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Giordano Guerra: Cuando la música te atrapa es para siempre (+ Fotos y Videos)

Con Piedra lunar se dio un fenómeno que no se lo esperaba, pero resultó tan positiva la acogida en El rostro de los días, que el músico, artista de la plástica e historiador de arte, se embulló para hacer Cosmos, un disco que espera el público disfrute con igual intensidad

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Hasta que la telenovela El rostro de los días se «substrajo» la atención de una Cuba que quería saberlo todo sobre sus actores y los intérpretes de su magnífica banda sonora, pocos conocían a La Demajagua, en Isla de la Juventud,  más allá de haber clasificado como el poblado del archipiélago que más gemelos per cápita había conseguido gozar, hasta que surgió el nombre desconocido de Giordano Guerra. Sobre todo, después de que Piedra lunar apareciera en el capítulo 40 y ocurriera lo apoteósico.

«No esperaba tantos mensajes de elogio, de felicitación, llegados de toda Cuba: personas asegurándome que en tres días escucharon Piedra lunar 50 veces, que su hija había dejado a un lado a Bad Bunny para buscar mis otras canciones, que con ella habían logrado arrancarles un sí a sus amores... ¡Increíble!», admite este pinero de 30 años que solo sabe actuar de puro corazón. 

«Y yo, no lo niego, me he sentido un poco raro, porque jamás pensé que un tema de las características de Piedra lunar pudiera alcanzar ese nivel de popularidad, de identificación con la gente... Todavía me sorprenden personas que me escriben a Telegram y me dicen: “¡Por fin te encontré, ya sé quién eres! Me encanta tu música, discúlpame por molestarte”. Y yo agradeciendo más en esos meses en que se estuvo transmitiendo El rostro de los días que en toda mi existencia, pero muy, muy feliz».

El principio de todo en la vida de Giordano fue la música, según le confesó a Juventud Rebelde. «Mi carrera comenzó a partir de los siete años en la Escuela Elemental de Arte Leonardo Luberta Noy, en la Isla de la Juventud, donde estudié el nivel elemental hasta el noveno grado».

‒Pero estudiaste Teoría de la Música, en lugar de un instrumento...

‒Primero me decidí por piano básico, mas tenía los dedos cortos y me dijeron que no. En quinto grado probé suerte con la guitarra y entonces los dedos habían engordado y otra vez hubo un no. Sin embargo, a veces ocurre con algunos niños que poseen aptitudes que lo dejan estudiando música, aunque no puedan seguir un instrumento básico, y terminan graduándose de esa carrera que mencionas.

En cuanto le llega la inspiración, Giordano se hace de una guitarra. Foto: Cortesía del entrevistado

‒¿Y esa pasión por la música de dónde nació?

‒Mi madre me llevó a la escuela de arte porque en mi primaria habían hecho una captación a partir de unas comprobaciones de Matemática. Entonces imaginarás su asombro cuando después de aquellas rigurosas pruebas de aptitud quedé entre los pocos seleccionados de toda la Isla de la Juventud.

«Mi mamá, sabiendo que habíamos sido seleccionados quienes éramos buenos en cálculo (me imagino que indica el coeficiente intelectual), creía que se trataba de una prueba como cualquier otra. Por eso no entendió cuando la maestra se le acercó y le dijo más de una vez: “¡Su niño canta muy bien!”. Ella solo me miró y me preguntó: “¿¡Y desde cuándo tú cantas!?” (sonríe). No se había percatado de que yo me quedaba alelado escuchándola cantar en casa, mientras cocinaba, con esa voz preciosa que tiene».

‒Por lo que cuentas, tú también quedaste asombrado...

‒Mira, de pequeño lo que más hacía era dibujar. Eso sí lo recuerdo bien: dibujaba escenas de guerra, todo era  muy exagerado para mi edad. Pero esas «obras» evidentemente llamaban la atención pues con cinco o seis años gané premios a nivel de escuela y municipal. La música, sin embargo, fue casual: me llevaron a hacer las pruebas, las pasé, y comenzó a delinearse mi camino. 

‒¿Cómo te las arreglaste con esas limitaciones para el piano y la guitarra que fueron descubriendo?

‒Me daba cierta tristeza porque me gustaba mucho la guitarra, más que el piano incluso. Al principio fue un poco frustrante, pero como era un niño adaptable (no es que haya cambiado mucho en ese sentido), decidí seguir el rumbo que se me había marcado.

