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Venezuela y el golpe suave

Mediante el uso de las nuevas tecnologías, la guerra económica y los grandes medios de comunicación, la patria de Bolívar es sometida a una guerra no convencional aplicada en otros rincones del mundo

Autor:

Yurisander Guevara

América Latina, especialmente Venezuela, está hoy bajo la presión de una guerra psicológica y no convencional financiada por oligarquías y grupos hegemónicos, en la que las Tecnologías de la Información y la Comunicación son vitales.

El guión utilizado data de 1973 y su autor es el estadounidense Gene Sharp, fundador del Instituto Albert Einstein, un  «tanque pensante» donde creó el texto De la dictadura a la democracia, que ha sido aplicado para desatar las mal llamadas revoluciones de colores en diversos puntos del planeta, especialmente en Europa, África y el Medio Oriente.

Esta obra de pensamiento hegemónico ultraderechista es una guía pormenorizada para derrocar Gobiernos sin conflicto armado directo, lo que ha sido definido como guerra de cuarta generación o «golpe suave».

El método ha sido incorporado y perfeccionado por las instituciones militares, tal y como quedó plasmado por la Circular de entrenamiento 18-01 de las Fuerzas de Operaciones Especiales estadounidenses, publicada en noviembre de 2010 bajo el título La Guerra no Convencional.

El texto define esta estrategia como «el conjunto de actividades dirigidas a posibilitar el desarrollo de un movimiento de resistencia o insurgente; para coaccionar, alterar o derrocar un Gobierno; o tomar el poder mediante el empleo de una fuerza de guerrilla auxiliar y clandestina».

¿Qué papel juegan en todo esto las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)?

La popularización del uso de Internet en los países desarrollados durante los años 90 del pasado siglo, su extensión y uso en diversas latitudes con el relativo abaratamiento de los costos de operación —aunque hoy la brecha digital sea del 60 por ciento en atención a los ciudadanos del mundo sin conexión— así como el posterior boom de las redes sociales en la primera década de este siglo significaron que la humanidad, como nunca antes, podía comunicarse de forma más expedita. Este es el uso mayoritario que se le da hoy a las TIC por parte de todos los ciudadanos del mundo.

Sin embargo, las redes también han sido utilizadas para acelerar los efectos subversivos contra Gobiernos en casos en que la guerra directa no es viable. El cambio de estrategia se debe a que económica y políticamente el costo para el imperialismo comenzó a ser cada vez más alto, sobre todo luego de las interminables campañas en Iraq y Afganistán.

Internet mediante, ya no es necesario enviar efectivos militares en primera instancia para promover el derrocamiento de un Gobierno si se combina el uso de las TIC como parte de la guerra no convencional.

Hasta hoy los experimentos son disímiles, pero con un mismo resultado casi siempre: gobernantes depuestos. En África y Oriente Medio se alimentaron revueltas en Egipto, Túnez, Yemen, Libia, Siria e Irán. Solo los Gobiernos iraní y sirio resistieron el embate, no sin serias consecuencias para sus pobladores, especialmente los sirios.

Algo similar ocurrió en Ucrania el pasado año, y en este lado del planeta Venezuela ha sido escenario de un intento de «golpe suave» que aún no termina.

Venezuela, un faro en la mirilla imperial

El ascenso de Gobiernos de izquierda en América Latina, iniciado en 1998 en Venezuela con el Comandante Eterno, Hugo Chávez, modificó el mapa geopolítico de la región. Las corrientes de cambio se han hecho sentir a lo largo de estos años con un camino que se resume en una sola palabra: integración.

Desde entonces las intenciones de erradicar la Revolución Bolivariana se han visto manifestadas claramente en golpes militares y paros económicos de grandes proporciones, como el petrolero de 2002.

Con la ausencia de Chávez, el nuevo Gobierno presidido por Nicolás Maduro ha sido presionado con una guerra económica para desestabilizar el país.

En noviembre de 2013 Maduro denunciaba ya que se preparaba un golpe contra Venezuela. Y tenía mucha razón.

Desde ese momento el país sudamericano era objeto del golpe suave, un método reducido de cinco pasos —de los 198 propuestos por Sharp— con su mencionado ensayo.

La primera etapa fue promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores.

Un ejemplo de ellos fue visible el 12 de diciembre de 2013. Un artículo del diario español ABC afirmaba: «El gabinete de Maduro medió en una operación de narcotráfico del FMLN» (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, partido político gobernante en El Salvador).

Este artículo fue promovido en la red social Twitter por centenares de cuentas falsas, las mismas que hicieron luego campaña subversiva cuando comenzó la crisis desestabilizadora mediante la violencia en Venezuela, en febrero de 2014.

Los actos de violencia en Venezuela fueron alentados desde las redes sociales.

Era un «golpe» mediático maestro, pues vinculaba con supuestas actividades de narcotráfico al Presidente venezolano, al partido salvadoreño FMLN —envuelto en una campaña electoral en esos momentos—, y a las FARC-EP, grupo insurgente que desde hace dos años negocia la paz con el Gobierno colombiano para cerrar un conflicto armado de más de cinco décadas. La acusación se basó en un correo electrónico del cual ni siquiera mostraron pruebas, pero este bastó para darle un inusitado «volumen» en las redes.

¿Quién hizo esto?

Un grupo de personas encabezadas por Juan José Rendón, criminal buscado por la justicia venezolana que se presenta como un gurú de las redes sociales y las campañas políticas, el cual tiene orden de captura por la Interpol.

