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Negro Matapacos, el pañuelo rojo de la resistencia

El perro que acompañó a los jóvenes en sus protestas está hoy más presente que nunca en Chile

Autor:

Marylín Luis Grillo

Probablemente Negro Matapacos no protagonice ninguna película de Hollywood. Su historia desborda heroicidad y carece de cursilerías suficientes como para un filme hecho en Los Ángeles.

Al modo hollywoodense (que ya dije, no debe ser así) su presentación se resumiría en: el perro que se hizo huelguista y se convirtió en leyenda. Pero alguien tan querido merece más que una frase publicitaria y mucho más —eso es seguro— que el triste destino que su estatua sufrió.

Negro Matapacos

«El Negro» fue símbolo de lucha y resistencia, en especial universitaria. En 2011, los estudiantes tomaron las calles como otras tanta veces en Chile —también ahora—, pedían educación gratuita; y como en muchas otras ocasiones, recibieron represión.

No queda claro cómo ni por qué, el can se sumó a la lucha. Entre 2012 y 2013 ya era un habitual de las marchas y su pelaje negro y pañuelo al cuello lo hicieron distintivo en las calles de Santiago, al igual que su fiereza.

El perro recibió el apodo de Matapacos, pues ladraba al carro lanzaguas y a las bombas lacrimógenas, al tiempo que solo atacaba a los carabineros, que en Chile se les conoce como pacos.

En 2009 había sido adoptado por María Campos, quien vivía cerca del barrio universitario. Así lo narró en el documental del 2013 Matapacos, realizado por estudiantes de la  Universidad Santo Tomás, que lo mostraba paseándose entre el Barrio República, la Universidad Central, la Tecnológica Metropolitana (UTEM) y la de Santiago (Usach).

El pañuelo rojo a veces era azul y otras blanco. Sus compañeros de lucha se lo cambiaban, pero siempre con los colores de la bandera. Era como su uniforme de lucha y lo hacía aún más distintivo: «Una vez yo andaba en el Paseo Ahumada y me encontré con que él iba encabezando una marcha hacia la Plaza de Armas», contó María.

En el documental, una estudiante lo recordó «siempre en la trinchera». Era imposible ignorarlo, todos lo conocían y, al salir a marchar, esperaban con ilusión encontrarlo, agregó.

Matapacos murió de viejo en 2017, al cuidado de veterinarios y rodeado de quienes lo querían. «Lo vimos más de alguna vez correr a toda velocidad por las escaleras de la Central, subir cuatro pisos sin pausa, y desde lo más alto del edificio —que entendimos que era su puesto de centinela— el Negro monitoreaba: Parque Almagro y San Ignacio, dos frentes que darían intensas jornadas de resistencia y lucha. A veces solo observaba, y otras ladraba hasta que su voz se gastaba, ya no se escuchan ecos como los de el Negro», lo despidieron en su Facebook.

En la época contemporánea, entre tantas redes y memes, el perro se hizo viral en vida y en muerte. Y para hacerlo presente, llenó carteles, pancartas pulóveres, videojuegos… no solo en Chile, sino en protestas de diversos lugares del mundo, incluyendo unas del metro de Nueva York.

El perro, el símbolo y la violencia

Ahora, a poco más de un mes de protestas, en el país andino se registran más de 26 000 personas detenidas, y de ellas 1 108 retenidas de manera ilegal, según declararon los tribunales. Por lo que no es de extrañar que la imagen del Negro Matapacos volviera a inundar las calles chilenas. En realidad, nunca las abandonó. En Santiago son frecuentes los murales en su honor y su estatua cercana al metro Salvador.

Su figura recibe así también el odio de quienes pretenden diseminar miedo con la brutal represión. La mañana del pasado martes 26 había amanecido la estatua de la comuna de Providencia pintada de verde, el color que identifica a quienes defienden a los carabineros, que pretenden cegar a la juventud de la nación.

A las pocas horas, luego de ser amorosamente restaurada, fue quemada en la noche y el miércoles 27 amanecía el Negro con las huellas del odio.

«Anoche nuestro #negromatapacos fue quemado. Se desquitaron con una obra de arte regalada al pueblo. No son capaces de dar la cara, actúan de noche, escondidos, pero se les olvida que el negro es del pueblo y está en nuestra sangre de lucha. Seguiremos en la lucha con más fuerza, lo que nos sobra es aguante», condenaron y resistieron en las redes sociales.

No existen cursilerías hollywoodenses en el Negro. Era un auténtico «perro de pelea», de las luchas que realmente deben librarse, de las luchas contra la injusticia. Y como símbolo de resistencia se multiplica: las estatua de Hachik, en las afueras de la estación de Shibuya en Tokio, y la de Balto en el Central Park de Nueva York, han amanecido en este mes de noviembre con pañuelos rojos, los de la resistencia y la solidaridad.

 

Negro Matapacos siempre en primera línea, y también presente en las actuales protestas en Chile.

 

La estatua del valiente can fue ultrajada y quemada, pero jóvenes chilenos lo recrearon amorosamente con flores y plantas.

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