Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Lo que no dice Bolsonaro

Autor:

Norland Rosendo

Brasil está buscando desesperadamente relevo para los más de 8 000 médicos cubanos que no estarán en el país cuando Bolsonaro asuma la presidencia el 1ro. de enero. Ya el Programa Más Médicos lanzó la convocatoria para suplir el inmenso vacío dejado por los únicos galenos que participaban en el programa con una especialidad en su currículo.

Saben de antemano que a donde iban los doctores cubanos irán muy pocos. Y eso, en el fondo, es lo que quiere Bolsonaro. Dejando sin cobertura médica a las comunidades más pobres, a los indígenas de la Amazonía, «sana» esas áreas para que la «agromafia» se apodere de ellas.

Es otro país, muy distinto al de Lula y Dilma, el que tiene en mente el hombre que del quinto lugar en las preferencias electorales a principios de 2018 ganó los comicios en octubre con la ayuda de los mismos que hicieron la campaña de Donald Trump en las redes sociales.

Más Médicos fue un programa creado por Dilma Rousseff en 2013 para fortalecer el Sistema Único de Salud, el cual dispone de una gran red de consultorios, dispensarios abastecidos con medicamentos de calidad, enfermeras muy profesionales, pero con déficit de médicos.

Cerca de 3 500 municipios carecían de galenos en 2012 y en más de 800 nunca habían tenido un doctor. El Gobierno del Partido de los Trabajadores se propuso cambiar esa realidad con un programa que les abría las puertas a todos: médicos brasileños y extranjeros.

No pocos adversarios encontró la mandataria para que fuera aprobada su propuesta. El Colegio Médico y la oposición en el Congreso desafiaron la iniciativa, pero ella y su equipo lograron salidas para cada trancazo.

Había una proporción de 1,8 médicos por cada mil habitantes, una de las más bajas de América Latina, y Más Médicos podía elevarla a 2,7, pero se necesitaba una alternativa razonable a la reválida, pues con la posición abiertamente en contra del Colegio Médico no habría posibilidad de garantizar en tan poco tiempo la cobertura deseada en la atención primaria.

Con la matrícula de estudiantes de Medicina en las universidades habría que esperar hasta 2035 —si es que estos estuvieran dispuestos a trabajar en parajes de los que quizá nunca habían oído hablar— y tampoco era posible contar con graduados fuera del país, pues apenas uno de cada ocho logra la venia del Colegio Médico.

Así, se ideó un sistema con varios cursos y exámenes elaborados por profesores brasileños para medir conocimientos del idioma y de medicina y se incluyó la obligatoriedad de matricular una especialización universitaria en medicina familiar. Los 20 000 cubanos, que eran todos médicos generales integrales, cuentan con la certificación de la atención primaria de salud exigida por los brasileños.

Se ofertaron 18 000 plazas. Primero los nacionales aceptaron cubrir 4 500, en los lugares más próximos a las grandes ciudades. Luego les tocó el turno a los extranjeros no cubanos, quienes escogieron otras 4 000 y las plazas vacantes fueron las ocupadas por nuestros profesionales.

Una gran diferencia hay entre los galenos de otras nacionalidades que se sumaron al Programa y los cubanos. Aquellos, conocidos como intercambistas, eran en su gran mayoría desempleados en sus países y vieron la oportunidad para emigrar y asentarse en Brasil, por eso se mudaron con la familia. Los nuestros, en cambio, iban por un tiempo determinado a ofrecer sus servicios.

Brasil logró en poco tiempo una cobertura sanitaria de calidad. Hasta los indígenas de la Amazonía disponían de médicos. Era una muestra de la efectividad de las alianzas Sur-Sur. Pero Dilma fue sacada de la presidencia con un golpe parlamentario, Lula encarcelado injustamente para que no pudiera ser reelegido y Bolsonaro será el próximo mandatario.

Bolsonaro no entiende que los médicos de la Isla aporten  parte del dinero ganado por sus servicios para ayudar a la economía del país. Según él, debe ir íntegramente a una cuenta particular. No entiende —ni quiere saber— de altruismo, humanismo.

Dice que nuestros médicos son «esclavos de la dictadura». Raros esclavos esos que andan sueltos por 67 países curando personas, viviendo con ellas, comiendo en la misma mesa.

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