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La verdad está repartida entre todos

Ferrán Jiménez no esconde su satisfacción cuando Rumbatá, la agrupación camagüeyana que dirige desde 1996, logra concebir su tercera producción discográfica de altura como Gracias a la rumba

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Si de algo se sorprendió Wilmer Ferrán Jiménez con el otorgamiento en 2016 de la condición de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad al género que defiende Rumbatá, fue con el hecho de que el organismo internacional no lo hubiera hecho mucho antes. «Como asegura el maestro Rogelio Martínez Furé, ya hace tiempo que ella se ganó esa condición, desde que se convirtiera en expresión de identidad de todo un pueblo. La rumba siempre fue Cuba desde el principio. Por supuesto que todos nos alegramos con ese reconocimiento mundial más que merecido, porque representa un llamado a que se respete, a que se tenga en cuenta por sus grandes valores que se han ido transmitiendo de generación en generación».

Por todo lo anterior es que Ferrán Jiménez no esconde su satisfacción cuando Rumbatá, la agrupación camagüeyana que dirige desde 1996, logra concebir una producción discográfica de altura como Gracias a la rumba, recientemente presentada. «Es nuestro tercer disco oficial, y al igual que La rumba del siglo (2011) fue realizado con el sello Bis Music —el primero, de 2008, se nombró Rumbatá, explica Wilmer.

«Contó con la producción de esa gran figura de la música cubana llamada Manolito Simonet y lo conforman 12 temas y un bonus track, Llorarás, título que popularizara Oscar de León. Una grata sorpresa que nos dio el maestro director del Trabuco, quien no solo asumió aquí el piano, sino que también convocó a la fabulosa Dimensión Latina y a Sixto Llorente, “el Indio”, para que se unieran a las voces y al quinto de Rumbatá. Sin dudas, Llorarás le ha dado tremendo caché al disco», enfatiza Wilmer.

«El álbum abre con el número que lo nombra, en el cual le agradecemos a la rumba por existir. En Gracias... pasamos por el yambú, el guaguancó, la columbia..., defendidos a la manera de Rumbatá, que vela por las raíces, cuida esa base tan sólida, pero acude también a la fusión para actualizarlos. No es algo nuevo, se trata de una cosecha que hemos venido recogiendo desde hace tiempo, porque esa siempre ha sido una de nuestras intenciones musicales. Por ello utilizamos el sonido electrónico, el de la caja, para enriquecer la rumba y de paso demostrar su ductilidad.

«La rumba es tan auténtica, que no dejará de serlo si se le agregan otros matices, otros colores. De todas maneras aquí estamos nosotros para cuidarla, para que conserve su armonía, su base; pero si no la “mueves”, si la tratas como si fuera de museo, perdiendo de vista sus potencialidades para asimilar las nuevas tendencias musicales, a la juventud le sonará como algo lejano, distante».

Como ya se ha hecho habitual, estamos ante un fonograma muy variado con un protagonista principal: Rumbatá, aunque aparezcan invitados de la talla de Bárbaro Crespo Richard «Machito», por su forma grandiosa de ejecutar el quinto. Del mismo modo que en las entregas anteriores, en las cuales acudieron a Silvio Rodríguez (Óleo de una mujer con sombrero) y Raúl Torres (Candil de nieve), esta vez la agrupación volvió a honrar a la Nueva Trova por medio de Pablo Milanés y su Identidad. Sin embargo, la mayoría de las piezas que integran Gracias a la rumba llevan la firma de Ferrán Jiménez.

En ese caso se encuentran composiciones como Fueron tres golpes de más, «donde nos pusimos a “experimentar” con la clave, una tarea que les hemos dejado a los musicólogos»; Cristina, «sobre una santera que quiere darle un toque a Yemayá»; Soy Rumbatá, «una columbia que nos sirvió para contar nuestra historia de 20 años»; y Pa’ qué te diste la vuelta, «con el cual nuestro rapero, Alexis Aróstegui Acosta, «Alex el Pequeño», como si lo hubiera hecho toda la vida, se estrenó como cantante de rumba con un género tan difícil como el yambú». Todos ellos se unen a Barañaquiñá, No critiques más, Aragüé, Di lo que tú quieras...  

«Es un disco muy variado donde realizamos una labor verdaderamente seria, como es de esperar cuando Manolito Simonet está presente. Yo creo que sin su maestría y talento, Gracias...  no sonaría del modo en que lo hace: ¡genial! De manos de Manolito hemos podido entrar otra vez al mundo discográfico con Bis Music y nos sentimos felices por ello: por formar parte de su catálogo, de su familia».

