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Palestina se escribe con sangre joven

Miles de muchachas y jóvenes, incluso niños, sueñan con regresar a su tierra natal y por ello arriesgan sus vidas al marchar cada viernes frente a la reja levantada por el ejército israelí que los mantiene enjaulados en Gaza, aislados del mundo por aire, mar y tierra

Autor:

Leonel Nodal

Palestina es un cuento de abuelos antes de irse a dormir, el sueño del regreso a la tierra natal para los miles de muchachas y jóvenes, incluso niños, que desde hace un año arriesgan sus vidas al marchar cada viernes frente a la reja levantada por el ejército israelí que los mantiene enjaulados en Gaza, aislados del mundo por aire, mar y tierra.

Gaza es una franja de terreno entre el mar y el desierto, de 36 kilómetros cuadrados, donde se hacinan unos dos millones de habitantes, en su mayoría descendientes y supervivientes de los 700 000 que vivieron durante más de 2 000 años  en los territorios ocupados por bandas de terroristas judíos-sionistas que los desalojaron a sangre y fuego en 1948, como parte de la limpieza étnica que precedió a la proclamación del Estado de Israel.

El 30 de marzo del año pasado, con motivo del Día de la Tierra, que recuerda una protesta ocurrida en 1976, una amplia coalición de organismos sociales, políticos, religiosos, sindicales y profesionales, convocó a los palestinos de Gaza a realizar una Gran Marcha por el Retorno y el fin del bloqueo, que fuera una manifestación masiva y pacífica a lo largo de la cerca militarizada que los separa de Israel.

Desde entonces, la Marcha se repitió todos los viernes, a lo largo de 51 semanas, en una muestra de sólida firmeza, que se nutre de la sangre joven —y no es una metáfora— sino gesto heroico y real, consagración, un martirologio de resistencia frente al empleo por el ejército de ocupación israelí de francotiradores que siembran el terror con su metralla, en un esfuerzo inútil de superioridad, con el fin de desanimar a los miles de jóvenes que esgrimen banderas de su identidad patria, aunque carezcan de un pasaporte emitido por el Estado de Palestina.   

El Gobierno del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu creyó que podría apagar en la jornada inicial, con una represión masiva y de alto poder letal, incluyendo despliegue de cientos de soldados y policías, tanques, helicópteros, muchas bombas de gases y francotiradores con orden de tirar a matar.

Algunos manifestantes quemaron neumáticos, ondearon banderas palestinas y lanzaron piedras a los militares, según testigos citados por la prensa. Es lo más que pueden hacer, además de pedir a gritos el fin del bloqueo que ha provocado una crisis sanitaria, falta de alimentos, electricidad, agua y combustibles.

Los soldados lanzaron decenas de latas con gases lacrimógenos, dispararon con balas cubiertas de caucho y proyectiles de munición real, para alejarlos de la verja o dejarlos muertos o inválidos para toda la vida.

Según informó la Organización de las Naciones Unidas, el ejército israelí ejecutó a más de 295 palestinos e hirió a más de 6 000 con armas de fuego desde que iniciaron las protestas. La estadística nunca es completa, puede ser mayor. Pero hay algunos datos escalofriantes.

Asesinar niños y jóvenes mutila el futuro

En 2018 Israel asesinó a por lo menos 56 menores de edad, de acuerdo con un informe de la organización Defence for Children International Palestine (DCIP).

Los causantes de las muertes de los niños palestinos fueron francotiradores del ejército, drones y fuerzas de seguridad, actuando en todo el territorio ocupado, agregó el reporte. Cinco de los niños asesinados eran menores de 12 años. En Gaza, Israel ultimó a 49 niños en los días de manifestación de la Gran Marcha por el Retorno.

La investigación llevada a cabo por el DCIP precisa que Israel mató una media de más de un niño por semana en 2018. También se puso de relieve en horrendas estadísticas oficiales anteriores que entre 2000 y 2014 Israel asesinó a un niño palestino cada tres días, como promedio, durante esos 14 años.

El pasado 11 de enero, Abdel Raouf Salha, de 13 años de edad, fue impactado en la cabeza con una lata de gas lacrimógeno lanzada por soldados de Israel en Jabalia, al norte de Gaza. Los médicos determinaron fracturas de cráneo y trauma cerebral severo, lo que le ocasionó la muerte tres días después.

Por otro lado, Hassan Iyad Abdel Fattah Shalbi, también de 13 años de edad, participaba en protestas cerca del perímetro de Gaza en Khan Younis, cuando recibió un proyectil en el pecho que salió por la espalda. Poco después murió.