«Tuve la oportunidad de aprender lo “elemental” de la música, lo cual después me ha resultado tremendamente útil. Fueron siete años entregados a esa carrera, un tiempo que, cuando te pones a ver, es más que el que se necesita para vencer la universidad. Las enseñanzas que recibí fueron muchísimas y valiosas: aprendí a leer partituras, a tocar bien el piano... Me sucedió algo interesante: en octavo grado gané, junto a una amiga del aula, un concurso de composición, gracias un tema que titulamos Mezcla. Recuerdo que las personas se acercaban cuando me pasaba las horas tocando piano e inventando melodías; siempre me decían que sonaba bien, que sonaba diferente...

«De esa etapa en la Leonardo Luberta jamás olvidaré a mis profesores, empezando por Araís Gómez, verdaderamente genial, espectacular, superexigente pero quienes pasamos por esa escuela no podemos dejar de agradecerle. Lo mismo debo decir de María Luisa, la secretaria, cuya muerte todos lamentamos de corazón pues creíamos que sería eterna: ella que nos recibía cada día con una sonrisa y nos atendía con esmero; de Rosario Fu, dotada de una paciencia y un amor que cuando me la ubicaban en otra aula yo no podía evitar llorar...».

‒Estamos hablando de una escuela que está en Nueva Gerona, ¿verdad?

‒Sí, en el mismo Nueva Gerona. Es una edificación antigua donde viví momentos increíbles. Se trata de un inmueble enorme que lo mismo te permitía esconderte que tocar con tranquilidad el piano...

‒¿Cómo se la arregló entonces el niño nacido en La Demajagua?

‒Por mucho tiempo fui el único que estudiaba música en mi pueblo, hasta que, cursando octavo grado, entraron tres más, entre ellos uno llamado Lorenzo Molina, de los trompetistas más sobresalientes de Cuba; un escándalo, un musicazo que me llena de orgullo.

«Y para el niño de La Demajagua resultó un poco difícil. Imagínate tener que levantarse cada día a las cinco de la madrugada para que me diera tiempo a coger la guagua de los profesores, porque el pueblo se halla a 20 kilómetros de Nueva Gerona; un viaje de 45 minutos, una hora, que recorría dormido, y por supuesto, llegaba a la escuela más temprano que nadie... De regreso, ya muy cansado, lo mismo. Sin embargo, intentaba mantenerme a la altura del resto de mis compañeros. 

‒Terminado el noveno grado hubo que elegir. ¿Qué pasó?

‒La mayoría siguió estudiando música en la Escuela Nacional de Arte. Yo lo intenté, pero solo aprobé piano. Era una situación muy compleja para mí: no solo habían sido muy duros esos años de estudio, sino que sabía que de venir para La Habana me la iba a ver gris con las apretadas condiciones económicas de mi familia. Y, luego, ya había sido admitido en la Academia de Artes Plásticas Wifredo Lam, de la Isla. Me presenté a la ENA casi seguro de que me iría por la pintura».

‒¿Cómo te fue con la plástica?

‒Es una carrera que se las trae: el arte contemporáneo, que es el que hoy más se visualiza, tiene grandes exigencias en cuanto a factura, en cuanto a producción… De cualquier manera, participé en varias exposiciones importantes, como la titulada Libros sin dominio, curada por Elvia Rosa Castro y Yornel Martínez, para la XII Bienal de La Habana de 2015. Igual te mencionaría Fauna, con piezas también de Israel Moya, exhibida en Fábrica de Arte Cubano, y otra que acogió la Galería Galiano bajo el nombre de Si no quieres ir, acuéstate a dormir, que curada por Chrislie Pérez, se dedicó al Día Internacional de la Infancia.

«De las personales recuerdo con mucha satisfacción Hemoglobina que se mostró en la Fragua Martiana, mientras estudiaba en la Universidad de La Habana...?

‒¿En la Universidad de La Habana?

‒Es que la tercera parte de mi historia comenzó cuando terminé en la Wifredo Lam y matriculé Historia del Arte en la UH, momento en que mi vida se enrumbó hacia el estudio más académico y de cierto modo me alejé, como artista profesional, de la creación. Gracias a esa carrera aprendí a hablar, a escribir; aprendí Filosofía y Teoría del Arte, a mirar el arte y la vida desde una perspectiva crítica, a entender los diferentes procesos desde el punto de vista histórico, socioeconómico, sociopolítico... No es que para entonces viviera más holgado: esa fue otra prueba de fuego, pero ya ni recuerdo lo «trágico» que pudo ser. La única verdad es que valió mucho la pena.  

‒¿Qué te llevó a conectarte de nuevo con la música, con la composición?

