a mi llamado salió con su bastón, ese que lo había acompañado varios años, con aquel rostro, ya arrugado por el tiempo, que irradiaba felicidad.

«Recuerdo que llegué sobre las 8:40 a.m., ¡toqué fuertemente la puerta y ante una voz suave que decía “ya voy!!!” aguardé desde la acera… unos minutos después salió. Entonces ocurrió ese hermoso diálogo que muchos pudieron leer en mi perfil de Facebook y hoy vuelvo a constarle.

—Buenos días señor, soy estudiante de 3er. año de Medicina y estoy haciendo pesquisa en esta zona —le dije estremecida al presenciar aquel parecido enorme con mi abuelo materno—. Y luego de preguntar cosas de rutina para control estadístico del consultorio, llegué al centro del asunto: ¿Usted o alguien de su familia ha tenido en los últimos días manifestaciones catarrales? ¿Tos, secreciones, falta de aire, fiebres, cansancio?

—No mijita, aquí todos estamos enteros y listos pa’ la pelea —me respondió estampando una risa en su rostro.

Y cuando pretendía decir que ante cualquier síntoma fuera al consultorio, me interrumpió y dijo:

—Aquí todos estamos al tanto de la televisión y de la radio, pero de esto vamos a salir.

—Así es, vamos a salir de todo con fuerzas, le dije.

Antes de irme, sonrió nuevamente y añadió: ¡Estoy feliz, porque hoy la Revolución volvió a llegar a mi casa, por eso yo defiendo esto hasta que me muera!

Y acomodando su bastón me saludó con su mano —cariño de tiempos de contingencia con ahorro de besos y abrazos—, y volvió a su hogar, ese que tenía ya gastado por el tiempo, un cartel con la bandera cubana en el centro.

«¿Puede existir algo más conmovedor para un estudiante que escuchar esas expresiones? Este ha sido un momento para crecernos. Nuestra formación tiene que seguir apostando por esta alta dosis de humanismo y de responsabilidad que las pesquisas dejan como conducta de vida y de actuación. Luego vendrá la docencia y la práctica clínica…, pero ahora, urge fortalecer la prevención», asegura.

Puerta a puerta

Keyly Bauzá Camejo tiene 23 años y estudia Medicina en la Universidad de Ciencias Médicas Doctor Zoilo Marinello. Acaba de concluir una intensa jornada, pues junto a sus compañeros visitó decenas de casas y centros de trabajo en menesteres de pesquisaje activa.

«A estas alturas de nuestra preparación —pues los incorporados a la tarea somos estudiantes de Medicina y de Estomatología a partir del 3er. año de la carrera, estamos en condiciones de hacer un aporte en el terreno y cooperar en esta lucha.

«Tocamos a la puerta de las casas para verificar mediante el testimonio de sus moradores si alguno ha tenido dificultad para respirar, estado febril o contacto con personas llegadas desde el exterior. Con esa información elaboramos un reporte para el consultorio. Hacemos lo mismo en los centros de trabajo».

—¿Cómo es una jornada de trabajo en estos menesteres?

—Comenzamos a las 8:00 a.m. con una reunión en el policlínico que nos corresponda. Ahí nos distribuyen por consultorios y luego por manzanas. Tenemos una norma de visitas de alrededor de 80 casas por estudiante. Al mediodía retornamos al policlínico para entregar los resultados de la pesquisa.

—¿Has enfrentado alguna dificultad o renuencia en la tarea?

—En mi caso, todo ha marchado bien y no he identificado casos sospechosos. Sí encontré a una muchacha que había llegado de Italia el 14 de marzo. Aunque no presentaba síntomas, no se había aislado: salía de su casa y frecuentaba a la gente de su barrio. La reporté a ella y a las personas con las que había tenido contacto.

—¿Cómo es el recibimiento que les prodigan en las casas?

—Generalmente es bueno, aunque a algunos de mis compañeros no les ha ido del todo bien, pues se han topado con vecinos que, temerosos al contagio o a ser pesquisados, se han negado a recibirlos. Siento que hay mucha gratitud en la gente, sobre todo las personas mayores, quienes nos aconsejan cuidarnos.

—¿Y cuál es tu criterio como estudiante de Medicina?

—Aún no hay la suficiente percepción de riesgo en la población, sobre todo en las colas de algunas tiendas. Nunca se sabe quien está al lado de uno y puede toser, tocarte…  Somos un pueblo culto, pero muchos no lo demuestran con sus actuaciones públicas. Si se toma conciencia, se puede controlar la pandemia antes de que coja fuerza aquí.

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