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Democracia

Autor:

Randy Alonso Falcón

Cuando las armas de destrucción masiva no aparecieron y las supuestas instalaciones nucleares se «esfumaron», Bush le dijo al mundo que la guerra contra Iraq era una contienda para llevar la democracia al país árabe.

Cinco años después de desatada la invasión, la «democracia a la norteamericana» muestra resultados palpables en esa nación.

Fósforo asesino

La mejor manera de implantar la libertad de Washington es a sangre y fuego. En Fallujah numerosos bebés sufren enfermedades congénitas y deformidades a escalas nunca vistas. Nadie quiere aportar datos exactos, pero el sufrimiento es visible en numerosas familias.

«Tuve dos hijos con daño cerebral de nacimiento», dijo a la agencia IPS Hayfa Shukur, de 28 años. «Mi esposo está detenido por los estadounidenses desde noviembre de 2004 y debí llevar a los niños sola por hospitales y clínicas privadas. Murieron. Gasté todos mis ahorros y pedí mucho dinero prestado».

Tras mucho tiempo negándolo, el Departamento de Defensa de Estados Unidos reconoció recientemente el uso de fósforo blanco y uranio empobrecido en su criminal bombardeo contra la ciudad iraquí en 2004. Estadísticas del Pentágono reflejan que las fuerzas estadounidenses han arrojado en Iraq unas 1 200 toneladas de uranio empobrecido. Sus francotiradores y mercenarios han asesinado a mansalva a niños, mujeres, periodistas y otros civiles.

Un nuevo estudio de la revista británica The Lancet cifra en 1 200 000 las víctimas iraquíes de la absurda guerra.

Mercado seguro

La invasión ha servido para garantizarles un mercado seguro a los productos norteamericanos. El gobierno iraquí se ha convertido en uno de los mayores compradores de armas estadounidenses, al destinar unos 3 000 millones de dólares para ese fin. La adquisición de armamento yanqui incluye más de 60 000 rifles M-16.

Del mismo modo ocurrió con el petróleo. Las grandes petroleras fueron sacadas de Iraq hace más de dos décadas. Ahora regresan a la revancha de manos de la invasión y el caos. Exxon Mobil, Chevron-Texaco, Shell, BP y Total ya se han beneficiado de contratos de servicio sin licitación. Ahora Iraq ha abierto seis de sus principales yacimientos petroleros —que son casi la mitad de sus reservas— a inversionistas extranjeros. Con los contratos, las compañías foráneas obtendrán el 75 por ciento del valor de la producción y sus socios iraquíes solo el 25 por ciento, algo insólito en los estados petroleros del Oriente Medio.

Si militarmente la guerra de Iraq ha sido un fracaso, estratégicamente va cumpliendo —no sin tropiezos— sus propósitos: controlar y saquear el petróleo de uno de sus mayores depósitos mundiales.

Manos sueltas

Para completar el modelo democrático «Made in USA», la Casa Blanca ha exportado su esquema de corrupción. Miles de millones de dólares se han esfumado en Iraq. Buena parte se perdió durante el mandato colonial del virrey Paul Bremer.

Una nueva auditoría del Pentágono descubrió que más de 8 000 millones de dólares en recaudaciones de impuestos se gastaron en contratistas en Iraq sin seguir las normas federales. Los investigadores determinaron que al menos 1 800 millones fueron mal administrados.

El juez retirado Arthur Bennan, quien sirvió en 2007 como director de la Oficina de Responsabilidad y Transparencia en la Embajada estadounidense en Bagdad, reconoció ante el Congreso que «miles de millones de dólares de Estados Unidos se han perdido, robado o desperdiciado».

Legitimar el crimen

La Casa Blanca quiere asegurar su protectorado en Iraq. Las presiones son intensas sobre los legisladores iraquíes. Estados Unidos exige el control de al menos 58 bases militares y del espacio aéreo iraquí hasta los 9 000 metros de altura, así como la potestad de decidir si otro país está agrediendo a Iraq.

La oposición encontrada por Washington en algunas de sus pretensiones abiertamente colonialistas lo ha llevado a apretar las tenazas. Miles de millones de dólares de fondos iraquíes congelados en bancos norteamericanos durante la década de los 90 permanecerán inmovilizados hasta que se logre un acuerdo que satisfaga al invasor.

Un legislador iraquí mostró a la prensa la verdadera cara del problema: «Ahora nos piden que aprobemos nuestra propia ocupación. Este es el motivo por el que rechazamos completamente todo lo que nos han propuesto hasta el momento».

Pocas lecciones de democracia les quedan por brindar a las tropas norteamericanas de ocupación. El mundo ya sabe qué quiere decir Bush cuando habla de llevar la democracia y los derechos humanos a algún «oscuro rincón del mundo».

Fuentes: Democracy Now, La Jornada, IPS, Rebelión y EFE.

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