Hamza Mohammad Rushdi Ishteiwi, de 17 años de edad, fue alcanzado en el cuello con una munición. Según reportes, estaba sentado cerca de la barrera perimetral de Gaza cuando lo asesinaron.

Cada jornada de la Marcha por el Retorno registra un doloroso saldo de muertos y heridos. En algunos días el saldo se torna alarmante, debido al odio que provoca la impotencia de las fuerzas represivas y la clara voluntad de diezmar las jóvenes generaciones.

Al cumplirse este 30 de marzo el año de las protestas, decenas de miles de palestinos reivindicaron el levantamiento del bloqueo a la Franja y el regreso de los refugiados. En la jornada, tres jóvenes de 17 años murieron al recibir un tiro, y otro palestino de 21 años perdió la vida por un disparo de arma de fuego en la madrugada anterior durante una protesta nocturna en la línea fronteriza. El Ministerio de Sanidad en Gaza contabilizó más de 300 heridos, de los que más de 60 presentaban impacto de bala.

Un extenso reportaje del diario español El País, titulado Relato de uno de los días más sangrientos en Palestina, basado en testimonios médicos, destacó que «solo en un día, el 14 de mayo de 2018, se registraron 2 271 heridos en la Franja de Gaza. Esta cifra incluía a 1 359 personas alcanzadas por munición».

Uno de los heridos, identificado como Eyad, de 22 años, recibió un disparo en la pierna durante la manifestación. Necesita un injerto de hueso y una cirugía reconstructiva que actualmente no es posible realizar en la Franja de Gaza, refiere el periódico.

«Fui a las manifestaciones porque amo a mi país e intento defenderlo. Quería mostrar a todos que tenemos derecho sobre nuestras tierras y a recuperar nuestros hogares. La manifestación fue pacífica. Pero entonces el ejército israelí comenzó a disparar. Yo solo quiero que nos devuelvan nuestra tierra».

Durante la manifestación del viernes 22, la última previa a la que marcó el primer año de la Gran  Marcha por el Retorno, otros dos jóvenes palestinos se sumaron a la lista de mártires y más de 60 fueron heridos.

Ese propio día, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución que condena el uso excesivo de la fuerza por Israel durante la Gran Marcha del Retorno.

El documento titulado Garantías de responsabilidad y justicia por todas las violaciones de la ley internacional en el territorio palestino ocupado, incluyendo Jerusalén Este, fue aprobado con 23 votos a favor, ocho en contra y 15 abstenciones. No hay que decir quiénes votaron en contra. Israel  goza de la impunidad que le confiere el ciego apoyo de Estados Unidos y sus aliados.

Según la comisión de investigación integrada por tres expertos del Consejo de Derechos Humanos, «algunas de esas violaciones puede constituir crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad, y deben ser investigadas inmediatamente por Israel».

El panel de tres personas investigó las muertes de los 189 palestinos que murieron desde el inicio de las protestas el 30 de marzo hasta finales de diciembre de 2018.

«La comisión encontró que las fuerzas de seguridad israelíes mataron a 183 de estos manifestantes con munición real. Treinta y cinco de estas muertes eran niños, mientras que tres eran paramédicos claramente marcados, y dos eran periodistas claramente marcados», señala el informe del CDH.

«No puede haber justificación para matar y herir a periodistas, médicos y personas que no representan una amenaza inminente de muerte o lesiones graves para quienes los rodean», dijo la experta en asistencia legal Sara Hossain, de Bangladesh, quien fue una de los tres investigadores de la comisión.

«Particularmente alarmante es la focalización de niños y personas con discapacidades», enfatizó.

«La vida de muchas personas jóvenes se ha alterado para siempre», continuó. «Han sido amputadas 122 personas desde el 30 de marzo del año pasado. 20 de estos amputados son niños».

El jefe político de  Hamás, Jaled Meshal, quien participó en las protestas del viernes último, insistió en que «la ocupación es la causa directa del sufrimiento de nuestro pueblo».

Las marchas, anunció, «continuarán hasta que se logre su objetivo. El ocupante debe entender el mensaje» .

Israel hará correr la sangre palestina una vez más, nadie lo duda. La tierra regada con savia de vida seguirá dando sus frutos, esos que impiden que su nombre sea borrado del mapa.

Jóvenes palestinos protestan frente a la frontera de Gaza con Israel. Foto: Palestinalibre

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