El inicio de la grabación de Gracias a la rumba fue una de las maneras escogidas para empezar a celebrar las dos décadas de existencia del proyecto de vida de quien recibiera el Premio Olorum 2017 en el festival homónimo que organiza el Ballet Folclórico de Camagüey, agrupación de la que también Wilmer fuera fundador bajo la égida del maestro Reinaldo Echemendía. «Lo cierto es que deseaba convertirme en músico, aprender a tocar el trombón, pero terminé matriculado en ballet en la Escuela Vocacional de Arte Luis Casas Romero», cuenta a JR quien por un tiempo postergó su sueño mayor, aunque no le fue difícil abrir su corazón.

«Estudiar ballet fue muy importante para mí: una escuela para la vida. Les agradezco a quienes pusieron tanto empeño en que me graduara como bailarín clásico y me formaron como artista: Mayra Montero, María Eugenia Reyes, Beatriz Martínez, Gloria Padrón...; ellos me enseñaron que el público y la escena son sagrados, el respeto eterno a los maestros.

«Por eso en cuanto encontré mi camino asumí que ser rumbero no significa alejarse del rigor, de la seriedad, de la disciplina, del amor por lo que se hace. Y esos son los preceptos que han guiado a Rumbatá en todos estos años. Le agradezco a Dios por los músicos y cantantes que me acompañan». 

Justo eso fue lo que se propuso conseguir Wilmer cuando en un momento determinado decidió parar la agrupación con el fin de encontrarse musicalmente. «Comenzamos interpretando los temas de Clave y Guaguancó, que fue nuestra más fuerte inspiración, la que nos mostró el verdadero valor de un percusionista y del canto folclórico, los puso en su justo lugar.

«En esa época resultaron fundamentales el apoyo que recibimos del maestro Fernando Echemendía, quien nos acogió en el Folclórico; a cantantes como Enrique Guerra y Bienvenido Céspedes Baró, al Centro Provincial de la Música que se llenó de paciencia y esperó por nosotros; a la Asociación Hermanos Saíz (AHS) que desde el principio entendió nuestras ansias de superación y no solo nos estimuló a crecer, sino que me montó en un tren para que participara en cuanto festival de rumba existía, y ahí sigue a nuestro lado pie con pie.

«Jamás hemos cerrado las puertas al conocimiento. Por el contrario: la hemos abierto de par en par para recibir las más disímiles enseñanzas, vengan de donde vengan: de franceses, haitianos, brasileños, venezolanos... Lo nuestro ha sido aprender cada día más y más, no somos de los que llegamos a imponer nuestro arte; nos interesa dar y recibir, conscientes de que la verdad está repartida entre todos.

«No nos cansaremos de agradecer: a Yoruba Andabo y a Geovani del Pino, su director ya desaparecido; a Pancho Quinto; Santiago Garzón Rill “Chaguito”, Amado Dedéu Hernández, líder de Clave y Guaguancó; Ernesto Gatel “el Gato”, Salvador González y su Callejón de Hamel... Todos simplemente geniales, pura explosión. Rumbatá les debe mucho. Ellos, los maestros, le dieron su amparo. 

«Por supuesto que en estos 20 años hemos pasado por momentos duros, como cuando únicamente regresaron conmigo a Cuba un cantante y un percusionista, tras participar en la Feria de las Naciones, en Pamplona, España. Y claro que fue triste ver cómo se desmoronaba todo el trabajo realizado, pero no me dejé caer. Ahora somos un grupo muy estable, que ha permanecido bien unido durante más de 15 años, y se ha convertido en referente.

«Nos llena de satisfacción cuando los estudiantes de nivel medio de las escuelas de arte se gradúan con Rumbatá; cuando los tambores y el canto nuestros aparecen en la Carmen, de Osvaldo Beiro, o en una coreografía como Cibeles que creara la maître Lila Martínez también para el Ballet de Camagüey... Todo lo anterior significa que estás ahí, que la gente necesita de tu arte», apunta Wilmer, quien se haya entusiasmado con un proyecto que involucra a la destacada actriz y realizadora Isabel Santos.

«Se trata de un documental sobre el grupo que dirigirá esa artista fuera de serie que es Isabel Santos. ¿Te imaginas? Nos cuenta que hubo un momento en que cada vez que encendía la televisión se estaba hablando de Rumbatá, así que, como camagüeyana de pura cepa que es, decidió venir a conocernos. De esos intercambios surgió la idea de este audiovisual que se empezará a rodar próximamente».

Ya se avecina la tercera edición del evento Rumbatéate (del 8 al 12 de junio), que auspicia la agrupación y organiza el Centro Provincial de la Música...

—Es un evento de carácter bianual y estará dedicado al Conjunto Folklórico Nacional. Resulta espectacular comprobar cómo hemos podido crear un público amplio y diverso, sobre todo jóvenes universitarios, algo que también le debemos a la AHS. Rumbatéate cuenta con sesiones teóricas e intercambios directos con un público que aprende, baila, se divierte y vive el orgullo de sentir muy adentro la rumba, un género que, por haber nacido en esta tierra, está hasta en los genes. 

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