‒Jamás abandoné la música. Cuando la música te atrapa es para siempre, esa es su magia. Por tanto no dejé de componer. Mi primera canción, Cuando el día oscurece, me sorprendió a los 18 años, meses antes de entrar en el Servicio Militar. No era «grande», como se dice, pero sí bonita en su sencillez. Y no me detuve después de esa experiencia: enseguida me hacía de una guitarra y aprovechaba la inspiración cuando me aparecía lo mismo en mi cuarto, en la beca, que al lado de la que entonces era mi novia, sentados y componiendo en su piano en total complicidad...

«Sin embargo, eran canciones que mantenía underground. Porque había decidido que solo las mostraría cuando me sintiera complacido; no podía faltarle el respeto a la cultura cubana, con esa trayectoria que tiene de compositores geniales, que son como dioses, al punto de que a uno le da temor atreverse. Significa que para mí la canción, como menos, debía ser digna, capaz de enamorar al público y de lograr que la crítica no la desdeñara. Por tal motivo las interpretaba en círculos muy reducidos, entre personas de mucha confianza...

Giordano mantuvo su música en secreto hasta que comprobó que podía enamorar al público y lograr que la crítica no la desdeñara. Foto: Cortesía del entrevistado

‒¿Cómo Piedra lunar y Sueño en azul llegaron a El rostro de los días?

‒Dos años y medio antes de la telenovela compuse Supernova, una canción que consiguió emocionarme. Era una buena letra y la música, aunque sencilla, conectaba con las personas. Y decidí grabarla a ver qué salía. Así inicié un camino largo buscando estudios de grabación baratos, que apenas existen, mas encontré a los músicos espectaculares de En el Limbo Records, quienes decidieron ayudarme, darme una mano.

«Con ellos grabé Piedra lunar, pero la mantenía en secreto, aunque se trataba de mi mejor tema: ese que le ponía a todos y a todos les gustaba, y comenzó a rodar hasta que llegó a los oídos de Elizabeth Vázquez, quien se quedó tan encantada que hizo que su padre, Esteban Vázquez, también lo escuchara. Lo que no sabía era que él era uno de los editores de El rostro...

«Un día Elizabeth me llamó: “Ven corriendo que te tengo una sorpresa” (yo entonces vivía alquilado en el reparto Bahía, muy cerca de su casa). Me recibió su padre con los ojos aguados: “Mi hermano, estoy impresionado con tu tema, tanto que haré lo posible porque salga en la próxima telenovela”. “Pero ¿en qué telenovela: la que viene ahora?”, no me lo podía creer.

«Confieso que no me entusiasmé mucho con la noticia hasta que me vi en el ICRT junto a Nohemí Cartaya, la directora, quien de inmediato me felicitó, y con el otro editor, los cuales todavía editaban El rostro de los días. Al poco tiempo estaba hablando con Ernesto Cisneros, responsable de la banda sonora, arreglos, producción y dirección musical. Cuando nos vimos, le química fue inmediata. Me pidió que le tocara otras canciones y de ese modo entró en el “juego” también Sueño en azul (producida por Li Blank), que encajaba muy bien en la historia». 

Sueño en azul fue el tema escogido para contar la pasión entre Mariana y Fabián.

‒¿Qué ha pasado, qué va a pasar con Giordano después de Piedra lunar?

‒Con Piedra lunar se dio un fenómeno que no me lo esperaba. Y ello me ha embullado a hacer un disco de manera independiente, el cual se nombra Cosmos, que ojalá también disfruten con la misma intensidad.

Vea aquí el Video promocional de Piedra lunar

‒Todo parecer indicar que al final te crecieron los dedos y que no son tan gordos...

‒Son bastante largos, la verdad; el grueso es medio… Hoy muestran cierta deformación en los nudillos por llevar años tocando el piano sobre todo, pero sí, han crecido algo, tal vez no tanto como hubieran querido, y han ganado en elasticidad..., pero siguen siendo mis mejores cómplices a la hora de hacer nacer la música que me salva.

Letra de Sueño azul

Sueño Azul

Autor: Giordano Guerra

I

De qué país lejano has salido tú./ De qué planeta azul vienes con tu luz./ Solo sé que comienza un viaje hacia el más allá.

II

Cuando abras tus puertas prestaré atención./ Un trote por tus poros recto al corazón./ Solo sé que comienza un viaje hacia el más allá./ A lo desconocido fuera de la Tierra.

CORO: Me has traído a un lugar perfecto/ donde siempre me siento feliz/ y aunque todos los miedos no han muerto,/ soy más libre si estoy cerca de ti/ y sueño en azul.

III

Solo sé que comienza un viaje hacia el más allá./ A lo desconocido fuera de la Tierra.

CORO. 

Para descargar la música de Giordano pincha aquí 

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