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Llovió amor en el valle de Caracas

Más de medio millón de personas se congregaron la víspera en siete avenidas de esta capital y calles aledañas para su último acto proselitista. Miles de revolucionarios que venían desde el interior no pudieron llegar

Autor:

René Tamayo León

CARACAS.— Chávez es hombre de acción. También de símbolos e imágenes. Los construye. No los busca. Le brotan. Espontáneos. Desde la raíz. Cuando ayer, en el cierre de campaña y bajo una intensa lluvia, evocó la sublevación cívico-militar que comandó el 4 de febrero de 1992, recordó que desde 1492 a aquella fecha habían transcurrido 500 años de lucha.

La llovizna calaba hasta los huesos. Entonces sopesé más aún la fuerza de su liderazgo y de la Revolución Bolivariana en el devenir del continente y del mundo. No hay nada mejor que una buena imagen para ver largo. Más de medio millón de personas se congregaron la víspera en siete avenidas de esta capital y calles aledañas para su último acto proselitista. Pudieron ser miles más. Un colega me confirmó que las autopistas de entrada a Caracas se colapsaron. Miles de revolucionarios que venían desde el interior no pudieron llegar.

El calendario del Consejo Nacional Electoral (CNE) fijó el 4 de octubre como fecha tope para que los aspirantes a la primera magistratura y sus equipos finiquitarán actividad.

Chávez cumplió. Siempre lo hace. Respeta. Se abren ahora 48 horas de reflexión y silencio público. Serán jornadas cruciales, a lo interno de las fuerzas bolivarianas —y también de la derecha—, para afinar detalles de la jornada comicial de este domingo. Las claves revolucionarias las ofreció el propio estadista: votar temprano y que no quede nadie que piensa dar su boleta al chavismo sin acudir a los colegios electorales.

La meta fijada por el socialista es que al mediodía se consume, de forma mayoritaria, la victoria de la Revolución en las urnas. Es bueno que a esa hora no queden de dudas. Rayando el mediodía del 7-O, es pronosticable que desde el exterior el poder hegemónico mundial empiece —a través de las redes sociales y la mensajería para móviles— a lanzar matrices de opinión sobre una supuesta ventaja del principal contendiente de la Revolución, el ultraderechista Henrique Capriles.

Maniobra compleja. Durante un encuentro de expertos locales y la prensa extranjera, convocado por Telesur, William Castillo, comunicador y experto en temas electorales, me comentaba que algo así ocurrió en agosto de 2004, durante el referendo revocatorio contra el Presidente.

«Las redes sociales apenas se conocían, pero la derecha envió mensajes masivos a celulares sobre una supuesta tendencia del sí; o sea, que Chávez debía renunciar. En realidad, hubo un efecto bumerán. Mientras la manipulación se amplificaba, más gente del chavismo salía a votar. Por eso fue que ese día muchos colegios cerraron después de las nueve de la noche».

Lección interesante. Veremos qué pasa este domingo. Quizá se produzcan los mismos escenarios. Pero si la derecha mundial tiene conciencia histórica, no lo haría. Aunque insistirá. Hoy la cuestión no es intentar mover el voto a su favor. Es cantar un supuesto fraude y generar inestabilidad.

Todo indica que este domingo gana Chávez. La ultraderecha, empero, hará lo suyo. La estrategia bolivariana es que sus fuerzas se mantengan activas para festejar la  victoria de su líder y asegurarla en las calles.

Sospecho que el día de hoy —tras el discurso de Chávez y una lluvia diluviana— será el ensayo dominical. Mientras termino esta nota, miles de bolivarianos siguen en las calles.

En los bajos de mi hotel hay centenares celebrando. Todos están mojados. No les importa. Creo que hoy no podré dormir. Quizá baje y amanezca con ellos. Sospecho que el domingo tampoco lo podré hacer.

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