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Rusia, de nuevo en camino

El embajador de la Federación Rusa en Cuba, Mijaíl Kamynin, conversa con JR sobre temas de la actualidad de su país, las relaciones internacionales y los nexos entre Moscú y La Habana

Autor:

Luis Luque Álvarez

Cuba y Rusia mantienen posiciones cercanas envarios temas de política internacional, afirmó elembajador Kamynin. Foto: Roberto Meriño Meses atrás, cuando leía las abundantes noticias sobre la discusión en torno al estatus final de la provincia serbia de Kosovo, encontraba a menudo el nombre de Mijaíl Kamynin, portavoz de la Cancillería rusa, encargado de expresar el desacuerdo de Moscú con la maniobra separatista que lesionaría la soberanía de Serbia.

Desde abril pasado, el señor Kamynin está en La Habana en calidad de embajador de su país. El Estado euroasiático ya no es el gigante malherido que quedó tras la desintegración de la Unión Soviética, sino uno que retomó firmemente el camino de la recuperación. En un excelente español, que hace notar sus anteriores estancias de trabajo en varios países hispanohablantes (México, España y Cuba), el prestigioso diplomático conversó con nuestro diario sobre la actualidad rusa y varios tópicos de las relaciones internacionales

—¿Qué significaron para Rusia los ocho años de mandato del ahora primer ministro Vladimir Putin?

—La palabra que mejor define la situación de Rusia es estabilidad. Durante ocho años, el gobierno ruso ha dado pasos positivos para garantizar un desarrollo político y económico estable del país. El nuevo gobierno, con Putin como primer ministro, seguirá esta línea, impulsando la educación, toda vez que entramos en una nueva etapa de desarrollo de la nación; las infraestructuras, para hacer la vida económica mucho más eficiente, porque Rusia es un país enorme; las inversiones en lo económico y lo social, y la innovación.

«Lo anterior se ha traducido en que los ingresos de los ciudadanos aumentaron tres veces en los últimos años. Mejoró muchísimo el sistema de salud, el de educación, y todos los demás servicios vinculados a la población».

—¿Cuáles son las perspectivas bajo el presidente Medvedev?

—Se mantendrá la misma línea. Habrá continuidad. Además, en diciembre de 2007 celebramos las elecciones a la Duma (Cámara Baja del Parlamento), y la fuerza gobernante (Rusia Unida) obtuvo la mayoría, de modo que el Legislativo respaldará al Presidente en la modernización del país...

—Según el viceprimer ministro Igor Shuvalov, a finales de 2008 Rusia será la sexta economía más fuerte del mundo. ¿En qué se fundamenta este pronóstico?

—En el desarrollo económico experimentado durante los últimos ocho años, pues el crecimiento del Producto Interno Bruto fue de más del siete por ciento, y la economía creció en más del 80 por ciento. Todos los indicadores nos ubican en el décimo lugar, entonces hay tareas que cumplir para ocupar el sexto.

—Se afirma que el petróleo y el gas constituyen el 60 por ciento de las exportaciones rusas. ¿No es una debilidad depender en tan alto grado de estas exportaciones?

Moscú, capital de la Federación Rusa.

—No, la situación viene cambiando. La economía ya no depende tanto de la exportación de energéticos, pues hay más inversión —tanto interna como externa— en la industria, y el crecimiento es significativo. Aunque, en las exportaciones rusas los energéticos desempeñan un papel importante, porque Rusia posee enormes recursos en cuanto a petróleo y gas, y claro que los vamos a exportar.

«Repito, no obstante, que la dependencia de la economía rusa es casi mínima respecto a la exportación de gas y petróleo. Pero gracias a los altos precios de los energéticos en los últimos años, y a la correcta línea trazada por el gobierno, se utilizaron bien esos grandes ingresos y se han convertido en más inversiones para el desarrollo industrial...».

—¿En qué porcentaje ubica usted ahora los energéticos en el conjunto de las exportaciones?

—En un poco menos del 60 por ciento. Quizá 50.

—Desde la Unión Europea, no faltan quienes ven en este tipo de suministros un arma de Moscú para presionar por sus objetivos...

—Ya hay pocos que piensan así. La última Cumbre Rusia-UE, la semana pasada en la ciudad de Janti-Mansiisk (Siberia), lo demostró. Existe otra filosofía de ver esta relación energética entre Rusia y los países europeos. Es un tema clave, en el que, para resolver los problemas, ambos —exportadores y consumidores— debemos hacerlo de conjunto.