Rendón asesoraba en ese momento la campaña del partido ultraderechista salvadoreño Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y era uno de los principales opositores públicos de Maduro. Curiosamente fue además asesor de otro personaje ultraderechista, el ex presidente colombiano Álvaro Uribe, quien se opone de forma feroz a la paz negociada entre el Gobierno de su país y la guerrilla.

Con unas 60 líneas de texto este artículo fue promovido en las redes durante semanas. En El Salvador y Colombia llovían las acusaciones de los medios en los que los políticos impugnados eran llamados «narcos», y a Maduro se le exigía la renuncia a la presidencia. Sin dudas, era parte del proceso de los rumores infundados que deben ser inoculados en los receptores de los mensajes. Ya lo dijo Joseph Goebbels, el cerebro del nazismo, «una mentira repetida mil veces…».

La segunda etapa consistió en desarrollar intensas campañas en «defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos», acompañadas de acusaciones de «totalitarismo» contra el Gobierno bolivariano. Los grandes medios privados de comunicación en Venezuela hicieron una amplia operación al respecto, apoyados por otros en España y Miami.

La tercera etapa se centró en la manipulación de la ciudadanía para que emprendiera manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones. Esta se activó el 12 de febrero de 2014 y fueron grupos de estudiantes junto a centenares de mercenarios infiltrados con anterioridad en ese país los que comenzaron los disturbios, alentados por la clase política de más rancia oposición hacia la Revolución Bolivariana y el presidente Maduro.

Twitter y el desenfreno mediático

Estas acciones iban dirigidas a entrar en la cuarta etapa del golpe, consistente en la ejecución de operaciones de guerra psicológica para crear un clima de ingobernabilidad, preámbulo del paso final, en el que se hace renunciar al presidente y se liquidan las instituciones establecidas mientras perdura el caos social.

Aunque la ultraderecha no logró pasar a la quinta fase y el Gobierno bolivariano fue respaldado por el pueblo, durante varias semanas circularon por las redes perturbadoras imágenes de lo que sucedía en Venezuela.

La confrontación desatada en código binario tuvo primero actores reales con posiciones de poder. Los alcaldes opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma, junto a la diputada María Corina Machado, reeditaron el guión ejecutado por el ex candidato presidencial de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Henrique Capriles Radonski, cuando Maduro lo derrotó en las urnas y prendieron «fuego» entre los manifestantes para justificar acciones violentas como las conocidas «guarimbas».

Curiosamente María Corina Machado visitó por esos días El Salvador para brindar su apoyo al partido Arena. Este último tomó como bandera los sucesos de Venezuela y los utilizó en la campaña electoral con eslogans tan increíbles como: «En Venezuela no hay papel higiénico y acá vamos a terminar igual». Fue esta una confirmación de la guerra económica desatada por medio de una parte del gran empresariado contra la nación bolivariana con el acaparamiento y la especulación, y que se mantienen hoy como bases fundamentales para desestabilizar el Gobierno.

De forma paralela en Twitter se desplegaba una campaña gigantesca con decenas de imágenes falsas y todo tipo de acusaciones.

Una de ellas pertenecía a una joven que, llorando, abrazaba a un agente del orden. El tuit en cuestión rezaba: «Tú y yo somos venezolanos mi pana». Esta foto se «viralizó» en las redes y fue compartida más de 1 600 veces, pero luego resultó ser falsa. Correspondía a una de las decenas de movilizaciones en Chile cuando los estudiantes comenzaron a reclamar la gratuidad de la educación al Gobierno de Sebastián Piñera, un derecho garantizado en Venezuela.

También circuló una foto tipo carné de un joven «venezolano» junto a otra imagen de la misma persona brutalmente desfigurada. El tuit, que alcanzó cerca de 350 réplicas, —una exposición grande en las redes—, llevaba un texto que responsabilizaba al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), de la supuesta golpiza.

Era otra intentona de sembrar el caos en un país donde una buena parte de la población accede a Twitter y domina la herramienta. El joven era el ciudadano vasco Unai Romano, deformado por las lesiones tras su paso por el cuartel de la Guardia Civil de España en 2001, acusado de pertenecer a ETA.

Hubo otras imágenes muy «viralizadas» por esos días en las redes donde el caos, la inestabilidad y el apoyo de ciertos sectores populares a los derechistas venezolanos «iba en aumento». Todos esos mensajes estuvieron vinculados a cuentas falsas.

El Gobierno bolivariano, sin embargo, no cedió ante esas maniobras mediáticas que habían dado resultado en Ucrania con la deposición del presidente y la posterior crisis con tintes de guerra civil, aun en curso.

Se podrían seguir describiendo las decenas de fotos falsas que en una inédita operación de acción psicológica circularon en Venezuela a través de las denominadas redes sociales, pero lo importante es recordar que aunque fueron desmontados todos los embustes, la proyección de los mismos fue rápida y no pocas veces eficaz.

Estas cataratas de falsedades refuerzan la tesis de que el reduccionismo, la descontextualización y el anonimato de las redes es aprovechado por la derecha, siempre apta para los eslogans y malestares imprecisos, consideró al respecto el periodista español Pascual Serrano.

¿Acaso ello significa que Internet y las redes sociales son malas?

Para nada. Internet es la herramienta de comunicación más poderosa creada jamás por la humanidad. Las redes sociales, el correo electrónico y otras facilidades de la web constituyen mecanismos de acercamiento que nunca antes tuvimos disponibles.

Pero hay también aspectos a tomar en cuenta. Es hora de pensar con vista larga.

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