21
La espectacular decisión del presidente Donald Trump de cancelar su asistencia a la Cumbre de las Américas en Perú, para dedicarse a definir una «potente respuesta» a Siria por el supuesto uso de gases tóxicos contra opositores, revela su indiferencia ante la diplomacia y su deleite con excitantes juegos de guerra, a pesar de su peligrosidad.
El anuncio este martes de que el jefe de la Casa Blanca canceló su viaje a Lima, destapó rumores de un inminente ataque aéreo contra el país árabe, tal vez mayor que el ejecutado con igual pretexto —y sin prueba alguna— en abril del año pasado contra una base militar siria.
En su acostumbrado uso de Twitter para difundir sus insultos e improperios, Trump acusó al presidente Vladimir Putin, a Rusia e Irán de ser responsables por el supuesto ataque químico ocurrido en la ciudad de Duma, último bastión de terroristas en Guta Oriental.
Su temeraria acusación y la abierta amenaza de un ataque que podría implicar a las tropas rusas y sirias, puso en guardia a las fuerzas armadas de los dos países, en tanto por medios diplomáticos y públicos Moscú hizo saber los riesgos de semejante agresividad.
La virulencia de Trump dejó pasmados, incluso, a sus propios asesores militares, a los que pocos días atrás ordenó una retirada lo antes posible, de todos los soldados y oficiales de Estados Unidos desplegados en bases del norte, sur y este de Siria, donde han armado y entrenado a elementos opositores.
Al parecer, el Presidente estadounidense preparaba el terreno para cambiar la táctica de injerencia directa por la de empujar y no darse golpe.
Es evidente que Trump necesitaba quedar con las manos libres y poder jugar sin el riesgo de que tropas sirias o milicias aliadas pudieran ripostar atacando a las fuerzas norteamericanas en suelo sirio.
En realidad, la aviación israelí se adelantó al amanecer del lunes e inició el trabajo sucio de abrir camino a un estado propicio para acciones bélicas de mayor envergadura, mediante un ataque con cohetes a una base militar en el centro del país.
De hecho, Israel libró en parte a Washington de echarse encima la tarea del castigo a Damasco, en la medida que solo repetía la conducta de Trump el año pasado.
Sin embargo, la acusación contra Rusia, y Putin personalmente, de ser responsables del ataque químico es un chantaje. Incita a Rusia a responder. ¿Está Trump procurando probar el nivel y la profundidad del comprometimiento de Putin en la defensa de Siria y Assad?
El debate desarrollado a últimas horas de este martes en el Consejo de Seguridad de la ONU al parecer eliminó en parte los ardores bélicos de Trump, tras el veto impuesto por Rusia y Bolivia a una propuesta norteamericana juzgada improcedente.
En tanto, la Organización para el Control de Armas Químicas aceptó una invitación del Gobierno de Siria y de Rusia, para realizar una investigación en el terreno y ofrecer un informe veraz, objetivo e independiente de lo ocurrido en Guta.
Ahora es mucho más difícil para Trump lanzar el ataque demostrativo de superioridad militar, aunque todo puede pasar.