«Esa es la visión que ahora predomina en Europa. Y Rusia, como exportador, jamás ha violado los contratos firmados con los consumidores. Como hemos dicho un montón de veces en las cumbres bilaterales con la UE, Rusia nunca utiliza sus recursos como medio de presión para obtener fines políticos. Somos exportadores responsables de energéticos».

—En la arena internacional, Rusia desempeña un papel de relevancia. Así, ha evitado que la provincia de Kosovo, desgarrada ilegalmente de Serbia, se transforme en Estado miembro de la ONU...

—Nuestra posición es bien clara. No reconocemos y condenamos la declaración unilateral de la independencia de Kosovo. Partimos de la premisa de que la comunidad internacional y la ONU deben desarrollar un papel constructivo, y de que la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU (que expresa el respeto a las fronteras de Serbia) está en vigor. Estimamos que es posible encontrar una solución verdadera y estable sobre la base de conversaciones directas entre Belgrado y Pristina. Seguimos este principio y mantenemos todos nuestros contactos.

—¿Puede Moscú efectuar otras acciones para deshacer esa injusticia?

—No es fácil. Pero seguimos trabajando y no estamos solos; tenemos aliados. Esperamos que la ONU se pronuncie.

—Incluso dentro de la UE no todos están de acuerdo...

—En efecto. Es uno de los pocos casos en que hay discordia en la UE. Unos reconocen a Kosovo, y otros no. Pero la UE intenta jugar su papel. Ahora acaban de enviar una misión allí, algo bastante raro, porque las decisiones de la UE se basan en la unanimidad, pero en este caso sucedió al revés.

«Seguiremos luchando, porque entendemos que esa proclamación unilateral de independencia es violatoria del Derecho Internacional, y lo que es más peligroso, de los principios del Acta de Helsinki sobre la inamovilidad de las fronteras...».

—Respecto al escudo antimisiles que EE.UU. quiere instalar en Europa, ¿cuál es el peligro que advierte Moscú en este proyecto de Washington? ¿Será arrastrada Rusia a una nueva carrera armamentista?

—Tenemos una posición bien conocida en este aspecto: la seguridad no debe ser dividida. Si hablamos de seguridad, esta debe ser común. Es ilógico que algunos aliados de EE.UU. en la OTAN tengan una sombrilla y otros no. Si hablamos de seguridad en Europa, todos debemos pensar conjuntamente en cómo crear la estabilidad, avizorar los peligros, analizar las contramedidas, y en esta dinámica está la última iniciativa del presidente Medvedev, quien propuso a los líderes europeos efectuar una cumbre para examinar las posibles nuevas estructuras de la seguridad. Pensamos que la humanidad vive hoy otros peligros. Y hay que buscar respuestas colectivas.

«En cuanto a Rusia, tenemos un armamento muy moderno que nos permite vivir seguros, pero la seguridad no puede ser divisible, sino que debe ser para todos, con los esfuerzos de todos, tanto en la creación de sistemas de seguridad como en el análisis de los peligros y retos».

—Volvamos la atención ahora a las relaciones de su país con Cuba. ¿Dónde ve las mayores potencialidades de cooperación y profundización de los vínculos económicos?

—Estamos entrando en una nueva etapa de la colaboración económica y comercial. Un momento de modernización de nuestros contactos, y tenemos que hacer todo lo posible para que las relaciones en esta esfera correspondan a las posibilidades reales de nuestros dos países.

«Hablamos de cooperación en esferas como la biotecnología, la inversión en diferentes áreas de la economía cubana, la colaboración en el sector de la alta tecnología —como usted sabe, la flota de Cubana de Aviación posee aviones rusos—, y funcionan bien la Comisión Mixta de Colaboración Económica y el Consejo Empresarial Ruso-Cubano. Pienso que ahora tenemos que ir adelante, ampliando no solo los contactos en las áreas ya tradicionales, sino en otras más novedosas».

—Por último, ¿cuáles considera las principales coincidencias de Rusia y Cuba en asuntos internacionales?

—Ambos países, desde las mismas posiciones, observamos los retos para la humanidad, como el terrorismo y la crisis alimentaria. También nosotros nos oponemos a la idea de producir biocombustibles a partir de productos agrícolas. Este tipo de energéticos son algo de gran perspectiva, pero deben obtenerse a partir de productos no alimentarios.

«También estamos en contra del bloqueo. Siempre votamos a favor de la resolución contra este en la ONU. Y puedo decir que mantenemos posiciones cercanas en una variedad de temas de política internacional.

«Quiero aprovechar la ocasión para transmitir un gran saludo de amistad a los lectores de Juventud Rebelde, porque de la juventud depende mucho, tanto el futuro de nuestros países como la amistad entre nuestros pueblos. Entonces, ¡adelante la juventud!».

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