Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La rebelión de los barberos

Autor:

Juan Morales Agüero

Confieso que pensé y repensé antes de escribir sobre este tema. «Si mi barbero lee esto, cuando vaya a pelarme no me permitirá ni sentarme en su sillón», me dije, divertido. Pero bueno, se trata de un asunto que trae en ascuas a los fígaros y a los clientes. Desde luego, cada quién hala para su mano. Ya saben a qué me refiero: a los precios.

En días pasados, los Gobiernos municipales tuneros dieron a conocer las tarifas fijadas para los circuitos estatales y privados en materia de bienes y servicios en el contexto de la Tarea Ordenamiento. Las barberías figuraron en la lista. Los precios abusivos de algunas —entre 40 y 50 pesos por un pelado— se habían convertido en la comidilla pública.

Los establecidos ahora parecen justos: por un corte normal, los niños de cero a diez años pagarían diez pesos, y 20 los de 11 en adelante. Y, por uno de estilo, el primer grupo pagaría 15 pesos y el segundo 25. Pero hete aquí que, tan pronto se publicó la información, la red social Facebook hirvió. «¡No estoy de acuerdo!», protestaron varios barberos conectados, en apoyo al colega que introdujo el asunto en un post.

El foro se animó tanto que decidí opinar. «Supongan que pelan cada día a 15 clientes y les cobran 20 pesos a cada uno —expresé—. Al final de la jornada habrían recaudado 300 pesos. Si los multiplican por 20 (en caso de que trabajen solo 20 días al mes), ganarían 6 000 pesos. ¿No les parece una buena suma?». Las réplicas llovieron, algunas subidas de tono, como la del forista que me invitó a callarme la boca. «No te metas en lo que no te importa», me dijo.

No me dejé provocar por su falta de argumentos (otros me rebatieron con respeto y mesura). Y ya que estaba en la candela, continué: «Me disculpan, pero no creo que valga más de 20 pesos pasar una maquinita eléctrica por la cabeza de alguien. En cambio, sí considero apropiado que cobren más por realizar esos peinados de pinchos y esos cortes de estilo a los que son tan aficionados los jóvenes». Y admití que la barbería tiene de oficio, pero también de arte.

Un forista me recordó que, para ejercer su labor, debían hacer inversiones, como comprar máquinas eléctricas en MLC, tijeras profesionales, talco y cuchillas de afeitar, «¡todo muy caro!», me advirtió. Y yo: «Me disculpas, pero ustedes no adquieren todos los meses una máquina eléctrica ni una tijera profesional». Y agregué que, de cualquier manera, las tarifas les dan para recuperar las inversiones.

Otro fígaro me reprochó que yo no tuviera en cuenta los impuestos establecidos por la ONAT. Alguien le replicó que no eran tan elevados. Un tercero aludió al alto costo de la electricidad, al mantenimiento de los equipos, a la limpieza de sus locales, en fin… Alguien les respondió: «Con todo lo que me digan, 40-50 pesos es demasiado».

Según calculé, más de 200 comentarios fueron «colgados» en el post del barbero que prendió la mecha del debate. Me hubiera gustado incluir textualmente algunos más. Pero, para mi sorpresa, cuando volví al post para seleccionarlos… ¡había desaparecido! En su lugar solo encontré un cartel que decía: «Este contenido no está disponible en este momento. Por lo general esto sucede porque el propietario solo compartió el contenido con un grupo reducido de personas, cambió quién puede verlo o este se eliminó».

Tengo dudas acerca de cuál de esas razones compulsaron al barbero primigenio a retirar su post de la red social referida. Sospecho que, abrumado por las evidencias, lo eliminó al advertir el mayoritario consenso de los foristas en torno a la necesidad de adecuar sus precios a la nueva realidad. ¡Tanta gente no puede estar equivocada!

 

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