Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Crece peligro de una confrontación fratricida

La oposición desecha llamado al diálogo en Bolivia y apuesta por ganar con la violencia y la desestabilización lo que no pudo ganar en las urnas

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

Hermanas y hermanos, nuestra democracia está en riesgo por el golpe de Estado que han puesto en marcha grupos violentos que atentan contra el orden constitucional. Denunciamos ante la comunidad internacional este atentado contra el Estado de Derecho. El llamado de Evo Morales desde la ciudad de El Alto es ineludible.

Desde uno de los hangares de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) convocó a la movilización popular en defensa de la democracia —principalmente a mineros, indígenas, campesinos, sectores sociales antineoliberales y afines al Movimiento Al Socialismo (MAS)—, y a una mesa de diálogo por la pacificación de Bolivia con los cuatro partidos de la oposición que obtuvieron representación legislativa —Comunidad Ciudadana (CC), el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Bolivia Dice No (BDN) y el MAS.

Sin embargo, con sus cartas ya marcadas a favor del golpe y a una confrontación fratricida, los candidatos de CC y BDN, Carlos Mesa y Oscar Ortiz, rechazaron el sábado, por separado, la convocatoria al diálogo y dicen que la única salida es convocar nuevas elecciones, precisamente una «opción» planteada antes por Almagro y su Organización de Estados Americanos.

Aunque el candidato del PDC, Chi Hyun Chung, aceptó acudir al diálogo convocado por el presidente, consideró que deben exigir  al mandatario la anulación de la auditoría —a su juicio— ilegal, y plantear la convocatoria a nuevas elecciones con un nuevo Tribunal Supremo Electoral (TSE).

El viernes, Luis Fernando Camacho, presidente del llamado Comité Cívico de Santa Cruz, quien lidera las protestas más violentas, ratificó en un comunicado el llamado a la interrupción del orden constitucional y convocó a las Fuerzas Armadas y a la Policía a desconocer al presidente Evo Morales.

En Bolivia hay una insurrección golpista de los grupos de la oposición, del fascismo, de la oligarquía, aupados por la OEA y Washington. Demandan la renuncia del presidente legítimo, electo además en los comicios del 20 de octubre por una mayoría y de acuerdo con lo establecido por la Constitución y que lo habilita para gobernar hasta 2025. Y gobernar a favor de quienes durante años y siglos han resistido agresiones y humillaciones.

Nadie puede llamarse a engaño, el golpe en desarrollo ha sido coordinado desde la embajada de Estados Unidos en La Paz; hay artífices desde el exterior, audios filtrados traen voces que también se escucharon como generadores de golpes de cambio de régimen en Venezuela. El guion está prácticamente copiado al calco.

Del asedio que precedió a las elecciones —etapa en que llamaban a un «voto de castigo» y a cantar «fraude» antes de que se produjera el acto de las urnas—, ese acoso siguió su curso tras la derrota de las fuerzas de la derecha. Y este sábado se han amotinado las fuerzas policiacas en Cochabamba, y se le unieron grupos de policías de Sucre, Santa Cruz, Tarija y Oruro, traidoras a un juramento de servir a la nación y a su ejecutivo, y a las que el Presidente del Estado Plurinacional ha recordado cumplir su rol constitucional de salvaguardar la seguridad de la población.

La violencia mayor se ha desencadenado en Santa Cruz, la de la intentona racista-separatista de 2008 como eje de la Media Luna, allí donde se hace patente el dominio de los llamados «cambas», los blancos despreciativos de «la indiada» a la que pertenece Evo.

En horas de la tarde, grupos de choque que asediaban a la Televisión Estatal Boliviana y a Radio Patria Nueva desde hace días, intensificaron esa agresión contra las sedes centrales en La Paz, con total impunidad, apoyados en la  rebelión de la policía, y obligaron al desalojo de las instalaciones. Por tanto, los medios privados monopolizan la información que está recibiendo la ciudadanía boliviana.

También grupos de choque tomaron el sábado las instalaciones de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), y amarraron a un poste al director de la Radio «Comunidad», José Aramayo, porque supuestamente desde esas oficinas habrían lanzado dos cachorros de dinamita.

El Ministerio de Comunicación denunció el sábado, mediante un comunicado, que trabajadores y periodistas de medios estatales son objeto de agresiones y amedrentamientos por grupos violentos, que, además, intentan callar las emisiones de algunos medios en otras regiones del país.

Bajo la presión de los grupos de choque ya han renunciado a sus cargos los alcaldes de Sucre y Potosí, reportó ABI.

La situación que molesta y desencadena el caos es que Evo y el Movimiento Al Socialismo han derrotado a las fuerzas manejadas por el imperialismo: las oligarquías locales que abundan en Bolivia, los expresidentes neoliberales, los comités cívicos conservadores, los privilegiados por la riqueza, clases medias, y sus medios de comunicación.

Por supuesto, están los llamados a que las fuerzas armadas depongan al presidente Evo Morales, y ya se han producido enfrentamientos en Santa Cruz, con el saldo de tres muertos.

Apegados a la disciplina, el orden y la defensa del Estado, garantizaremos la unión entre compatriotas, por lo que ratificamos que nunca nos enfrentaremos al pueblo al que nos debemos, declaró el comandante general de las guarniciones militares.

Al mismo tiempo, los campesinos y comités vecinales se han movilizado bloqueando carreteras para evitar que grupos violentos reclutados lleguen hasta la ciudad de La Paz y puedan engrosar las manifestaciones contra el Gobierno.

Igualmente, asegura Misión Verdad, en Cochabamba, por ejemplo, los llamados «motoqueros» agrupados en la denominada Resistencia Cochala han utilizado bazucas artesanales y agua mezclada con químicos para atacar a los militantes del MAS que intentan levantar los bloqueos en las vías públicas, y así restituir un mínimo de clima de paz, como un modo de combate en las calles que también se utilizó en Venezuela.

Al cierre de esta edición se acrecentaba en Bolivia el peligro de una cruenta confrontación fratricida.

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